Me levanto con un dolor de espalda terrible, con una sed horrible y sintiendo un vacío enorme en el estomago.
Necesito comer algo ya.
Salgo del coche con mi nueva camisa blanca y comienzo a andar con un humor de perros. Ando y ando, siento que no puedo más hasta que me pongo en alerta porque siento que he escuchado las hojas crujir.
Miro hacia la derecha e izquierda que esta repleto de arboles y una tortuga de tierra sale caminando lentamente hacia la carretera, sonrío. al parecer ya no tengo qué preocuparme del hambre.
Estoy devorando la carne de la tortuga de cuclillas alerta por si algún depredador osa quitarme mi comida o quiere matarme a mí. Nunca pensé que comería carne cruda y menos de una tortuga. Paso la mano por mi rostro haciendo un vago intento de limpiarme un poco de sangre de la cara. Miro hacia abajo y veo que mi camisa blanca ahora a adquirido un tono rojo fuerte. Pongo los ojos en blanco y me dispongo a seguir comiendo de la tortuga.
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Seguía caminando en busca de agua, comida, ropa limpia o alguien de mi grupo. Un escalofrío me recorrió el cuerpo al escuchar una voz. Sí, una voz, de una persona.
Corro con las pocas fuerzas que me quedan hasta llegar a donde procede la voz o mejor dicho las voces en plural, y me encuentro un muro, un muro de lo que parece ser metal oxidado con una puerta grande y una lona recubriendola para que no se pueda ver el interior. Sigo escuchando voces, voces de niños y de adultos.
Mis pies se mueven inconscientemente hacia la puerta hasta que quedo a unos metros de ella. Espera, si entro aquí puede ser que no vuelva a ver a los demás. No, necesito entrar aquí. Si quiero sobrevivir y quiero encontrar a los demás tengo que entrar aquí. Puedo pedirles ayuda, decirles que tengo un grupo que es fuerte y puede ayudar a proteger este lugar. Carl una vez me dijo que hay que sobrevivir, sobrevivir como sea.
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Me abren la puerta, me ajusto la mochila y entro. Todo el mundo me mira, soy el centro de atención y no es una cosa de la que este orgullosa. Mi pelo ya largo y sucio me cae por debajo de los hombros. Tengo la cara, manos y camiseta manchada de sangre y tengo que tener unas ojeras más grandes que dos barcos piratas.
Un hombre aparentemente de unos treinta años con aspecto amable y pelo rizado me dice que tengo que hablar con la líder, que ella decidirá si me puedo quedar o no. Asiento perdida mientras observo a mis alrededores hipnotizada.
Hay un montón de casas, podría decirse que más de veinte. Parecen nuevas, como si nunca se hubieran usado. Hay familias, familias repletas. ¡Ancianos! Por favor, hace semanas que no veo ancianos vivos. Cada paso que doy hay cosas nuevas. Paneles solares, césped bien cuidado, gente paseando perros ¡hasta un lago!
Mi vista se detiene en dos personas aparentemente de mi edad que están en un banco frente al lago abrazándose, la chica fija la vista en mi y arruga las cejas dedicándome una mirada claramente de desprecio, aparto la vista avergonzada por mi aspecto porque seguro que estoy hecha un asco.
-Es aquí, ya han avisado a la líder de que te iba a traer así que te estara esperando. Por cierto, soy Aaron.- Sonríe el chico que me ha traído hasta aquí.
-Gracias.- Es lo único que consigo articular y es prácticamente un susurro.
Este me sonríe de nuevo y asiente con la cabeza incitandome a entrar a la casa. Echo una ultima ojeada a mi alrededor y me adentro en la casa con un suspiro tembloroso saliendo de mis labios.
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-Deanna, Deanna Monroe.- Dice la señora que decidirá si me puedo quedar en este pueblo.
Levanta la mano haciéndome una señal de que tome asiento en el sillón cobrizo que esta frente a mí. Hago lo que me dice en silencio incapaz de decir nada ya que ahora mismo no sé si esta gente me podrá admitir en su pueblo.
-¿Te importaría que grabe la conversación?- rompe el silencio la ojiazul.
-¿Grabar?- balbuceo como una tonta. ¿Acaso siguen existiendo cámaras?
-Si, grabar. Nos gusta tener las conversaciones grabadas con la gente que llega a Alexandria.
Alexandria, interesante.
-Claro- gesticulo.- No hay problema.
-Bien cielo- empieza mientras suena el pitido de la cámara que indica que ya esta grabando.- ¿Cuánto tiempo llevas por ahí?
-Desde que todo empezó- digo secamente, pienso en algo más que decir porque en la cara de Deanna se ve que quiere mas información.- El día que dieron el estado de alarma mis padres me subieron al coche con intención de evacuar la ciudad como todo el mundo.
-¿Tus padres?- Pregunta con mucha cautela.
-Muertos- bajo la vista hacia el suelo.- Estan muertos, los dos.
Un silencio incomodo acoge la sala mientras yo escucho al maldito reloj haciendo ese tic tac tan molesto que me sacaba de quicio hace unos años.
-Lo siento.- susurra- ¿Cómo murier...?
-No quiero hablar de ese tema.- Me tenso y le corto secamente. Al notar que he sido muy brusca decido añadir- porfavor.
-Esta bien, lo siento.- escribe en su libreta.- ¿Llevas todo este tiempo sola entonces?
-No, claro que no, tengo un grupo.- Sonrío al recordar a todos. En especial a ese chico que tiene robado mi corazón al completo.
-¿Están vivos?
-No lo sé, no te lo puedo asegurar pero algo me dice que si están vivos. Son muy fuertes ¿sabes?- La miro a los ojos.- Hemos pasado juntos por muchas cosas que alguien no podría soportar.
-Esto era antes una urbanización- suspira mientras cambia de tema.- Justo cuando el mundo se fue al garete esto termino de construirse, los guardias nos trajeron aquí y aseguraron que iban a volver pero no lo hicieron.- Me dedica una sonrisa de medio lado.- Mi marido y yo nos hemos hecho cargo del lugar, levantamos muros, trajimos provisiones y mantenemos a todo el mundo que esta aquí. Es un lugar seguro Olivia.
La miro con un nudo en la garganta. Este lugar me da buenas vibras, podría rehacer mi vida desde cero, ayudar y ser ayudada. Pero sé que siempre tendría un vacío en el interior si no estuvieran ellos aquí.
-Quiero encontrar a mi grupo.- Rompo el silencio y Deanna me mira.- Quiero que me ayudéis a buscar a mi grupo y asegurarme de que están bien.
-Lo intentaremos, pero mientras quédate aquí.
-Lo haré, me quedare.- Sonrío.
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A TU LADO
ActionUn día cualquiera el mundo se fue a la mierda. Olivia trata de sobrevivir únicamente con su mejor amigo pero se lo arrebatan y una parte de ella se rompe. Carl sobrevive con su familia, parece un niño feliz pero también está roto. Un día sus caminos...