Capítulo II

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Iniciar de cero, esa era la única alternativa que le quedaba a Kara Danvers, tomar nuevos rumbos, arriesgarse hasta poder encontrarse a sí misma nuevamente. Habían pasado dos semanas desde haber perdido su empleo de forma injusta por la discriminación del actual director, Morgan Edge. Recordar su nombre le generaba mucho ardor en el estómago, como fiel creyente del Universo, esperaba que el karma tocara sus puertas pronto. A su vida llegaba una oportunidad arriesgada, un día la alarma, cuya notificación le avisaba sobre un trabajo, había llegado a su perfil. Podría ser guía de arte en una pequeña galería importante ubicada en Massachusetts, si se dejaba el puesto, tendría unos números más de salario que siendo educadora, lo único desfavorable era mudarse a ese estado, bastante lejos de su familia. Cuando su hermana mayor se enteró—fue la primera—, casi la deja sin sus facultades auditivas por el grito, negándose varias veces a permitirle irse tan lejos. Estuvo recordándole cuánto le dolía ver que seguía insistente en verla como a una niña incapaz de vivir, duraron molestas varias horas. Hasta que después Alex la llamó para darla una única condición, debía ser ella quien se encargara de llevarla a Massachusetts y verificara que todo fuese verdad, no una broma de mal gusto. Kara había aceptado, no porque quisiese seguir alimentando el absurdo pensamiento de que necesitaba ayuda, sino porque no tenía otras alternativas.

El viaje de avión duró unas cuántas horas y, en su mayoría, silenciosas. Llegando al aeropuerto, Alex se encargó de enumerarle algunos sitios buenos que sus amigos y compañeros se encargaron de recomendarle a Kara—la apreciaban mucho—, ella solo asentía abrazándole más el brazo, lo primero que necesitaba era conseguir un hotel temporal apto para su discapacidad visual, después llegaría lo demás. No le gustaba cantar victoria antes de tiempo.

—¿Podríamos ir a comer? Esa comida del avión no me dejó nada satisfecha —Alex sonrió, apretándole el brazo.

—Me empezaba a preocupar de que no me lo hayas preguntado antes —Kara se rio dándole un manotazo, su apetito feroz no tenía remedio.

—¿Ese fue un mensaje para ti, Alex? —preguntó por el claro sonido que reconocía.

—Sí... —contestó leyéndolo, arrugó su nariz disgustada. Su estaba solicitaba que llegase en cinco horas a National City, parecía ser un caso importante— Dios, a veces odio a mi jefe.

—¿Debes volver? —preguntó entristecida, amaba estar con su hermana después de todo— Tiene que ser un caso importante para solicitarte.

—Eso parece —suspiró rascando su nuca, miró a los transeúntes, muchos se fijaban en Kara, sonrió triste—. Pero no quiero dejarte sola.

—Alex, no puedes abandonar el trabajo que tanto amas por mí. Solo llévame al museo, después me las arreglaré como siempre lo he hecho —estaba tranquila, sacó su bastón quitándole el brazo a su hermana. Debía acostumbrarse.

—De acuerdo —no refutó nada más—. Estaré llamándote a cada hora, no se te olvide andar bien cargado el móvil.

—Sí, mamá —se burló intentando concentrarse a no golpear a nadie—. Pero dejar de ser intensa conmigo, no sé cuántas veces debo repetirlo.

—Sí, sí —rodó los ojos arrastrando la maleta de su hermana—. Entiende que me preocupo por ti. Ni siquiera sabes dónde puedes hospedarte, Kara.

—Y voy a solucionarlo, no sé por qué haces tanto drama —bufó molesta sintiendo a su hermana detenerse—. ¿Llegamos a la parada de taxis?

—Sí —le colocó una mano sobre su espalda alta—. Abriré la cajuela, no entiendo qué traes tan pesado.

—Débil —volvió a reírse, sonrió divinando la dirección donde estaba—. Traigo mis libros de historia y mi equipo especial. ¿Cómo podré ser guía, sin tener guía? Literalmente la necesito, deja de quejarte —redundó irónica.

 Ojos Del AlmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora