Ojos Del Alma

Capítulo XI

La pregunta tomó desprevenida a Lena, su corazón se logró acelerar con fuerza, sus mejillas se habían puesto calientes y tenía las manos completamente frías sobre el volante, ¿curiosidad, obviedad, o qué? Se preguntó estacionando mejor el auto en algún vacío que logró encontrar entre el poco caótico tráfico de la noche, intentó regular los latidos frenéticos de su corazón mientras apagaba el motor, cerró los ojos un momento, sabía que Kara estaba hablándole, pero no podía escucharla. Volvió a la realidad cuando vio que intentaba salirse del auto—estaban bloqueadas las puertas—tomó su mano, no sabía de qué se trataba el arranque de escapar, seguramente eso le decía y que no pudo escuchar por su pequeño trance.

—¿A dónde crees que vas, Kara? —le preguntó con dulzura, acarició los dedos su mano intentando hacerle bien que todo estaba bien—No te vayas.

—¿No estás molesta por la pregunta que te hice? —Lena moría de ternura cada vez que veía como fruncía su ceño, levantó su mano y le acarició la mejilla.

—¿Enojarme?, ¿por qué exactamente lo haría? —siguió acariciando su suave piel, cerró sus propios ojos, era una Luthor, no escapaba— No preguntaste nada malo, solo me tomaste por sorpresa, es todo —sonrió mostrando sus hoyuelos invisibles para la rubia—. Sí.

—¿Sí te molesta, o sí te gusto?

—Me gustas, Kara Danvers —no diría que estaba enamorada, aún—. ¿Es lo que deseabas escuchar?

—Sí, eso quería escuchar, ¡porque yo también siento lo mismo! —la CEO sonrió tan amplio que le dolían sus mejillas—. Diablos, me hubiese gustado confesarte mis sentimientos primero, pero...

—Hey, cariño —se quitó el cinturón y tomó el rostro de Kara con ambas manos—, lo importante es que tomaste la iniciativa para preguntarme —unió sus frentes—. Honestamente quién sabe cuanto tiempo me hubiese demorado en confesarte mis sentimientos por ti.

—No puedo creer que sientas lo mismo que yo, Lee —suspiró sintiendo como una bonita paz se instalaba en su pecho—. Es como imposible de creer que alguien como tu se fije en mí.

—¿Cómo es eso de que alguien como yo? Kara, me fijé en ti porque eres la persona más preciosa del mundo —se separó para mirar como esos hermosos ojos azules con matices grises se humedecían—. Cada día que pasa, me enseñas a ver las cosas con otros ojos. Te miro a los ojos...

—Que no pueden verte...

—¡Kara!

—Es la realidad, Lee. No puedo verte, solo manchas negras como si fueran pintura que no me permiten hacerlo —Lena tensó su mandíbula impotente en ese momento—. ¿Querrás estar con alguien que ni siquiera podrá ver tu cuerpo en el momento que hagan el amor?

—¡Sí, quiero! Escúchame, lucha contra esos pensamientos y dudas, porque jamás voy a dejarte por la condición que tienes, ¿sí? —volvió a acariciar su rostro—. Te quiero a ti completamente, eso significa que no necesitas más. Yo soy quien no se siente digna de que te hayas fijado en mí —Kara iba a hablar, pero Lena colocó un dedo sobre su labios—. ¿Sabes por qué? —negó con su cabeza— El peso de mi apellido me seguirá mucho tiempo, así como sombras. ¿Estarías dispuesta a luchar conmigo, Kara? Quisiera que disipemos las neblinas que quieren atormentarnos, como en este justo momento.

—No me importa tu apellido... —derramó unas cuantas lágrimas aceptando por primera vez estaba rota— Creo que llamaré a la Dra. Rojas para agendar una cita. Estoy rota, lo he estado desde que perdí mi visión, solo que intenté negarme a estar triste.

—Tienes todo el derecho de estar triste, porque eso también está bien. Incluso, estoy considerando agendar una cita con mi pasará terapeuta —sabía que la rubia no era la única—. Necesito volver a enfrentarme contra mis traumas, todos tenemos demonios a los que debemos derrotar para poder seguir adelante —necesitaba hacerlo, por su bien, por su paz mental—. Recuerda que estoy contigo, ya no dejaré que nadie, ni nada se interponga.