Capítulo XIII

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El sonido de una alarma lejana comenzó a perturbar sus sueños, reconocía el sonido, era el timbre que usaba para identificar cuando Alex la llamaba, quería dejarla calva por haberla despertado de tan bello sueño. Soñaba que por fin podía ver el rostro de Lena, sus penetrantes ojos verdes y esa sonrisa hermosa que podía ser traviesa, o sus perfectas cejas. Si su sueño describía como realmente era su rostro, no tenía ninguna duda de que lo increíblemente hermosa y sexy que era. Maldijo en voz baja escuchando como se apagaba el sonido, no entendía por qué Alex tenía tanto afán de saber cómo estaba a todas horas, necesitaba su privacidad, de pronto recordó lo sucedido en sus años como adolescente, cuando la pelirroja no descubría su verdadera sexualidad.

—Si sigues frunciendo el ceño así, tendrás arrugas —escuchó esa voz ronca ronca que lograba estremecerla.

—¿Hace mucho que estás despierta? —preguntó estirando su brazo para rodear su cintura— ¿O te despertó mi móvil?

—Desperté mucho más antes de que comenzara a sonar —acarició sus mejillas, tenía pequeñas pecas que la hacían lucir adorable—. Me quedé quieta para no despertarte, pero ya vemos que lo hizo alguien más.

—Alex —gruñó tapándose el rostro con las sábanas—. Ya no sé si lo hace para cuidarme, o aprovechó para vengarse de una pequeña travesura que le hice en la secundaria.

—¿Qué hiciste? —preguntó curiosa recargando su codo para recostar el rostro en sobre la mano.

—Mi hermana tuvo algunos novios antes de descubrir su verdadera sexualidad —comenzó—, estaba en una etapa muy rebelde, mis padres tenían que salir mucho a conferencias médicas, o por trabajo como tal y la dejaban cuidando de mí.

—Y se molestaba porque no tenía la misma libertad —Kara gesticuló un sonido de afirmación—. ¿Eso fue cuando te quedaste sin vista?

—Oh, no, eso fue mucho antes —sonrió nostálgica—. Alex aprovechó que mis padres estarían fuera unos días y llevó a uno de sus novios y yo...

—¡¿Los interrumpiste cuando iban a tener sexo?! —Kara soltó una sonora carcajada, porque eso hizo, recordó como su hermana había durado días sin hablarle— Demasiado astuta, señorita Danvers.

—Hoy en día me agradece que la haya interrumpido —encogió sus hombros, recostó de medio lado quedando muy próxima a Lena—. Soñé contigo y no quería despertarme, ¿sabes?

—¿Por qué, cariño? —se acercó a darle un pequeño beso en sus labios— ¿Qué soñabas para no querer hacerlo? No me prives de ver tu hermosa mirada, tienes ese azul profundo que me deja atrapada.

—No digas tonterías, Lee —se rio sonrojada—, lo decía en forma metafórica, siempre volveré a ti —Lena suspiró enamorada—. Veía tu rostro, Lee —encontrando su mano, la besó suavemente dejándola cerca de su pequeño—, porque podía ver tu rostro no quería despertarme —comenzó a detallarlo una vez más con sus dedos, pasaba por sus párpados, cejas, nariz y así hasta su mandíbula—. Veía tus imponentes ojos y tu hermosa sonrisa, quería plasmarte en un lienzo para siempre.

—Ven aquí, rubia preciosa —la envolvió entre sus brazos, dejó que se acomodara entre sus pechos desnudos—. ¿De verdad te gustaría volver a ver?

—Es un pensamiento que se ha vuelto recurrente en mi mente —cerró los ojos, el aroma que tenía la piel de Lena era embriagante—. Desde que comenzamos a ser recurrentes, yo no dejaba de pensar en ti; cómo lucirías a pesar de que Alex te describió por mí —se detuvo algunos segundos, pensaba que no solo por eso—. También porque no quiero ser una carga para nadie, estoy propensa a sufrir muchos accidentes. Mi padre y mi madre han sido afectados de alguna forma, nunca me lo demostrado, ni mucho menos, pero no soy nada tonta.

 Ojos Del AlmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora