¿Cómo iban las cosas con Héctor? Increíbles. Ya pasó un mes desde el viaje a Mallorca, es decir, llevábamos conociéndonos todo ese tiempo. Teníamos química, aunque costase admitirlo, mucha química. Quedábamos muchos días, hacíamos planes solos, otras veces con otros amigos... Le presenté a mis hermanos y a mi perro, ya que venía muchas veces en casa, y también a amigos que no conocía, cosa que él también hizo. Llegamos a salir de fiesta juntos, íbamos muchas veces a ver el amanecer, como a mí me gustaba y también dábamos vueltas con su moto. Al principio me daba miedo, pero poco a poco se me fue pasando. Llegué a tal punto de confirmar que sentía cosas por él, que no veía a nadie más que no sea él, todos los chicos del mundo desaparecían cuando Héctor estaba conmigo. Podía parecer raro, pero Izan, el doctor, ya no estaba en mi cabeza, de repente se fue y no volvió por el momento. Estaba muy orgullosa de ello.
Héctor es un chico que me respeta mucho, que me valora, sabe lo que tiene al lado, y siempre está muy orgulloso de mí, igual que yo de él. Para mí, que él cumpla una meta también significa cumplirla yo, así lo sentimos. Cada vez me siento más segura de entablar una relación con él, tenía claro que era el chico que quería que compartiera vida conmigo, que conociera a mi familia, que fuera el padre de mis hijos... Lo quería absolutamente todo con él.
Cuando le conté todo lo que pasaba entre nosotros, a Carla se alegró muchísimo por mí, ya que ella estuvo siempre en cada momento y siempre la informaba de todo. Sí que es verdad que a Mario le gustó la situación también, pero no acabó de involucrarse tanto como mi mejor amiga.
No tenía dependencia emocional ni mucho menos, pero cuando estaba sin Héctor me sentía más vacía, algo en mí faltaba, una enorme parte de mi corazón había disminuido, esa misma que recuperaba su tamaño habitual cuando lo veía y probaba una vez más sus hermosos labios. Y sí, solo sus labios, íbamos muy despacio y eso me encantaba.
El quince de julio me llamó y me dijo que saliera de casa, él estaba esperándome fuera. Me despedí de mis padres, ya que no sabía a qué hora estaría de vuelta, y cuando salí le dije que se escondiera para que mis padres no vieran nada, hasta que lo nuestro no sea oficial, quería que todo fuera un secreto. Eran las 20:00 h de la tarde y no tenía idea de que podía estar pasando, ¿dónde me estaba llevando? Tras una larga caminata llegamos a un hotel, el más grande y bonito de la ciudad.
-¿Te has dejado un pastizal en este hotel? -le pregunté.
-No, ven -dijo él cogiendo mi mano y llevándome hacia un mirador.
-No me jodas qué... -me quedé sin palabras.
Cómo muy bien sabía Héctor, los atardeceres eran mi gran debilidad. Pues se ve que el chico buscó información sobre cuáles iban a ser los mejores atardeceres de la semana, y justo el de hoy daba un 98%, una gran cifra. Nos sentamos en el suelo, no había nadie más, solo dos almas enamoradas, él y yo. Se veía un cielo precioso compuesto por todos los colores, aunque con una predominancia del rojo, naranja y amarillo.
Estaba muy centrada en el cielo hasta que Héctor se levantó y me miró fijamente.
-Voy a hacer algo, tengo miedo, no sé si será lo correcto ni el momento adecuado, pero no le tengo miedo al éxito -dijo él.
-Me das miedo -dije riendo.
-Tú relájate y escúchame.
Entonces se puso a hablar.
-Desde el primer día que te vi supe que lo nuestro era real, vi una chica super atractiva a lo lejos en Plaza Catalunya, con un tipazo increíble. Cuando la vi de cerca tuve que disimular los nervios, ya que no era plan estar así justo recién conocidos. Durante el vuelo ella no se daba cuenta, pero yo la miraba minuto tras minuto, aquel rostro, aquel perfil que tenía y sigue teniendo, era perfecto. En Mallorca me lo pasé genial con todos, pero concretamente con aquella niña que ayudé con su borrachera, con la que fui al baño un día bebiendo cócteles... Me transmite mucha felicidad, una sensación que nadie más en el mundo es capaz de hacerme sentir, es única. A veces llegó a rallarse por mí, por lo que hacíamos, yo lo sé, me doy cuenta de todo. Puede que en aquel momento no estuviera segura de seguir avanzando o dejarlo como un simple lío, yo llegué a pensarlo, pero seguía sabiendo que era ella. Obviamente sigo pensando eso. Este chico que ves aquí, Héctor, está dispuesto a darlo todo por esa niña de la que te estoy hablando, Lucía se llama, no sé si la conocerás. Pero probablemente sí. Lucía hace que mis días tengan color, transforma días grises en una completa maravilla, aunque ella no lo demuestre tanto, o al menos hasta ahora, sé que opina igual que yo. Si no opinara igual que yo, me hubiera gustado que me lo dijera, pero como no fue así, hoy quince de julio de 2023 me veo con todas las ganas de decirte algo, y quiero que me respondas con sinceridad -respiró hondo-. ¿Quieres pasar conmigo el resto de tu vida? ¿Quieres viajar junto a mí hasta que seamos viejitos? ¿Quieres ser la madre de mis hijos y formar una bonita familia juntos? Lucía, ¿quieres ser mi novia?
Me quedé en blanco, flipando, obviamente era alegría pero no sabía que responder. En parte me sorprendió verlo tan romántico, no pensaba que fuera así. Segundos después, me aclaré y le dije que sí, sí que quería a todo lo que me propuso. Sinceramente, fue uno de los días más especiales de mi vida, y los que se venían junto a él eran infinitos e incontables. Así fue como el chico por el que sentía tanto me pidió salir.
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Nada de bomberos, doctores
RomanceLucía es una chica, de primeras, tímida que empieza la universidad tras haber pasado por un accidente que le marcará toda su vida. El que parece ser un amor de verano en unas vacaciones con amigos, acaba siendo más duradero de lo que ella podía pens...