Capítulo I

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Tantos años de arduo trabajo llegaban a su culminación ese día, no porque fuese deseo propio, sino porque el nuevo director la consideraba poco apta como profesora de arte entre indirectas. Lo estuvo presintiendo desde que su antigua jefa decidiera retirarse y ella no era tonta, durante la semana estuvo escuchando los rumores que corrían gracias a sus compañeros que el hombre—actual director—, buscaba darle otro rumbo al dinero que invertía en el seguro que la cubría y materiales especiales para su clase, nunca le agradó su soberbia y arrogancia. Se prometió a sí misma que jamás olvidaría su nombre, ni como se escuchaba al darle unas hipócritas disculpas. Esa era una de las razones, la segunda, su ceguera, imaginaba sus expresiones casi de asco al verla, entre otras palabras poco sutiles, quería deshacerse de ella. Caminaba por última vez con cuidado de tropezar ni golpear a nadie, aún teniendo años de práctica, rara vez utilizaba su bastón. Muchas veces terminaba riendo con sus alumnos por alguna broma implícita que le hacían sobre si de verdad estaba ciega, pero nunca se sintió ofendida, o la primera vez que un alumno intentó coquetearle y se molestó pensando que estaba siendo ignorado. Tantos recuerdos lindos se llevaba en el corazón, así como aquellos no tan lindos que le enseñaron muchas cosas. Escuchaba los murmullos de algunos chicos indignados a su paso, muchos estaban ofendidos por su restitución discriminada. Amaba el apoyo que le daban, demostraban lo mucho que la querían y no necesitaba verlos a los ojos para saberlo, podía ver el destello de sus almas. Los pasillos extrañamente comenzaban a sentirse más estrechos que antes, casi irreconocibles para sus pies. Tocó la puerta confirmando como tantas veces que era su número de aula. Ingresando al salón, todo se volvió silencioso, lo único que hacía bulla eran las ganas de llorar formándose en el interior, la última clase del día y de su estadía en National City University (NCU).

Kara Danvers tenía un don increíble, descifraba los misterios más profundos del arte cuando explicaba el significado de cada pintura, escultura, arquitectura o acontecimientos dados durante las épocas más importante del arte. Explicaba con base a sus sentimientos, le inyectaba pasión a cada una de sus palabras. Todo eso enganchaba a sus alumnos y ellos la admiraban tanto, no les importaba tanto darle su tiempo para acomodarse, porque necesitaba acomodarse. Sacaba sus audífonos del pequeño estuche, se los colocaba de forma correcta en casa oído. Sintonizaba la presentación para saber de cuál cuadro se trataba, junto a unos datos importantes a mencionar y tomaba su control para pasar cada diapositiva, desde ahí sus alumnos eran transportados a cada época y a cada siglo.

¿Señorita Danvers?

—Dígame, Luciana —tranquila respondió el llamado de una alumna muy especial para Kara, dirigió su mirada a donde creía que estaba por la dirección de su voz,

Quería extenderle a nombre de todos que, nos parece injusto que el viejo verde del nuevo director la haya despedido —suspiró tocando con sus manos su escritorio para recostarse—. ¡Está discriminándola! No nos parece justo, amamos su clase.

La vida no es justa muchas veces, chicos. Agradezco mucho su consternación —sonrió triste, imaginaba el rostro de sus alumnos—. Ahora continuemos con la clases, quiero adelantarle todo lo posible a su nueva profesora —por ellos, solo por ellos lo haría.

Imra Ardeen es una perra —escuchó el murmullo de alguien más, pero decidió dejarlo pasar, porque era cierto.

Imra Ardeen iba a tomar su puesto, la mujer que supuestamente estuvo enamorada de ella y le juró amarla sin importarle su ceguera. Todo había sido una mentira, todos y cada uno de sus alumnos le advirtieron que la mujer estaba jugando con sus sentimientos, únicamente para recibir méritos por ser su "apoyo". Tuvieron razón, hasta su hermana mayor se lo dijo de frente y con dolor en el alma. Aprovechando su trabajo como agente del FBI, se dedicó a investigarla—sobreprotectoramente—, encontró qué estaba saliendo con un bartender, siempre estuvieron juntos en el tiempo que decía amarla. Kara, sin embargo, nunca llegó a desarrollar sentimientos románticos hacia la mujer, solo cariño. De igual forma, su traición le dolió mucho y, todavía más, cuando se enteró que el director pocos días antes, la nombró como sustituta suya.

 Ojos Del AlmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora