Capítulo 54

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No quería salir de mi habitación, ni siquiera para comer, solo podía estar tumbada en mi cama y mirar mi celular, esperando a que Aspen me devolviera las incontables llamas perdidas y mensajes que le había dejado hace tres días. Pero nada.

Mamá intenta animarme, Jen me visita todas las tardes y papá no muestra ni sus luces. Yo... no sé qué hacer.

—Quiero verlo... —sollocé.

—Lo sé, cariño... pero es mejor que no te muestres en esa casa hasta que todo se haya calmado —mamá me abraza y besa mi cabeza.

—Quiero tener pruebas para que la policía haga algo... para que separen a Aspen de sus abuelos. Ya no quiero que le hagan más daño.

Mamá suspira y me abraza con más fuerza cuando empecé a sollozar con más intensidad. Ella intentó consolarme pero lo único que me hizo detener mi llanto fue el haberme quedado dormida, soñando con una vida feliz en donde Aspen no era maltratado por sus abuelos y mi padre dejaba de presionarme para ser alguien perfecta.

—¡Madeline! —un grito me hizo despertar.

Los pasos pesados de mi padre viniendo a mi habitación hicieron que mi cuerpo se tensara. Estaba apenas consciente pero lo suficiente como para saber que él ya se había enterado de lo que sucedió en la casa de Aspen. Me levanté de mi cama para salir de la habitación, pero mi padre fue más rápido y entró en esta luciendo como si el mismo diablo lo hubiera poseído. Era aterrador...

—Tú... has deshonrado el apellido Lennor, ¡me has deshonrado a mí! ¡¿Cómo es posible que seas tan sinvergüenza!

—Padre... déjame explicar...

Todo pasó tan rápido que ni siquiera me dio tiempo a estabilizarme para no caer al suelo en el momento en que su mano abierta golpeó mi mejilla con fuerza. Abrí los ojos de par en par y toqué mi rostro sin creerme que por primera vez en dieciocho años, mi padre me había golpeado.

—¡Magnus! —mamá regresa a la habitación al escuchar todos los gritos— ¡¿Cómo se te ocurre?!

—¡Ya cállate, Selena! Nuestra hija necesita aprender una lección, ya me harté de que seas tan blanda con ella.

—¡Los golpes no son la solución!

—Lo es en este caso.

Papá agarra a mamá del brazo y la saca de la habitación para cerrar la puerta con llave mientras mi madre golpea y exige que papá me deje en paz, pero él se me acerca con impotencia, haciéndome asustar tanto que retrocedí a rastras hasta golpear contra algún mueble. Él me observa pero entonces ve algo en mí que lo hizo enfadarse aún más de lo que ya estaba. Me agarra del cabello y me hace mostrarle el tatuaje y las perforaciones.

—¡No puedo creer esto! ¡Haz arruinado todo por completo! —una nueva bofetada me deja en el suelo— ¡Te has arruinado la piel! ¡¿Quién te crees?! ¡¿Una prostituta?! ¡Solo esa gente se hace en el cuerpo lo que tú te has hecho!

—Padre... —sollocé intentando hablar, pero él me interrumpe.

—¿Tienes idea de lo que me has hecho perder? ¡¿Si quiera tienes idea?!

—Padre... por favor. Déjame...

—¡Silencio! —levantó la mano como si fuera a golpearme de nuevo, me asusté pero no lo hizo, en cambio soltó una maldición—. Fui a la casa de los Donnovan.

—¿Eh? —lo miré enseguida—. Aspen, ¿él está...?

—Fui allí a pedir que juntemos nuestros negocios, que estaba dispuesto a aceptar que tú y Aspen se casaran por el bien de la empresa y la fusión entre ambas.

—¿En serio planeabas esto? ¡¿Solo por eso te interesaba como me llevaba con Aspen?! —me levanté molesta pero la mirada feroz de mi padre no me permitió seguir hablando.

—No te atrevas a levantarme la voz —amenazó con dureza—. Pero de todas formas no pasará, ¿sabes por qué? Por tu culpa. ¡¿Cómo pudiste ensuciar nuestro apellido de esa manera?! ¡Se me ha caído la cara de la vergüenza cuando los abuelos de Aspen me han dicho que te encontraron desnuda con él! ¡¿Qué mierda tenías en la cabeza?!

—¿Pues no es lo que querías? ¿No querías que Aspen y yo nos lleváramos bien? Pues nos llevamos mejor que bien, es mi novio.

—Ya no más —espetó—. Esto que has hecho es una falta de respeto, sus abuelos no permitirán que vuelvan a verse nunca más. Y estoy de acuerdo con eso, ¿cómo es posible que mi propia hija sea una puta que se acuesta con cualquiera?

—Papá, por favor no me llames así —pedí dolida—. Yo no he hecho nada malo.

—¿Es en serio? Quién sabe con cuántos tipos te has acostado ya... —niega con la cabeza para no pensar en esa decepción.

—Con nadie más, te lo juro.

—No me jures nada. No conseguirás que te crea —vuelve a mirarme pero lo hace con asco—. Ni siquiera puedo mirarte sin pensar en cuantos tipos han estado contigo. Me da vergüenza llamarte mi hija.

Sollocé. Traté de decir algo en mi defensa pero daba igual lo que dijera, él no iba a creerme... Seguirá pensando en que soy una zorra, nadie cambiará eso.

—Desde ahora no volverás a salir. Terminarás tus estudios aquí en casa, ningún hombre se acercará a ti... y te mandaremos a hacerte exámenes médicos.

—Padre esto ya es demasiado —solté—. No tengo ninguna enfermedad, te lo juro, no he estado con nadie más que no sea...

Levantó la mano y mi voz se cortó, su mirada decepcionante me hizo sentir terrible. Él apartó la vista y salió de la habitación sin decir nada más, me dejé caer sentada en mi cama. Mamá corrió hasta mí para consolarme.

—Cariño...

—Mami, te lo juro... yo no he estado con nadie. Solo con Aspen, yo no...

—No necesitas aclararlo. Lo sé —ella besa mi cabeza y me abraza con ternura para calmarme.

—¿Por qué me odia tanto? ¿Qué hice mal?

—Mi amor, Maddie... Escúchame, tú no has hecho nada mal, comprende. Tu padre... él es difícil —resopló sabiendo que no solo es eso—. Pero tú eres perfecta, hiciste todo bien. Vives tu vida y eso está bien.

—No soy tan perfecta como para que él me quiera. No soy suficiente para nadie...

—Lo eres. Eres perfecta. Ante mis ojos y los de muchos otros, tú eres la mejor.

Sollocé de nuevo, escondí mi rostro en el pecho de mi madre y lloré negando con la cabeza, no podía aceptar sus palabras luego de lo que mi padre me dijo. Él creía tantas cosas malas sobre mí que me dolía en el alma que lo hiciera. No puedo con esto... De verdad que me sobrepasa.
Cuando empecé a hiperventilar mamá hizo lo posible para calmarme, tenía la necesidad de volver a rasgar mis brazos con mis uñas o cualquier otra parte de mi cuerpo, miré mis manos apretándolas en puños para evitarlo. Mamá me hablaba pero no podía escucharla, la miré agitada pero solo veía su preocupación y labios moviéndose al hablar, mas no entendía nada.

De repente ella agarra algo de a un lado, y coloca el peluche frente a mí. Lo miré un segundo antes de tocarlo con ambas manos y aferrarme a este. Subí mis piernas a la cama y me escondí en mí misma mientras mamá acariciaba mi cabello y yo abrazaba al peluche.

—Descansa, cariño. Debes hacerlo...

—Quiero ir con Aspen.

—Por ahora debes dormir.

Mamá me recuesta en mi cama, me arropa para dormir y besa mi cabeza con ternura. Se mantiene conmigo en todo momento hasta que cerré los ojos y ya no supe ni cuando se alejó. Mejor, no quería escuchar sus gritos cuando fuera a enfrentar a papá, quería dormir y jamás despertar, o al menos hasta que toda esta pesadilla pueda terminar.

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