Capítulo IV

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Esa mañana se levantó preguntándose en qué insistante habían pasado dos meses desde que su vida dio un giro inesperado—otro más—, no se quejaba, agradecía cada día haber tenido la suerte bendita de conocer a Lena Luthor. Su ángel de rostro desconocido, como le gustaba nombrarla cuando hablaba con su hermana, Alex. De alguna forma poderosa llegó a demostrarle que nada se acababa en la vida solo porque comenzara a tener un rumbo distinto, era bueno salir de la zona de confort algunas veces—o casi siempre—, e intentar adquirir nuevas experiencias. Como ejemplo más vívido, era su nuevo trabajo, le comenzaba a encantar la nueva casa de enseñanza superior que ahora trabajaba gracias a Lena. Sus primeros días recorriendo los pasillos eran todo una travesía, como evitar estar chocando a cada cinco metros con algún alumno. Sin embargo, su capacidad perceptiva mejoró a la semana siguiente, logró acostumbrarse, ya no lo hacía, caminaba más fluida por los pasillos y saludaba en dirección a las voces conocidas de sus compañeros, o algunos que empezaban a empatizar más con ella, poco a poco les fue agarrando cariño y entendió por qué Lena los tenía como amigos—a los profesores—, eran divertidos, pasar con ellos cuando coincidían en el comedor de profesores lo consideraba como la mejor parte de su día ajetreado, especialmente si cierta CEO aparecía unos cuántos minutos porque pasaba muy ocupada.

Kara aprendió más sobre ella, desarrolló con el paso del tiempo una afinidad por saber sus creaciones científicas y a qué organizaciones ayudaba secretamente—ahora no tan secreto gracias a su agente favorita—, ¿cómo podía evitar sentirse anonadada? Le parecía la persona más interesante y desinteresada que jamás hubiese conocido antes, pero había algo más, temía estar enamorándose poco a poquito de Lena. A veces podía oler su perfume costoso a las afueras del salón donde daba sus clases, o escuchaba unas pequeñas y quisquillosas risas porque sus alumnos la veían, sabía que era ella, muchos estaban perdidamente enamorados, no los podía culpar posiblemente ella siendo todavía una adolescente lo haría. Intentaba no sonreir fingiendo no saber nada, le costaba gran parte mantenerse en una misma postura y no mirar hacia su dirección, significaba mucho como intentaba cuidarla en silencio, aun teniendo presente que odiaba ser tratada como una mujer de cristal. No le molestaba tenerla cerca, ni siquiera al mayor de los Luthor que empezó a tener cambios mejorables cuando se dirigía a ella, porque recordaba frunciendo su ceño la primera vez que lo conoció, pero supo cómo manejarlo sola.

Flashblack

Alistando su material audiovisual para dar la clase, sus alumnos fueron silenciados de una forma brusca, usualmente comentaban entre ellos algún chisme o se quejaban de otras clases mientras la esperaban. Esa vez no, comenzó a percibir un perfume masculino de apariencia muy fina que entraba, podía escuchar sus zapatillas y lo sintió cerca suyo.

—Buenas tardes, alumnos —escuchó como contestaban entre dientes, supo enseguida que tenía una ogro encima—. Usted debe ser Kara Danvers, ¿correcto?

—Sí, esa soy yo —contestó tranquila—. ¿Con quién estoy hablando?

—Claro, se me olvida que es ciega —Kara no se sintió humillada ante la mención de su condición visual—. Soy Alexander Luthor, también propietario de esta hermosa y prestigiosa universidad, señorita Danvers. ¿Mi linda hermanita no le habló sobre mí?

—Primero, es un gusto conocerlo, señor Luthor —fingió su mejor sonrisa—. En segundo lugar, por supuesto. Le-la señorita Luthor me habló sobre usted y su rol en esta universidad.

—Bien, entonces no le importaría su comienzo a hacerle unas preguntas sobre la historia del arte. No se lo tome como algo personal, solo quiero que mi universidad tenga el personal capacitado —el silencio era sepulcral, pero ella no le tenía miedo a nadie.

—Para nada, puede preguntar lo que guste.

Fin Flashback

Desde ese momento podía decir que se ganó el respeto de aquél hombre. Horas más tarde del mismo día, Lena se había llegado a disculpar muchas veces por el compartamiento fuera de lugar que tuvo Lex. Le aseguró que su hermano mayor era una buena persona, pero enfrentaba una situación personal complicada y algo escandalosa. Además de invitarla a una cena rápida—hamburguesas y papas fritas—, la felicitó porque lo había dejado bastante impresionado por su conocimiento y capacidad de desempeñarse bajo presión. Suspirando dejó sus posiciones sobre el escritorio, estaba muy envuelta en el encanto de la menor de los Luthor. Dejó escapar un pequeño bostezo, estuvo hablando muy tarde con su familia, los extrañaba, pero esa oportunidad no tener un salario más digno—extremadamente—, era necesario para subsistir y, quién sabe, optar por una posible operación para corregir su tracoma en futuro lejano y a la vez cercano—algún día—, pensó la rubia encendiendo el equipo.

 Ojos Del AlmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora