5. Izan Fernández Pastor

54 4 2
                                    

Último día en el hospital, estaba deseando que Carla llegase ya, y, por otro lado, esperaba también volver a ver al doctor que me llevó la cena únicamente un día, ya que los siguientes me llevaba la comida un señor más mayor.

Me llevaron la comida, eran las dos del mediodía y Carla entró.

-Izan Fernández Pastor -dijo muy feliz.

-¿Qué dices?

-Que es Izan tía.

-¿Qué Izan? ¿De quién hablas?

-¿Ahora has perdido la memoria también? ¡El que te llevó la cena tonta!

-¿De verdad que es él? No me vaciles.

-Te lo juro.

Fue en este momento cuando empezó a contarme cómo consiguió su nombre y apellidos. La verdad, bastante fuerte la situación.

-Cuando aquel día me fui me crucé con tu madre, pero no le hice caso porque si recuerdas tenía que hacer mis travesuras. Fui a recepción, tuve que esperar en una cola de gente enorme, pero finalmente llegó mi turno. Le dije a la chica que había ahí, que quería presentar una queja, no para que expulsen al culpable, ya que no tiene ninguna culpa de nada, pero era lo que debía hacer. Me inventé que la persona que te llevó la comida tosió encima de la sopa y que después se le cayó la bandeja, que te quedaste sin primer plato y dijo que sintiéndolo mucho no podía llevarte otro. La mujer me dijo que si ocurría eso, el enfermo tenía todo el derecho en exigir un plato nuevo, y el doctor te lo tenía que traer obligatoriamente, teniendo en cuenta también la falta de respeto que tuvo tosiendo en el plato. A continuación me pidió que le diese información sobre el chico, pues procedí a decirle que era moreno, ojos verdes, alto, que parecía joven. Una vez le dije eso, ella sacó un boli y un papel y apuntó "Izan Fernández Pastor, en prácticas, camarero de la planta cuatro desde la habitación 200 a la 300". La chica me dio las gracias por informar sobre lo que pasó, y sí, sintiéndolo mucho, lo he hecho quedar mal, pero mira el lado positivo, ahora sabemos como se llama.

Definitivamente estaba flipando. Por una tontería así podían haberle echado, y fue cuando recordé que ya no me llevaba la comida.

-Muchas gracias -le dije- pero puede ser perfectamente que ya ni trabaje.

-Lo siento, pero no sabía cómo conseguir sus datos sino.

-Ahora encontremos el Instagram o no, no va a querer saber nada de mí, y hasta me da vergüenza verlo después de eso.

-¿Todo el mundo puede hacer locuras por amor, no? Pues aquí la de tu mejor amiga, me lo agradecerás. -dijo saliendo por la puerta.

-¿Dónde vas? Pensaba que me esperarías hasta que me diesen el alta hoy mismo.

-Sí, y te espero, solo voy a hacerme un café.

Nada de bomberos, doctoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora