Sonó el despertador a las 8:00 h. Lo apagué rápidamente y me quedé un rato con el móvil viendo Instagram. Unos veinte minutos después decidí levantarme y fui directamente a la cocina principal dónde estaban Eric y mi padre.
- Buenos días -les dije.
- Buenos días, princesa -me dijo mi padre.
Busqué algo para comer en la nevera, algo ligero, así que opté por un vaso de leche con galletas. Me lo preparé y me senté a desayunar. Hoy era un día importante, ya que mi hermano Eric tenía un partido que podía ser definitivo para ganar un título, y hablé con Mario para ir. A Carla no le gustaba demasiado el fútbol, así que no contamos con ella. Mi padre fue el primero que acabó de desayunar, y a continuación Eric y yo.
- ¿Así que vienes al partido hermanita? -preguntó.
- Sí, ¿algún problema?
- Que me da miedo que debido a tu presencia no ganemos.
- A ello voy, tenéis que perder -dije con una voz de superioridad.
Me lavé los dientes en el baño del lado de la cocina, ya que era el más cercano, pero luego me peiné en el de mi habitación. Ahí mismo me arreglé un poco y cuando acabé me vestí. Para la ocasión me puse unos pantalones negros con las bambas de siempre, y de parte de arriba decidí ponerme la camiseta de fútbol con el número de mi hermano. Debido a que llevaba el pelo fatal me hice una coleta rápida, y como me sobró tiempo bajé al jardín como suelo hacer muchas veces.
Salimos de casa los tres a las 9:30 h porque el partido era en el campo rival. La verdad que era bonito tener un hermano futbolista compitiendo en el Barcelona, quién sabe si algún día llegaría a debutar con el primer equipo. Llegamos al estadio, era pequeño, ya que se trataba del campo secundario. Una vez ahí tenía que buscar a Mario, que no lo encontraba por ninguna parte. Tras diez minutos de búsqueda, lo vi, el chico no se encontraba en el sitio en el cual acordamos.
- ¿Cómo iba a saber yo que estabas aquí? -le dije.
- Perdón, fallo mío, pero ya sabes que soy una caja de sorpresas -dijo levantándose para darme un abrazo-. ¿Cómo estás?
- Hoy mejor, gracias.
- ¿Lo has hablado con él? Piensa que tiene que ver con su familia e igual puede arreglarlo.
- No lo sé, por ahora no le diré nada.
- Está bien, por cierto, ¿qué camiseta más bonita llevas no?
- ¿A qué mola? -dije dando una vuelta para que la viera mejor.
- Sí, tendrás a las chicas celosas.
- ¿Por mi hermano?
- Claro, pensarán que eres su novia con su número en la espalda.
- Oye que realmente nos parecemos, nada que ver -dije riendo.
- Bueno, voy a buscar algo para comer y beber, ¿quieres?
- Tráeme palomitas -dije dándole dinero.
- Guárdalo, te invito -dijo mientras se iba.
Así que me quedé esperando en el asiento mientras hablaba con Héctor por el móvil. Le dije que había venido con Mario a ver jugar a mi hermano, que otro día ya lo llevaría a él. En un momento volvió mi amigo y se sentó, me dio las palomitas y empezamos a comer. El partido acababa de empezar. Mario y yo íbamos viendo el partido al mismo tiempo que conversábamos, teníamos mucho de qué hablar. Mientras, sonaban los pitidos del árbitro, la afición gritando, los espectadores, megáfonos, las quejas de los jugadores... era un ambiente que me llenaba.
- Oye, ¿y si hacemos algo esta noche? -propuso Mario.
- ¿Cómo qué? -respondí.
- No sé, podemos cenar juntos o algo, avisamos a Carla también.
- ¿Y si salimos de fiesta luego?
- Ahí te he visto mi niña -dijo mi amigo gritando.
- Para, estás loco.
Justo acabé la frase y marcaron un gol, el equipo de mi hermano hizo un gol. Mario y yo nos levantamos gritando y aplaudiendo, por el momento ganábamos, que era lo importante. Por desgracia, un minuto después marcó el equipo rival, nos venimos abajo. Llegó el momento de descanso y aprovechamos para llamar a Carla y contarle el plan.
- Hola chicos -dijo ella- y que guapa Lucía.
- Pero... -dijo Mario con una cara extraña mientras me daba el móvil-. Habla tú con ella -dijo luego riendo.
- Será celoso el subnormal -dije yo.
- Bueno, mi gente, ¿qué pasa?
- Cena y fiesta esta noche, ¿te apuntas?
- Pues claro, raro sería si no, ¿dónde tenéis pensado cenar?
- No sé, en una pizzería o algo así.
- ¿Y discoteca?
- Con Mario hemos pensado en la que está cerca de su casa.
- Perfecto, hace mucho que no voy.
- Pues cuando salgamos hablamos, adiós -y procedí a colgar.
El partido siguió, esta vez estábamos más concentrados, ya que ese gol de los rivales nos dejó a los dos y al resto de la afición del Barcelona descolocados. El partido poco a poco llegaba a su fin, iban por el minuto noventa, solo quedaban los minutos añadidos que en este caso fueron seis. El Barça dominaba mucho, pero no llegaban al gol, estábamos muy nerviosos. A continuación les quitaron el balón, pero rápidamente recuperaron. Ese mismo que recuperó, le pasó el balón a su compañero, y él a Eric. Mi hermano levantó la pierna a la altura de la pelota y le di un pequeño empujón pensando que no entraría a la portería, pero se equivocó. Fue un golazo.
- GOOOOOOOOOOL -grité mientras me levantaba de mi asiento-. ¡Somos campeones!
- ¡Su hermano es el mejor! -dijo Mario haciendo que mucha gente se volteara para que me viera.
- Qué tonto eres -dije riendo.
Cuando el partido se acabó dejamos libres los asientos y bajamos a la parte baja.
- ¿Así que a las nueve en Plaza Catalunya? -dije.
- Perfecto, ¿te esperas aquí?
- Sí, buscaré a mi padre que estará esperando a Eric y nos iremos.
- Muy bien, hasta la noche -dijo Mario mientras se iba.
Diez minutos después mi padre y mi hermano nos íbamos, mucha gente nos paraba cada momento para felicitar a Eric por el partido que nos habían regalado él y el resto del equipo. Entre una cosa y otra llegamos a casa a las 15:00 h, por suerte con la comida ya preparada. Así que eso hicimos, comer, y tan rápido acabé me eché la siesta porque esta noche se venía fiestón.
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Nada de bomberos, doctores
RomanceLucía es una chica, de primeras, tímida que empieza la universidad tras haber pasado por un accidente que le marcará toda su vida. El que parece ser un amor de verano en unas vacaciones con amigos, acaba siendo más duradero de lo que ella podía pens...