I CAN SEE YOU | LYNN LOUD JR ✓

capitulo nueve

↳ 「 Harriet's POV 」

Me despierto en la madrugada porque me acosté muy temprano, son las 4 de la mañana y veo a Lynn durmiendo a mi lado mientras abraza a uno de mis peluches.

Miro mi teléfono y tengo varios mensajes de Camille preguntándome cómo está Lynn. ¿Por qué acaso no le escribe a ella?

Yo paso un rato en el teléfono y luego decido bañarme ya que de todas formas tenemos colegio.

Al terminar de bañarme y vestirme veo que son las 6:30 de la mañana y ya está amaneciendo, miro como Lynn sigue dormida. La tengo que levantar, pero mierda, ¿Cómo lo hago?

Me acerco a ella y mi primer instinto es tomarla de los hombros y sacudirla. Ella se voltea y tapa con las sábanas. No puede ser.

—Lynn, levántate.

—No.

—Lynn Loud, te tienes que levantar.

Le quito la sábana y empiezo a tocar su cara.

—Tienes que cambiarte y desayunar —le digo y sacudo sus hombros.

Ella abre los ojos y tiene una mirada enojada.

—No —murmura y se vuelve a tapar con las sábanas.

—Lynn, en serio.

—Eres insoportable hasta en la mañana, te veías más linda durmiendo ya que no molestabas.

—Levántate, ahora.

Ella bufa pero termina haciendo lo que le digo, toma la misma ropa que tenía ayer porque se rehusaba a ponerse algo mío.

—Tampoco comeré aquí —me dice al salir del baño— aunque me esté muriendo de hambre.

—No seas estúpida —me quejo.

—Estoy siendo racional —me lanza una mala mirada y luego se concentra en atarse los zapatos— mi papá me puede llevar comida al colegio.

—¿En serio tienes que actuar así? —le pregunto— no seas inmadura, Lynn.

—No quiero nada que venga de tu casa, eso es todo.

—Yo si tengo que desayunar —le digo y camino hacia la habitación— ven.

—No quiero encontrarme con tu papá.

—Mi papá no muerde —le digo rodando los ojos. Me está cansando— además el no desayuna con nosotros, lo hace en su oficina.

—Te espero aquí.

Niego tomándola de sus hombros y levantándola para jalarla por su brazo.

—Vas a venir al comer y vas a comer como una persona normal —le digo a poco centímetros de su cara.

—¿O sino que? ¿Me vas a meter la comida a la fuerza? Tú podrás ser la mayor, pero tengo más fuerza que tú.

Ella se zafa de mi agarre y camina fuera de mi habitación. Que insufrible.

Cuando llegamos al comedor hay dos platos servidos con el desayuno de los miércoles, panquecas.

—¿Es tan triste todos los días de tu vida? —me pregunta— ¿Comes sola?

—Tenía a Camille.

Ella me mira con tristeza y luego se sienta en la silla a mi lado.

—Es un poco triste todo, ya entiendo tus razones de que quieres que ella regrese, pero entiendo más las razones de Camille —ella empieza a comer.