Capítulo XV

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Los días siguientes transcurrieron cargados de trabajo, ya que estaban en el último día de clases para salir a vacaciones. Entre los pequeños lapsos de tiempo, o fines de semana, las chicas se las ingeniaban para verse y tener citas, quedarse a dormir en casa de cada una, reírse, besarse hasta agotar el aire en su pulmones y ver películas hasta el cansancio. No obstante, todavía no habían lograda tener la dichosa conversación de qué pasaría entre ellas a futuro—por miedo—, porque ya el título de amigas no calzaba con su relación y lo tenían bastante presente. En ese tiempo, Lena sorprendió resultando ser una mujer romántica empedernida, le llevaba flores, chocolates e incluso le compraba detalles que Kara siempre había querido, pero su corto salario y estilo de vida se lo impedían y, sobre todo, quería distraerla un poco de la realidad que iba a afrontarse, la primera audiencia contra Morgan Edge. Habían perdido la cuenta de cuántas horas estuvo la rubia preparándose con la morena para el momento, sin embargo, seguía sin ser capaz de decirle que gracias a ese detestable hombre morboso, había tenido serios daños en sus ojos y que debido a eso perdió su vista. Sam sabiamente le aconsejó no torturarse tanto con eso, lo usarían como un as bajo la manga, ya que dichosamente lograron contactarse a varios testigos para atestiguar en contra de él, hasta los mismos, en su entonces niños, presentarían pruebas y diagnósticos de sus complicaciones intestinales gracias a Acrylee Chemicals.

Ahora estaban listas para irse de forma oficial a vacaciones, Kara se sentía nostálgica, sus muchachos ya dejarían de ser alumnos suyos, era la última sesión que tenía del día, significaba que ya concluía oficialmente su plan de enseñanza y así se iría de viaje a National City con Lena, Ruby, Sam y su hermana, volvería a estar con sus padres después de tanto tiempo, ansiaba descansar unos días en Midvale, despejar su mente. Si Kara era honesta consigo misma, podría decir que se sentía extremadamente nerviosa en esa última semana, los vellos de sus brazos se erizaban como un sexto sentido indicándole que algo raro estaba pasando a su alrededor y no sabía de qué se trataba. Intentaba ignorarlo, siempre lo hacía, pensaba que se trataba por la audiencia y su mente quería jugar con ella. Logró aprender algunas técnicas de relajamientos que le dio la Dra. Rojas, lo aplicaba en los momentos que se acordaba, otras veces olvidaba hacerlo.

Sumergida en su mente, a la vez que intentaba alistar todo su material, repentinamente las luces se apagaron, podía distinguirlo, no veía las telas y manchas que le impedían ver, todo lucía completamente oscuro como en su habitación a la hora de irse a dormir.

—¿Acaso se ha ido la luz? —preguntó en voz alta para sí misma, extrañada de que eso haya sucedido, si la fuente enérgica de LUF era anti destructiva e inagotable como le explicó su casi novia.

De pronto escuchó unos ligeros pasos deslizar la puerta corrediza, su espalda se puso rígida repentinamente, no era Lena, ni Sam, o Lex, incluso Lillian llegando a reconocer un poco cómo saber que era ella, fue la misma CEO quien le advirtió sobre ello y en el peor de los casos Jack Spheer. Su respiración se volvía entre cortada, sintiendo como el ambiente se convertía gélido y pesado, estaba quedándose paralizada, iba a pasarle algo malo. Debía estar alerta, actuar sin caer en el pánico.

—¿Quién está ahí? —preguntó siendo valiente, rodeó poco a poco el escritorio.

El hombre vestido de negro musculoso, sonrió victorioso, su trabajo estaba casi ligado entre las sombras, podía sentir el miedo de sus víctimas, sacó de su bolsillo un objeto contundente, una especie de ladrillo de aluminio pesado. Quién lo contrató para ello, le pidió una sola cosa, hacerla perder su única esperanza de volver a ser ella, sus ojos, impactarlos.

Vengo a dejarle un pequeñito mensaje, perra —se rio de forma malévola, era un hombre de color, calvo—. Eligió meterse con la persona equivocada, señorita Danvers.

 Ojos Del AlmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora