Nada de bomberos, doctores

1. La graduación

Recuerdo perfectamente el último día de instituto, la satisfacción de haber acabado el peor curso de la historia llamado segundo de bachiller, haber aprobado los últimos exámenes, graduarme junto con los que habían sido mis compañeros durante los últimos dos cursos y la ESO, obviamente, siempre teniendo en cuenta algunas excepciones de personas repugnantes que odiaba. Quitando eso, todo fue maravilloso.

Gran parte de mi familia se encontraba sentada en las sillas del acto de mi graduación, mis padres, abuelos y hermanos. En el mismo sitio estaban los familiares del resto de compañeros del curso. Mucha gente con los ojos llorosos, incluyéndome a mí. Sí, yo lloraba por el simple hecho de que cada vez estábamos más cerca de las separaciones, cada uno yendo por su camino, estudiando lo que más le gusta en la vida.

Después de miles y miles de lloreras íbamos a cenar, alumnos y profesores en un restaurante muy lujoso, al que nunca pensé que llegaría a entrar. Estaba lleno de gente muy bien vestida, mayoritariamente adolescentes y jóvenes, y había un reservado para famosos. Definitivamente estaba flipando.

Yo me encontraba al lado de mis dos mejores amigos, Mario y Carla, con esta última, comentando cada segundo el panorama del sitio en el que nos encontrábamos.

La hora de cenar pasó muy rápido y seguidamente nos pusimos a bailar por la sala, algunos de nosotros, porque nos gustaba, me incluyo, y otros, gracias al alcohol, decían que les quitaba la vergüenza y se sentían más divertidos. Yo no conocía esta sensación tan famosa, nunca la había experimentado. Yo normalmente bebía poco, solo daba pequeños tragos del vaso de Carla, sobre todo. Pero no sabía que eso, en menos de unas horas iba a cambiar mi vida por completo, el momento de la tragedia llegó.

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¡Holaaa! Esta es mi primera historia, espero que os gustee mil, y la disfruteis tanto como yo escribiéndola.