1639 ñAUVERNIA—RÓDANO—ALPES
—Los declaró marido y mujer, puede besar a la novia – concluye la hermosa boda con un cálido beso en sus labios.
Bash Cowell se sentía el vampiro más dichoso del mundo. Contrajo nupcias con la mujer mas hermosa, la hechicera, Carol Lombrad. Levantó el velo de su ahora esposa y se miro en sus ojos supo que no amaría a ninguna mujer, como la ama a ella. Sus ojos azules, su piel blanca como porcelana y su cabello rojo como el mismo fuego la hacía sobresalir entre todas las mujeres de la provincia. Su sencillez fue lo qué llamo su atención. Es su compañera de vida, esa que su luna puso en la tierra para él. Llegaron al castillo donde sus gárgolas hacían guardias mientras el disfrutaba de un gran baile. El banquete estaba repleto de muchos manjares para deleitar a los asistentes. El vino y licores llenaban las mesas. Era la boda más grande que se celebraba en años. Los últimos en celebrar una de esa magnitud fueron los padres de Bash, Adolph y Susana Cowell. Estos desaparecieron una vez que su hijo mayor llegó al torno. Su especie estaría protegida con el respaldo de Bash. Un ser justo, que daría su vida por los suyos.
Bailaron un hermoso vals para abrir el baile. El vestido de Carol es único, blanco con sus hombros descubiertos mostrando su hermosa piel, tenia un corsé en encajes un acabado de flores y una falda ancha digna de esa época.
—Eres la mujer más hermosa sobre la faz, de la tierra – Bash se acerca a su oído.
—Y tu el hombre más apuesto. – Bash toma su barbilla para dejar un cálido beso en sus labios, esos mismos que no se cansaría de besar.
—Vamos a nuestro aposento, hoy te haré mía bajo la luz de la madre luna, bendiciendo nuestro amor. – dice mientras siguen su vals.
—Estoy deseosa de entregar mi cuerpo a nuestra madre para que seas quien rija nuestras vida. – dice con devoción absoluta su nueva reina.
—Veux—tu come avec moi, mon amour? – Carol asiente con una sonrisa en sus labios. La joven hechicera deseaba estar entre sus brazos.
Bash tomó la mano de su esposa para comenzar a caminar por los pasillos alumbrados por quinqués. Llegaron a una de las torres del castillo.
—Este será nuestro nido de amor, aquí te hare mi mujer siempre que pueda y no este lejos de aquí. – cerró la puerta tras él. Su doncella y el eunuco los esperaban para ayudarles con la vestimenta. Desde la distancia frente a frente se encontraban mirando la desnudez de ambos. El solo puso su capa negra y a ella la preparan para su gran noche de bodas. Todo bajo la atenta mirada de su esposo. Una vez listos , Bash ordenó a que lo dejaran solos, sirvió dos copas de vino y le ofreció una a Carol.
— Por nosotros – levanta su copa, la joven mujer lo imita. Chocan sus copas y beben de ella.
Bash fue quien tomó el control, la tomo de la mano para acompañarla al balcón donde la luna llena se reflejaba en sus cuerpos. Dejando ver sus cuerpos con más claridad.
—Amor, prometo serte fiel, por la eternidad – acaricia su rostro.
—Amor, que viviré para ti por la eternidad. – promete Carol antes que Bash se apodere de sus labios.
Se lanzó desesperado, quería tocarla y al fin hacerla suya. Hundió su lengua en la boca de Carol y comenzó esa batalla de poder, se separaron para que la mujer llevara aire a sus pulmones. Bajo con sus besos por su cuello lamiendo el área de la yugular. Sintió en su lengua el calor de su sangre humana. Deseó como nunca escarbar con sus colmillos el cuello de la mujer pero Sabe que debía esperar al momento indicado, cuando ella le pidiera placer absoluto.
Quitó el batín blanco que le habían colocado como parte de la ceremonia. La dejó como siempre debía estar para él, en el momento que se citen en esos aposentos. Mostrando su cuerpo desnudo. Este le quitó las hebillas que recogían su larga cabellera, haciendo que cayera como cascadas cubriendo su cuerpo.
—Eres una verdadera Diosa. — el quito su capa para quedar de igual condición.
Volvió a sus labios donde se fundieron un apasionado beso. Las manos de Bash toman las de su amada esposa y las lleva a su miembro, y juntos comienzan a estimular su ya deseoso pene. Carol siguió sus movimientos mientras el recorría sus pechos con sus besos, amasando entre sus manos para mordisquear sus pezones.
——Mater, ego tibi corpus meum, quod pro vobis ad pugnam solus rex, quod non potest esse. Dilectis Bash. (Madre te entrego mi cuerpo para que te unas al único rey que puedes tener. Nuestro amado Bash)
Un rayo de luz lunar entra por los ojos de Carol.
—Mi luna – Bash se arrodilla ante la mujer desnuda.
—Mi amor – el vampiro se levanta y la besa con fervor.
—No soy merecedor de ti, pero te amo. – La pega a la pared del balcón donde se hallan. Recorre con sus labios el hermoso cuerpo de la mujer. Saborea sus senos, deja pequeñas mordidas en su piel. Abre sus piernas con sus manos y vuelve a sus pezones con su boca. Acaricia su sexo y pasa de su dedo hasta llegar a hundirse por completo. Acomoda su miembro erecto y deseoso para penetrar con mucho cuidado de no hacerle daño. Una vez dentro comenzó a mover su pelvis, subió sus piernas a sus caderas para embestirla con Mayor libertad. Los gemidos de la mujer se hacen eco en el lugar. Bash llegó hasta su boca para acallar sus gemidos. Caminó con ella hasta la cama, salió de ella para voltearla. La puso de rodillas y volvió a adentrarse en ella esta vez posando una mano en su clítoris y la otra apretando fuerte sus pezones, provocando diferentes sensaciones. La mujer se sintió morir y volver a nacer en el momento que alcanzó el orgasmo. Bash salió de ella para subir a la cama.
Se acomoda de rodilla frente a ella, toma sus piernas para acomodarla entre sus muslos. Devoro de nuevo su boca con hambre, se hundió en ella esta vez con una calma pasmosa. Los ojos de su luna iluminan la estancia.
—Ya eres mía – dice en su oído, bajando sus besos por su cuello, oliendo su sangre correr por sus venas. Froto su nariz por su cuello descubriendo sus colmillos. Los rozo por su piel causando una línea rojiza en ella. La mujer excitada por todo lo que el vampiro le hacía comenzó a mover su pelvis deseando más profundo su longitud. Bajó hasta sus pechos dejando mordidas pequeñas cortando su piel para probar de su rojo sabor. —Es exquisita – lamia probando el liquido que calmaba su sed.
—Mi rey – dijo la mujer sintiendo como un nuevo orgasmo la invadía. Bash no pudo aguantar más, al sentir como ella se corría, hundió sus colmillos en su piel sobre la yugular para beber de su fuente de vida, bombeando en su interior toda su esencia.
Bash sacó sus colmillos con mucho cuidado y lamio hasta que los orificios cerraran. La acostó en la cama y sintió como la luz de su luna salía del cuerpo de su esposa ahora dormida en su lecho. Acaricio su rostro dormido —Te amo tanto Carol, no me imagino mi vida sin ti.
Los meses pasaron esa mañana el consejero del rey se acercó para comentarle que debían ir por insumos básicos para los trabajadores. Requerían su presencia ya que se harían de más empleados para el castillo.
—Amor, debo partir hacia, Provincia —Alpes—Costa Azul, necesito suplir a mis hombres de insumos. Vuelvo en unos días.
Carol asiente con una sonrisa en sus labios.
—De paso iré a visitar a Cloe al pueblo, le enviare un mensaje avisando cuando iré. – dice la mujer feliz.
—Claro, te paso a recoger allá y así llegamos juntos. – la mujer asiente y él deja un beso en sus nudillos.
Los días pasaron, Carol llegó al pueblo, no habían niños corriendo de un lado a otro, todos estaban en sus chozas. Llego hasta la de su amiga Cloe y toco la puerta.
—¡Carol! – exclama en cuanto la ve. – entra – mira a todos lados.
—Mi carruaje y el chofer – dice la mujer ajena a lo que esta sucediendo.
—Nathanael, ve acomódalos atrás, lleva los caballos al establo. Con total discreción, que nadie los vea. – el chico asiente.
—¿Qué sucede? – pregunta Carol asustada.
—Mi reina, no debió venir – dice la mujer ofreciéndole una silla
—¿Por qué? – pregunta la pelirroja.
— Los cazadores, los vieron merodeando por las fronteras. – Carol se levanta de prisa todos habían escuchado de sus masacres a herbolarios, comadronas y curanderos de todo el país. Su provincia era alejada a las grandes metrópolis que ya se comenzaban a establecer.
—Por amor a la luna, como es eso posible. – dice la reina agitada, debía advertirle a su rey. – el rey… — sus palabras murieron cuando la puerta fue abierta de una patada. Ambas mujeres miraron con terror.
Hombre de todos los tamaños, colores entraron y las tomaron de los brazos. Para sacarlas a la fuerza de la pequeña choza.
—Maten a las brujas, muerte a las brujas. – se escucha decir a una población que no se sabía de donde había salido hasta hacía unos minutos estaba todo desolado.
En el medio del pueblo hombre y mujeres improvisaban una hoguera para amarrar a las hermosas hechiceras y los curanderos que habían en el lugar. Los amarraron a un madero de tormento y encendieron las llamas mientras los espectadores pedían su muerte.
A lo lejos Bash vio el humo salir precisamente del poblado de Cloe. —Ve más rápido,— ordena a su cochero, llegaron como pudieron en vista a que muchas personas pelegrinaban detrás de los militantes religiosos.
—Damas y caballeros – comienza la proclama el pastor. – estamos aquí reunidos para hacer la voluntad de Dios, que nos ha enviado a acabar con las vida de estos adoradores del enemigo. Ese que pone en tela de juicio su poder. Aquí estamos reunidos para demostrarle a todos que nadie esta por encima del Dios verdadero.
Bash baja desesperado, todo eso era un mal augurio. Había regresado en cuanto supo que los militantes religiosos estaban en las fronteras de su provincia, pero nunca pensó que llegaría tarde a socorrer a su esposa. Miró hacía todos lados, llegó hasta la gran hoguera que ardía alcanzando los pies de su hermosa esposa. Sus miradas se cruzan, de los labios de la mujer salió un te amo en el momento que sus ojos se cierran. El hombre quiso ir a salvarla, pero no lo dejaron.
Una luz broto de su cuerpo que ardía en llamas.
—Meus amor, hoc est, non nostri temporis. Promitto quod ego redire ad tuum ut vivere an aeternum.( Amor mío, este no es nuestro tiempo. Te prometo que regresare a tu para vivir por toda una eternidad)

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La última hechicera
FantasiCarol Lombrad una hechicera experimentada se casa enamorada de su esposo el rey de los vampiros Bash Cowell. Su felicidad no fue para siempre ya que cierto día Bash tuvo que partir a otra provincia francesa y cuando volvió encontró a su esposa en la...