Capítulo XVII

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La rubia sonrió mirando a Lena regresar a la habitación, tan guapa e imponente con su blusa de botones y falda ajustada a sus caderas; conocía todo de la CEO—refiriéndose a su esencia—, todo ese tiempo a oscuras, le enseñó a verla con los ojos de su alma, algo que las personas no hacían y si ella no hubiese perdido la vista, quizá tampoco hubiese podido. Kara le había pedido que llamara a Alex para verla luego de tantos años sin hacerlo—literalmente—, quería ver cuánto había envejecido, o ambas más bien y moría por ver a sus padres, el último recuerdo que tenía era verlos jóvenes relativamente. Bajó su mirada a las manos de su amante, también observó que en sus manos llevaba un espejo, internamente lo agradeció porque quería verse y saber cómo le había pasado los años, tener casi treinta y dos años sin poder reconocer cuánto habían cambiado sus facciones era difícil.

—Cariño, Alex vendrá dentro de media hora —se colocó a su lado, sonreía radiante—. Te traje un espejo, pensé que querías mirarte a ti misma.

—Es perfecto, gracias —le devolvió la sonrisa tomando con cuidado el espejo, apunto de levantarlo Lena la detuvo colocando su mano.

—Kara, debes saber que te quedó una pequeña secuela del ataque de anoche —la rubia asintió dándole una mirada tranquilizada—. Adelante, puedes verte y yo te explicaré qué sucedió.

Desviando su mirada, regresó su atención al espejo, levantándolo poco a poco se vio el reflejo que pensó no ver jamás otra vez. El brinco doloroso que dio su pecho, estaba cargado de muchas emociones a la vez, llevándose una mano a la boca comenzó a derramar lágrimas silenciosas. Su rostro no había cambiado mucho, pero se veía como toda una mujer madura, pequeñas líneas de expresión bajo sus ojos, comisuras de los labios y algunas en su entrecejo. Sus ojos azules grisáceos estaban inyectados de sangre, sus pómulos algo hinchados y tenía algunos moretones verdosos alrededores, entonces se dio cuenta de qué cosa se refería .

—Es mi pupila izquierda, ¿verdad?

—Sí, los nanobots hicieron lo posible para remediar el daño y no se pudo lamentablemente—suspiró sacando la pequeña linterna, seguía sintiéndose impotente por no conseguirlo—. El impacto tan fuerte desgarró unos milímetros tu iris.

—¿Y me quedará así para siempre? —preguntó volviéndose a mirar en el espejo su ojos, sentía una especie de nudo en su garganta recordando el dolor tan fuerte que sintió.

—Me temo que sí —suspiró retirándole con cariño el espejo, su mandíbula temblaba un poco—, quizá con el tiempo vaya normalizándose su tamaño. Ahora necesito revisar cómo respondes a la luz y tus reflejos para asegurarme ponerlo en el expediente digital.

—Lena —agarró sus manos, sabía que se sentía culpable de algo que ella no hizo—, no tienes por qué sentirte culpable, hiciste hasta lo imposible. Deja de martirizarte, no tiene por qué ser perfecto.

—Lo sé —asintió dándole una pequeña sonrisa temblorosa—, ya es cuestión del orgullo Luthor, fuimos educados para ser perfectos y no tener fallas en absolutamente nada.

—El orgullo nunca lleva a nada bueno, Lee —colocó su dedo índice bajo su mentón para hacer que la mirara a los ojos—. Solo busca seguir forjando tu propio camino, lo has hecho hasta ahora muy bien, no tienes por qué volver a caer en ese ciclo del que saliste.

Lena cerró los ojos ante las caricias que le propiciaban aquellas manos fuertes y delicadas a la vez sobre su mejilla, inclinó su cuerpo para quedar cerca de rostro buscando más el tacto. Abriendo los ojos se encontró con esa mirada risueña que ahora se encontraba algo opaca por lo sucedido en las últimas horas.

 Ojos Del AlmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora