Capítulo 9

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Salí del edificio de la escuela para encontrarme directamente con la mirada lastimera de André, eso me confirmaba todo... mi padre ya sabe lo que ha pasado durante todo el día. Es imposible que no se entere y es lo que más me asusta.

—Hey, nena. Sabes que para cualquier cosa me puedes llamar, ¿no? —Jen me abraza efusivamente.

—Sí... lo sé —le sonreí agradecida antes de despedirme de ella e ir hasta André.

Me abrió la puerta del coche para dejarme entrar y luego la cerró. En este momento... quería que nos accidentáramos por culpa de algún borracho pero que André no saliera para nada herido. Quizás así mi padre tendría lástima por mí o al menos algo de piedad.
Suspiré profundo para calmarme pero el jugueteo de mis dedos no paraba, no podía detenerlo. Estaba muy nerviosa. El camino fue tan silencioso que solo conseguía asustarme más. Traté de distraerme con mi celular pero ni siquiera quería usarlo, no podía dejar de pesar en lo que pasaría cuando llegue a casa y me encuentre con él.

De repente nos detuvimos, aumentando mucho más mi ansiedad, pero al mirar por la ventana me di cuenta de que no estábamos en casa, sino frente a mi heladería favorita.

—¿Huh? ¿André qué hacemos aquí? —pregunté.

—Pues me pareció buena idea traerla aquí antes de ir con su padre. Para calmarla un poco, señorita —respondió bajando del auto y abriendo mi puerta.

—Pero... padre se va a enojar si no llego rápido —mencioné dudosa.

—No se preocupe de eso, yo me haré cargo.

André me anima a entrar a la heladería pero aún estaba dudando de si era una buena idea. Si padre lo llegara a regañar por haber hecho esto me sentiré fatal...

—Creo que es mejor ir a casa, André —suspiré bajando la mirada—. No quisiera que padre se moleste contigo también.

—¿Es lo que realmente quiere? —asentí—. Está bien entonces...

Volvimos al auto y André condujo a casa. No tardamos mucho más y cuando estuvimos frente a mi hogar... el miedo me paralizó por un instante. Tragué saliva con dificultad y con pasos temblorosos entré en casa y directamente me dirigí a la oficina de mi padre.
Dudé pero terminé llamando a la puerta con suaves golpes en esta, escuché su voz al otro lado diciendo un molesto: "adelante". Le hice caso al instante.

—Cierra la puerta y siéntate.

Lo hice, cerré la puerta y me senté en la silla frente a su escritorio en el que estaba él, del otro lado. Papá me miró con severidad antes de decir cualquier cosa, no me animaba a pronunciar palabra alguna o emitir cualquier sonido, ni siquiera podía mirarlo directamente.

—¿No te he pedido que seas amable con Aspen Donnovan? —empezó— ¿Tampoco te he dicho que debías integrarlo en su primer día? ¡¿No te lo he dicho?!

Me sobresalté en mi lugar por el primer grito suyo. Bajé la mirada y apreté mi falda con ambas manos.

—P..Padre, lo que pasó...

—¡¿Te lo dije sí o no, Madeline?! ¡No te estoy pidiendo excusas!

—S..Sí...

—¿Entonces? ¿Por qué no me has obedecido? Se supone que te di una orden directa y tú deber es cumplir con lo que yo te ordeno. Sin excepciones.

—Padre, yo...

—¡Cierra la boca!

Mordí mi labio inferior y me encogí en mi lugar por sus gritos tan fuertes. Noté que apretaba sus manos sobre la mesa que incluso sus nudillos se volvieron blancos por la presión que ejercía.

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