Eran las 7:00 h de la mañana y me tocaba ir al hospital, un día más, turno de mañana, qué sueño tenía. Me subí en el coche con mi playlist favorita de reggaeton y rumbo al hospital. Parecía un día tranquilo, pude aparcar con facilidad. Me dirigí hacia la puerta, entré, y decidí saludar a la mujer de recepción, la cual saludo cada día cuando empieza mi turno.
-Buenas, Marta.
-Izan, debo comunicarte algo.
-¿Qué pasa? - se la veía tensa.
-Estás despedido - dijo la chica.
El mundo se me vino encima, ¿qué había hecho mal? ¿Cómo no voy a acabar las prácticas?
-Escuche, creo que hay algún error.
-Ningún error Izan. Quedan suspendidas tus opciones de prácticas en cualquier hospital por el momento. Sí que podrás seguir con tu carrera universitaria, pero con carencias, restricciones y más dificultades.
-¿Qué es lo que he hecho mal?
-Hace poco ha venido una chica a quejarse sobre tu comportamiento al momento de llevarle la comida a una paciente. Nos informó de que fuiste un mal educado y cuando se te cayó la sopa no quisiste darle un plato nuevo.
-Estoy flipando, en ningún momento he hecho ni haría algo así, y usted y todos saben que sé comportarme. De hecho, he cambiado más de una vez un plato, ¿por qué no debería hacerlo ahora? - Cada vez estaba más caliente el asunto -. Encima, acusando sin pruebas, iros a la mierda.
Estaba hecho polvo, sintiéndome culpable por algo que no había hecho. Tan pronto como llegué a casa, le expliqué a mi tía la situación, estaba decepcionada igual que yo, pero me hizo caso.
-Hijo, hay que ir a denunciar.
-Soy yo, una persona que no tiene nada, contra un hospital, auténticos doctores. Si llegamos a ir de juicio voy a perder lo tengo claro.
Efectivamente, fui con mi tía y una profesora de la universidad a juicio. Como ya sabía de antemano, perdí. Mi profesora me dijo que algo podríamos hacer, pero que le diese tiempo. Yo únicamente tenía ganas de reventarle la cara a la persona que causó todo eso, que se quejó de mí sin saber la realidad. Pero si se quejó justamente de mí, ¿me conoce?
Mi cabeza estaba hecha un lío, soy un chico que no suele caer mal, que no le ha hecho a nadie la vida imposible, para que ahora alguien me haya hecho eso, el mundo por este camino va fatal.
Obviamente, seguí yendo a la universidad por lo poco que quedaba, toda la gente de mi carrera estaba sorprendida con lo que me pasó, y es que como para no estarlo. En cuanto a los estudios, todas las clases seguían normal, obviamente quitando las prácticas, que cuando mis compañeros se iban a sus correspondientes hospitales, yo me quedaba en clase rellenando hojas y formularios sobre mi falsa incidencia, pero como si no lo fuera. Básicamente. estaba perdiendo el tiempo. De tanto agobio y estrés hasta pensé cambiarme de carrera, meterme a biología, criminología, veterinaria, medicina... pero nada era comparable a mi carrera actual, enfermería. Me sentía muy hundido.
Me encontraba en clase, solo, rellenando fichas sobre la expulsión, cuando de repente entró alguien en la sala.
-Hola Izan, ¿qué tal?
-Pues mal.
Era mi profesor de enfermería psicosocial, sinceramente no sé qué pintaba aquí conmigo.
-Me he enterado de lo que ha ocurrido, estoy dispuesto a ayudarte y algo haremos.
-¿Qué va a ser de mi formación con las prácticas?
-He estado hablando con tu tutora y profesora de biología celular. Hay que esperar un tiempo para poder quitar el incidente de tu perfil en enfermería. De todos modos hablaremos con la policía y el director del centro, y si hace falta denunciaremos al hospital en el que residías. Nadie tiene derecho a acusar sin pruebas. Te mantendré informado.
-Muchas gracias, de verdad, lo agradezco.
ESTÁS LEYENDO
Nada de bomberos, doctores
RomanceLucía es una chica, de primeras, tímida que empieza la universidad tras haber pasado por un accidente que le marcará toda su vida. El que parece ser un amor de verano en unas vacaciones con amigos, acaba siendo más duradero de lo que ella podía pens...