Capítulo VIII

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Absorta en sus pensamientos no escuchaba nada de lo que su hermana le estaba diciendo, trataba algo sobre Sam, solo sabía eso, luego se perdió. Tenía toda la intención de prestarle la debida atención a su hermana, pero sus pensamientos estaban llamándola con fuerza; podía escuchar los murmullos de esos hombres y mujeres que la acosaron sin importarle asfixiarla, o condición de discapacidad, "¿usted y la CEO Lena Luthor están saliendo?", "¿es cierto que usted está ciega?", esa y cada una de las preguntas quisquillosas atormentaban su ya de por sí saturada mente. Acarició el dije de la pequeña cadena que sus padres le habían regalado en la navidad anterior, una muy bonita antes de que su vida fuese cambiada tan inesperadamente. Salió de sus pensamientos como arte de magia a penas escuchó que Alexandra pronunciaba el nombre de Lena, giró el rostro en la dirección que se encontraba, porque percibió el movimiento en el sofá, significaba que lo había abandonado para ponerse en pie.

Entonces, hermana. ¿Está bien que me vaya? Me quedaré tranquila porque Lena estará contigo —la escuchó dirigiéndose a la cocina a dejar los platos sucios supuso.

—¿Eh? Sí, puedes irte. No te preocupes por mí, no soy una niña —disfrazó su clara dispersión—. Intenta no meterte en problemas en el trabajo.

—Lo intentaré, pero lo prometo nada —se acercó a darle un beso en el cabello—. Llámame si sucede algo extraordinario. ¡Te amo!

¡También te amo! ¡Cuídate! —elevó la voz, escuchó como se cerraba la puerta y suspiró —Y una vez más se fue sin fregar los platos...

Subió ambas piernas al sofá, abrazó sus rodillas y recargó su cabeza hasta quedar abrazada consigo misma, se preguntaba qué había hecho mal en su vida para sufrir semejantes embestidas. Cerró los párpados intentando imaginarse su vida pasada, cuando podía ver, caminar sin tener que depender de nada ni nadie para irse a donde quisiera. Comenzó a derramar unas cuántas lágrimas empapando su pijama de no sabía qué diseño le había dado Alex, esperaba nada vergonzoso, porque iba a recibir por primera vez a Lena Luthor, tragó saliva con fuerza, soltó una risa irónica dolorosa—¿cómo alguien como Lena Luthor se fijaría en ella?—, pensó lastimándose ella misma, estaba perdiendo ese optimismo y amor propio que tanto le caracterizaba, no podía permitir caer nuevamente en aquella oscuridad mental.

No supo cuánto tiempo estuvo en ese estado, hasta dormida se había quedado, se enderezó asustada cuando el timbre de su puerta sonó, frunció el ceño apenas yergue la espalda, se lograron adormecer algunos músculos. Mentalizó dos cosas, tomar por primera vez terapia psicológica y volver a realizar ejercicio, estaba perdiendo la flexibilidad que le caracterizaba. El timbre volvió a ser tocado, en su fallido intento por salir del sofá con rapidez, golpeó la pequeña mesita de café haciendo que las tazas puestas se quebraran en el suelo.

¡¿Estás bien, Kara?! —escuchó la voz preocupada de Lena.

—¡Sí, dame un segundo! —dio varias respiraciones, su corazón no dudó en acelerarse— Cálmate, Kara, no es una cita —murmuró para sí misma esperando estar lo suficiente presentable.

—Kara, ¿estás bien? —le preguntó ella apenas abrió la puerta— Escuché que se rompieron cosas y pensé que algo malo te había pasado.

—Sí, disculpa —rascó nuca avergonzada—. Me quedé dormida en el sofá y cuando escuché el timbre me asusté, golpeé la pequeña mesita y lo que había en ella se fue al suelo.

—No tienes que disculparte, a todos nos ha pasado alguna vez —la dulce voz de Lena calmó un poco su voz interna que le gritaba "inútil"—. Espero que tengas hambre aún, no supe que traer específicamente así que traje un poco de todo. Pero si quieres estar sola yo entenderé.

 Ojos Del AlmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora