Mi corazón late frenéticamente mientras observo al médico frente a mí leer con atención los análisis, es fecha de mi chequeo mensual y este día prefería estar refugiada en mi soledad donde nadie puede ver lo vulnerable que soy al miedo y los recuerdos de ese día nublar mi serosidad.
Es mi pequeño secreto porque ni siquiera a Rosé quien es la persona más cercana a mí en esta ciudad se lo he comentado
– Dígame señorita Manoban, ¿ha presentado alguna nueva incomodidad? – soy muy consciente de mi condición y lo que representa tener que aprender a vivir con ello.
Decirlo en voz alta es difícil y hace meses desde que fui diagnosticada con estas secuelas tras el accidente donde mi padre y yo estuvimos involucrados hace años, los síntomas me persiguen y temo que nuevos se manifiesten.
– No, todo bien. A excepción de los dolores de cabeza no creo presentar otro malestar. – el medico asintió ante mis palabras mientras mira una vez más las hojas entre sus manos.
– Comprendo, por seguridad quisiera realizarle una resonancia magnética. – abrí los ojos.
– No se alarme, es para descartar una lesión mayor. –
Asiento en completo silencio mientras le miro escribir la receta y así conseguir la cita para el previo estudio y el pase para la farmacia con el fin de conseguir la medicación.
– Gracias doctor. – me despido para salir del consultorio.
– Nos vemos el próximo mes con su cita y la resonancia. – no quiero verme negativa, pero esta clase de lugares me ponen nerviosa. En especial porque los recuerdo me invaden a ese día donde perdí a mi padre.
Mi rostro denota el ánimo que poseo, solo quiero regresar a casa y quizás llorar cobardemente en la oscuridad de la habitación, esta situación me asfixia y a veces me supera porque vivo constantemente con él miedo a lo que ese medico dirá sobre mí, así que, mientras el fin de mes se acerca todo parece empeorarse y mis nervios matar la cordura que trato de mantener.
Miro la hoja y la fecha de la cita.
Todo es tan deprimente que si no fuera porque las personas pasan a un costado mío, y no son capaces de reconocerme por la mascarilla que cubre mi rostro posiblemente estuviese llorando.
Me hago espacio entre los pasillos que reconozco mientras las salas arregladas remarcan la calidad del hospital. Tengo que mantener en secreto esta situación, así que mi única opción resultó ser un hospital privado. Sería todo un escándalo que alguien me reconociera y empezara a hacer preguntas que no soy capaz de responder.
Especialmente lo días que visito el hospital mi humor está por los suelos.
– Buenos días señorita, mi receta. – le extiendo el expediente y ella me sonríe amable.
Después de unos cuantos minutos con una bolsita de papel en mano pretendo salir del hospital, retiro levemente la máscara que cubre el rostro para poder respirar mejor. Es agobiante y sé que en algún punto tendré que confesar mi verdad, pero por ahora solo tengo tres horas para cubrir mi animo e ir a la compañía para la lectura y formalización de ese guion.
Es difícil levantarse cuando solo quiero llorar de impotencia ¿Por qué me ocurre ese tipo de situaciones a mi? .
– ¿Lalisa eres tú?. – rápidamente me tenso mientras aprieto la bolsa de papel entre mis manos.
– No, con permiso. – escuchó su leve risa mientras trato de esquivar su silueta. ¿en serio no es suficiente con encontrármelo en la compañía? ¿Por qué ahora que mi humor es tan bajo tengo que encontrarme con Jungkook? ni siquiera tengo ánimos de pelear
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DI MI NOMBRE | LIZKOOK
FanfictionUn actor existe para vivir mil vidas, pero ¿qué pasa cuando ya no puede recordar ninguna?