8. Héctor y Mallorca

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Quedaba únicamente un día, mejor dicho unas horas, para salir de Barcelona, la escapada a Mallorca. Era algo que mis amigos y yo llevábamos esperando mucho tiempo. Me encontraba en mi habitación haciendo la maleta, viendo como hacer para que todo me quepa. De un momento para otro me llamó mi mejor amiga, como siempre, ya que acordamos que haríamos la maleta juntas pero a la distancia.

-Va Lucía, cuéntame, ¿qué te llevas?

-Pues voy a meter cuatro tops, uno para cada día, cuatro pantalones también, dos vestidos de fiesta por si salimos, botas, bambas, chanclas, la plancha de pelo, bolso, cargador... lo típico.

-Más o menos yo lo mismo, incluyendo una falda larga, por ejemplo... -pensativa- para ir a la playa.

-Ahora que lo pienso, ¿sabes si al final viene aquel amigo de Mario?

-No ha dicho nada más, no creo, encima tampoco está en el grupo.

-Ya me jodería que venga ahora sin avisar ni nada -dije entre risas.

Y así seguimos un buen rato, hasta que acabamos las maletas y nos fuimos a dormir. El avión salía a las 11:00 h de la mañana y había que madrugar.

******

Me sonó la alarma a las 7:00 h, estaba muerta. Mandé un mensaje por el grupo para ver si mis amigos estaban despiertos, y efectivamente. Decidí ir a desayunar nada más levantarme para así ir con tiempo y llegar bien a Plaza Catalunya donde había quedado con mis compañeros de viaje. Comí tostadas con mermelada, estaban buenísimas. Después me vestí con un top blanco básico y unos pantalones tejanos que me encantaban. También tenía que ponerme mis bambas, pero las tenía justo al lado de la puerta de entrada, así que sería lo último para hacer. Aproveché para darle de comer al perro y también les dije adiós a mis padres y hermanos.

Salí de casa con la maleta y dirección Plaza Catalunya, al vivir cerca no me hizo falta coger ningún transporte, a diferencia de mis amigos. Carla estaba ahí, esperándonos, fui la segunda en llegar. Estuvimos un rato esperando a Mario hasta que llegó, él como siempre a la hora justa. No iba solo, a su lado iba caminando otro chico que parecía también de nuestra edad, medio rubio, de ojos oscuros, la verdad que vestía bien.

-Chicas, perdón por no avisar, se me fue por completo -dijo el chico-. Al final viene, se llama Héctor.

-Que cabrón eres Mario -dijo Carla riendo-, encantada.

-Lucía -dije dándole dos besos en la mejilla.

-¿Estamos todos? -gritó Carla-. ¡En Mallorca falta gente!

Cogimos el metro en dirección a la estación para luego ir al aeropuerto. No estaba ni muy lleno ni muy vacío, teníamos nuestros asientos. El trayecto se nos hizo corto y a las 8.45 h estábamos en el aeropuerto. Había que ir pronto, ya que era necesario fracturar las maletas, confirmar algunos datos del vuelo y varias cosas más. Otra vez se nos fue volando el tiempo, estuvimos dando vueltas por las tiendas hasta que llegó el momento de embarcar. Los asientos eran de tres, el que tuvo que ponerse en otro asiento fue Mario, y yo me puse en el pasillo y al lado de Héctor, que le tocó estar en el medio. Quienes más hablaron durante el vuelo fueron Carla y Héctor, cogieron confianza muy rápido, encima a ella se le daba muy bien socializar enseguida. Por otro lado, estábamos Mario y yo hablando también, aunque separados por el pasillo.

Llegamos, estábamos por fin en Mallorca, quien iba a decirlo. Eran las 12:00 h y la entrada al hotel era a las 15:00 h así que decidimos comer en un restaurante que nos pareció bueno y a buen precio. Los cuatro nos pedimos bocadillos, todos de bacon con queso, excepto yo, que me lo cogí de jamón. Comimos muy pronto, ya que eran las 13:30 h así que decidimos ir andando hasta el hotel, la verdad que nos quedaba un poco lejos. Necesitaba beber agua y ninguno de nosotros tenía ninguna en mano, por desgracia me jodí. Aunque todos estábamos muy cansados de caminar, la más quejica siempre era yo, me agobiaba muy rápido en todo momento.

Nada de bomberos, doctoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora