No quiero que esto se acabe

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El día siguiera, acabando con castellano, todos los alumnos bajarían para cada uno irse a su casa. Excepto Clàudia la cual se quedaría al lado de la escaleras esperando a alguien.

Ese tiempo de espera se acabaría cuando vio a Darío pasar, Clau le tocaría el hombro para llamarle la atención. El chico se pararía confuso.

-¿Pasa algo?- le cuestiona el moreno.

-¿A qué hora tengo que ir a tu casa?- le pregunta con vergüenza la rubia.

-Ahh... eso, si quieres por las 17:30 o así.- le contesta sonriendo.

-Vale, me parece perfecto.- le contestaría antes de irse.

Clàudia estaba súper nerviosa, no sabía en que momento había quedado con el chico que le gusta.

Una vez en casa, estaría toda la hora buscando la ropa adecuada para esta ocasión tan especial, no podía ir con un simple chándal pero tampoco se pondría una falda. Así que optó por unos pantalones tejanos cargo junto con un top azul claro.

Una vez eran las 17:20 salió de casa, ya que la vivienda de Darío no quedaba muy cerca.

Ya delante del portal llamo al número indicado, la puerta se abrió, pero no precisamente porque Darío La haya abierto, si no porque de su portal salían sus padres junto con su hermano pequeño.

La chica los saludo a todos y después de eso entro al edificio moderno, estaba algo confusa ya que si sus padres salían eso significaba solo una cosa.

La puerta estaba abierta así que Clau entró, supuso que el chico ya la estaría esperando al salón o a la habitación.

-¿Holaa?- dijo la rubia con un tono de voz alto.

Nadie respondió a su saludo, hasta que... mierda. La chica escuchó chorros de agua cayendo en un sitio específico, en el baño. Allí es cuando se dio cuenta que él estaba en la ducha.

Ella se sentó en sofá expectante a que él saliera, el tiempo pasaba y pasaba. Hasta que una puerta se abrió.

Clau se levantó para acercarse a ver qué era, y se encontró con...

Darío estaba solamente con una toalla en la cintura tapando su paquete, dejando al descubierto la parte del tronco. Tenía el pelo mojado al igual que la mayoría del cuerpo.

-¡HOSTIA!- gritó la rubia al verlo de esa forma.

-¿!QUE HACES AQUÍ?!- pregunto el moreno gritando.

-¡ME DIJISTE QUE TE AYUDARÁ CON INGLÉS!-
Dijo Clàudia aun gritando.

-¿!Y POR QUÉ GRITAMOS?!- pregunto Darío también gritando.

-NO LO SE- exclamó chillando.

Después de este acontecimiento inolvidable para los dos, el chico se fue a la habitación para cambiarse. Se dirigió al comedor con todas las cosas para estudiar y demás.

-L-lo siento por haberte hecho pasar vergüenza- se disculpaba Clàudia mirando al suelo.

-N-no pasa nada, ha sido culpa mía por no acordarme de que venías.- un silencio incómodo invadió todo el espacio.

Los dos levantaron las miradas y se encontraron, haciendo que saliera una sonrisa sincera de parte de ambos.

-Bueno, ¿empezamos?- proponía la chica a Darío.

-Si,si... claro.- le contestó mientras encendía el ordenador.

Pasaron varios minutos hasta que el estómago de Clàudia sonó hambriento.

-¿Tienes hambre?- le pregunta mientras reía un poco.

-Emm... bueno, un poco si.- le respondía mientras se sonrojaba un poco por la incomodidad.

Darío se levantó del sofá para ir a la cocina a buscar algo de comer, en cambio Clàudia se quedó sola en el comedor esperando a que viniera.

El chico volvió con un par de plátanos, le ofreció uno a la rubia.

-Pretendía encontrar galletas para al parecer se han acabado.- dijo algo desilusionado.

-Tranquilo, tranquilo... no pasa nada, una banana también está bien.- le contesto dándole un mordisco a la fruta.

Las horas pasaron, hasta que ya llegó la hora de irse eran ya las 20:30 la tarde había pasado volando. Por la parte positiva ya habían avanzado un montón para el proyecto de inglés.

-Buaah... ya va siendo hora de que me vaya.- afirma Clàudia mientras guardaba las cosas.

-Si quieres te acompaño, esta bastante oscuro. Además no queda muy cerca mi casa de la tuya.- lo ojos de ella brillaron al escuchar eso.

-No, no hace falta. No está tan lejos, después tienes que volver tu solo hasta aquí.- le contesto mirando a un lado.

-Que da igual, te acompaño. No es ninguna molestia de verdad.-

Salieron del edificio y se dirigieron a casa de Clau, la cual estaba a unos 7 o 10 minutos. El camino se hizo corto. Se la pasaron hablando de voley y cosas así.

Hasta que una pregunta curiosa sale.

-¿Te has visto Haikyuu?- le pregunta Darío.

-¡Sii! Es un anime buenísimo, si me tuviera que borrar la memoria para volverlo a ver como la primera vez lo haría.- le respondería Clàudia emocionada.

-Mhh... genial, ya tenemos otra tema de conversación.- diría riendo un poco.

Después de esta última conversación ya estarían enfrente del portal, era hora de despedirse.

-Muchas gracias por acompañarme.- le agradecería la rubia mirándolo sonrojada.

-No ha sido nada, espero vernos pronto.- diría el moreno también sonrojado.

Cada uno en su casa, ya tumbados y tranquilos. Sin ningún tipo de preocupación.

Clàudia quería que ese día se repitiera, no quería que acabara ese día magnífico junto a él.

<<No quiero que esto acabe>> esto sería lo último que pensarían los dos antes de caer en largo y profundo sueño.

𝐀𝐦𝐚𝐧𝐞𝐜𝐞𝐫 𝐝𝐞 𝐬𝐞𝐧𝐭𝐢𝐦𝐢𝐞𝐧𝐭𝐨𝐬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora