He amanecido con un intenso dolor de cabeza, cuestión que no es de extrañarme porque cuando era sometida a esa clase de tensión mi cuerpo cobra factura al día siguiente. Por esa razón evito ponerme en una situación incómoda o donde mi carácter fuese imposible de controlar, al final yo misma soy la que sufre las consecuencias.
Suspiré mientras trató de dejar la somnolencia atrás y permitir a mis ojos adaptarse a la luz natural que proyecta el gran ventanal del edificio donde vivo. Sé que con el dinero que poseo puedo costearme un apartamento de lujo en la mejor zona residencial de Seúl, pero siempre fui de gustos sencillo y una vida tranquila. Así que estaba bien para mí fijar raíces en un mediano edificio donde la gente solía cuidarme y cubrir mi identidad cuando reporteros trataban de acosarme y conocer de manera odiosa mi ubicación.
El edificio está en su mayoría poblado por personas mayores así que me aceptaron rápidamente como una más entre ellos. Era una adulta atrapada en los gustos de señora de más de cincuenta años, pero sin duda mis días favoritos eran los jueves donde los diez habitantes del edificio nos reuníamos en algún piso para jugar ajedrez y lotería.
Miré el reloj sobre el buró, tenía los minutos contados para estar lista y esperar a Rosé tan puntual como es. Hoy la agenda es sencilla, ir a una sesión fotográfica para Vogue y terminar el día en la compañía para definir cuál sería el siguiente trabajo que aceptaría.
– Buenos días mamá. – marque su numero sin esperar mucho en línea, ambas sabemos que ese día en particular nos hablábamos para ponernos al tanto de la vida de la contraria.
– Te he depositado, así que ya podrás comprar esos zapatos que tanto querías. – escuché su bufido del otro lado, me encanta provocarla.
– Siempre es lo mismo contigo Lalisa, ni siquiera me dejas desearte los buenos días cuando ya me estás tachando de materialista. – reí ligeramente por su comentario.
La verdad es que mi madre es mi mayor tesoro, después de la muerte de papá nuestras vidas se vieron claramente afectadas. Pasó tiempo para que ambas nos recuperáramos física y emocionalmente de ese trágico accidente, así que permanecía agradecida por tener a mi madre aun a mi lado.
– Sabes que te amo. – confesé. – Pronto será tu cumpleaños, dime. ¿qué quiere de regalo señora Manoban? –
Desgraciadamente por mi agenda no podía visitar tanto a mi madre como quisiera y ella tampoco le gustó la idea de vivir conmigo en la capital, su estilo de vida es mas campirano y relajado, asi que, le compré un terreno y construí la casa de sus sueños para empezar desde cero. El recuerdo de mi padre siempre nos ponía melancólicas, pero dejar atrás la casa donde crecí nos permitía superar los recuerdos tristes y su partida de nuestras vidas. Además, también la residencia le consentía privacidad la cual muchos reporteros por alguna razón empezaban a acosar porque era obvio si yo no respondía sus preguntas ellos irían a otro lado a conseguirlas y eso la agobiaba.
– Solo quiero que pases ese día a mi lado, compré un cañón y podemos ver una de tus películas juntas. ¿que dices? Ese es mi plan. – reí ligeramente.
– Vaya, no sabía que eres muy fan mía. – burle.
– Soy la numero uno hija. –
– Bien, entonces compraré una tarta de frutas. – sé que son sus favoritas. – Y algunas golosinas para engordar juntas. – su afirmación es todo lo que necesito.
– Ah, también quiero algo... - su duda me hizo detener las acciones al preparar desayuno y lograr encender la cafetera antes de centrar mi atención en lo que tendría que decir.
– Vi la entrevista de ayer. – cerré los ojos.
– No sé si pedirlo sea lo correcto porque obviamente desconocía que mi actor favorito no te agrada. – de todas las personas del mundo en la cual esperase otra dolorosa traición sin duda después de Rosé es mi madre.
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DI MI NOMBRE | LIZKOOK
FanfictionUn actor existe para vivir mil vidas, pero ¿qué pasa cuando ya no puede recordar ninguna?