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A veces las flores solo necesitan lluvia para volver a ser bellas.
– Sergio Pérez y Max Verstappen, ¿Cierto?
Asintió.
– Bienvenidos, soy la doctora Natalia, cuénteme, ¿Cómo les va?
– Bueno, digamos que ahora ninguno de nosotros está del todo bien – Habló Verstappen.
– Está bien, no hay problema, pueden contarme solo si se sienten bien hablándolo, si no, pueden decírmelo cuando las cosas vayan mejor.
Sergio miró a la mujer, necesitaba hablarlo para sanar, ¿No es así?
– Quiero decírselo – Respondió el pecoso, recibiendo un asentimiento de la fémina. Suspiró, intentando no llorar – La verdad es que no puedo decir esto sin llorar, perdón si no puedo terminar.
– Está bien sentirse mal a veces, no podemos ser fuertes todo el tiempo, hay momentos en los que necesitamos derrumbarnos para volver a sentirnos bien.
Sergio no podía hacerlo, no podía evitar soltarse a llorar al hablar de su cachorro.
– Si no estás listo está bien, Sergio. Nadie te va a presionar para decirlo, el propósito de esto es sanar, y eso puede tomar mucho tiempo.
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Con el pasar de los meses, las cosas parecieron mejorar.
Tuvieron que pasar cientos de noches donde Sergio se derrumbaba en los brazos de Max para que pudiera comenzar a soltar el pasado.
– Estás bien, todo lo está, confío en ti Checo, se que tú puedes superar esto – Dijo mientras acariciaba la espalda del mayor que estaba en su regazo mientras este lloraba desconsolado escondiéndose en su cuello.
Cientos de veces donde Verstappen aún debía de ayudarle a controlar sus ataques.
– No tienes que lastimarte, mijn mooie ster, nada de esto es culpa tuya, nada malo te volverá a pasar, yo me encargaré de ello, lo prometo.