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Max subió al Jet privado, el cual no tardó mucho en despegar.
Durante las horas que se hacían de camino a Milton Keynes, Verstappen no dejó de liberar feromonas nerviosas, eran tan fuertes que tuvieron que encender los filtros de aroma del jet, especiales para casos como estos o incluso si un alfa u omega entraba en celo en un avión, los filtros de aroma se encargaban de neutralizar las fragancias liberadas durante ese periodo.
Tan pronto aterrizaron en la ciudad, el neerlandés trató de salir lo más rápido posible del aeropuerto.
Para ese momento su Aston Martin DB11 AMR ya lo esperaba en la entrada del aeropuerto.
Tomó camino a la casa que compartía con el mexicano, pisando el acelerador hasta su máximo punto, pues tenía que llevar ya.
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Sin embargo, al entrar a su hogar ningún omega de ojos y pecas lindos lo recibió, es más, las feromonas de Sergio estaban casi imperceptibles en el aire, él ya no estaba ahí.
– ¿Mijn mooie ster? – Preguntó al unísono, buscando en cada lugar de la residencia.
Al no encontrarlo decidió llamarle, pero como se había vuelto costumbre desde hace cuatro días, nadie respondió.
Tenía que haber una manera de llegar a él.
– ¿Fernando?
– Hey Max, ¿En qué te puedo ayudar? – Respondió al otro lado del teléfono.
– ¿Recuerdas la vez que te encontré en la casa de omegas?
– Sí, yo te dije que esperaba a Lance, ¿Por qué?
– Bueno... Serás el primero en enterarse de esto – Suspiró, analizando bien la situación – El omega con él que yo iba, al que deje en cinta y con el que estoy viviendo es... Checo. – Soltó.
– ¿¡Qué!?, ¿¡Checo!? – Preguntó sorprendido.
– Sí, Checo – Respondió desesperado, no quería arrepentirse de contárselo.
– Pero él es un alfa.
– Eso te lo contaré después, por ahora necesito que le llames y no le digas nada – Pidió con desesperación.
