Nada de bomberos, doctores

10. Dudas y más dudas

El despertador sonó a la misma hora que ayer, y no sé cómo nos levantamos la verdad, pero a la hora estábamos los cuatro bajo preparados para desayunar. Esta mañana iba a desayunar en una mesa solo con Carla porque necesitaba explicarle todo lo sucedido de ayer, así que los otros dos cogieron una mesa para ellos. Cogimos lo que queríamos comer y nos dirigimos a la mesa.

-Venga cuéntame que me muero de ganas -dijo Carla.

-Voy a lo que te interesa, ¿que si nos liamos?, pues sí, pero no sé, todo muy raro. En aquél momento estábamos los dos superbién, un poquito... tú sabes, pero ha sido despertarme esta mañana y siento que no hice lo correcto, más bien dicho, lo veo como un lío de una noche y ya está.

-¿Qué te hace pensar eso?

-Izan... -dije bajando la mirada.

-Sé realista Lucía, Izan no debe acordarse de ti, tendría bastante trabajo como para acordarse de todos los pacientes a los que visitaba. Héctor es muy bueno contigo y se le ve encantado, o al menos eso pienso yo.

-Y yo estoy encantada de lo que pasó, pero no quiero hacerle ilusiones, yo quiero a un chico y voy a hacer todo lo posible para conseguirlo.

-¿Y si te decepciona?

-Pues otra aventura más, otra desgracia, como quieras llamarlo.

Realmente mi amiga tenía razón, al otro chico no lo conocía de nada, y al que estaba aquí presente sí. Lo pensaba y no sabía lo que quería. Un lío de una noche estaba bien, pero pensando en las sensaciones que tenía estando con él, todo lo que sentía, el famoso incendio, como me trataba... me sentía completamente hecha un lío.

Por la tarde fuimos a dar una vuelta, quisimos alejarnos del hotel y de la playa, teníamos ganas de conocer Mallorca. Primero fuimos a ver la catedral de Mallorca, un sitio que impresionaba por sus formas y figuras góticas. También pasamos por el castillo de Bellver, uno de los sitios favoritos de Mario. Nos tomamos un descanso hasta que llegamos al palacio real de Almudaina. Ahí sacamos algo de comida y para beber, ya que estábamos cansados y queríamos merendar. Nos sentamos en una mesa que había ahí mismo y empezamos a comer. Había mucho silencio, estábamos los cuatro muy hambrientos, hasta que Héctor interrumpió el mutismo.

-¿Lucía puedo hablar contigo?

-Sí, claro -dije con una voz estancada.

-Suerte -susurró Carla.

Nos alejamos un poco de la mesa en la que comíamos y nos acomodamos detrás de una de las torres del palacio.

-¿Todo bien? -me dijo.

-Sí, ¿por qué?

-Te noto rara, ¿es por lo de anoche?

-No tranquilo, todo bien. Me ayudaste mucho, ¿cómo voy a tenerte rencor?

-Vale, me quedo más tranquilo, ¿un abrazo no?

Entonces lo abracé, y volví a pensar si estaba haciendo lo correcto o no. Era la primera vez que me pasaba todo eso con un chico y me sentía un poco perdida y quería distanciarme porque no estaba preparada, pero al mismo tiempo quería hacerle caso a Carla y dejarme llevar, vivir la vida.

Para finalizar la visita y el tardeo de hoy acabamos yendo al parque de la Mar, un sitio con mucha hierba, un lago y vistas hacia la catedral que visitamos al principio. No podíamos con el cansancio que nos invadía, así que para volver al hotel cogimos un autobús en el cual yo me dormí.

Nada más llegar al hotel bajamos al buffet de siempre a cenar. Esta vez yo solo comí pasta y carne, no tenía más hambre. Y ahí estaba mi mejor amiga, obligándome a comer, pero por más que quisiera, no le hacía caso, mi estómago se hallaba cerrado con candado. Después de cenar subimos a nuestra habitación para vestirnos otra vez, hoy salíamos en un local a por un cóctel. Para la ocasión me puse un vestido blanco, y esta vez no me planché el pelo, me daba pereza, así que lo llevé natural. Carla se vistió con un top y unos pantalones básicos, algo casual. Mario se vistió más o menos igual que ayer por la noche, y Héctor... Héctor me sorprendió.