Sonó el despertador a las 8:00 h, estaba muertísima y no podía levantarme. Tenía hambre, pero el sueño era una prioridad enorme en mi vida, así que decidí quedarme en la habitación mientras los demás desayunaban. Me desperté nuevamente a las 9:00 h y decidí levantarme para lavarme la cara. Me la lavé, y al salir del baño lo vi, vi que no estaba sola, también se había quedado el amigo de Mario. Salí a la terraza, me sentía rara cuando estaba con él. Saqué mi móvil y me puse a escuchar música, pero noté una presencia detrás de mí, Héctor abrió la puerta de la terraza.
-Ey -dije quitándome un auricular.
-Buenos días, ¿y los otros dos?
-Desayunando.
-¿Por qué tú no has ido?
-Tenía sueño, pero ya no.
-Vale -dijo entrando de nuevo dentro.
No quería mirar si se había ido o no, no quería parecer una acosadora, así que no me moví de sitio. Minutos después, un exceso de sol empezaba a apoderarse de la terraza y de mí, así que me obligué a meterme dentro.
-¿Te sientas? -dijo Héctor, que se encontraba en su cama.
No tenía más remedio, así que le respondí.
-Sí.
-¿Desde cuándo conoces a Mario?
El chico me sacaba tema, ¿acaso tenía ganas de entablar conversación conmigo?
-Desde la ESO -respondí-. ¿Y tú?
-De pequeños, del pueblo de verano, ese chaval es un crack.
-Lo sé, por eso me junté con él -dije con voz de creída.
-Mírala, sí que se suelta rápido.
-¿Quieres que siga borde?
-No, no, así eres más guay.
-Pues cuéntame de ti ¿qué vas a estudiar?
-La carrera de ciencias de la actividad física y el deporte. ¿Y tú?
-Yo psicología.
-Mola.
Pues Héctor era un chico totalmente diferente a lo que pensaba que era. Parecía un borde que solo se rio de mí una vez, un chico pasota, pero vi que no. Era muy buena gente y se podía hablar con él de cualquier cosa. Nos contamos anécdotas mutuamente, nuestra vida amorosa, también le conté sobre mi accidente del día de la graduación.
-No sabes cuanto lo siento -dijo él.
-Tranquilo ya está todo bien, mi vida es como una aventura -dije entre risas.
Pero hablando de ese tema vino en mi cabeza el dios griego del doctor, y me sentí rara de nuevo. ¿Por qué se me venía este hombre en la cabeza y de repente me sentía rara con Héctor?
Carla y Mario llegaron de un momento a otro, nos dijeron de ir a la piscina, así que fuimos.
-Chicos, soy un desgraciado -dijo Héctor-. Ayer me dejé la toalla en la piscina, me la habrán robado.
No pude evitar reírme, pero de todos modos me supo mal.
-Creo que en recepción pueden darte toallas por ser residente del hotel, obviamente si luego la devuelves -dijo Mario.
-Pues adelante -respondió el otro chico.
Bajamos a recepción en busca de una toalla, había bastante cola en esta hora, ya que en momentos así solía irse la gente y entraban personas nuevas.
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Nada de bomberos, doctores
RomanceLucía es una chica, de primeras, tímida que empieza la universidad tras haber pasado por un accidente que le marcará toda su vida. El que parece ser un amor de verano en unas vacaciones con amigos, acaba siendo más duradero de lo que ella podía pens...