30- LA FIESTA DE BIENVENIDA.

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Ya era casi de noche, nos habíamos pasado toda la tarde jugando videojuegos. Al final, los chicos me enseñaron a jugar y les gane unas cuantas partidas. Volvimos a casa con intención de arreglarnos ya que Deanna nos había preparado una fiesta de bienvenida.

Estaba frente al espejo con una mueca de frustración mientras intentaba arreglar las arrugas de mi vestido, era un vestido de color rojo cereza que se ajustaba a mis curvas perfectamente y que dejaba ver mis finas piernas. Por la parte de arriba me hacia un buen escote y combinaba a la perfección con una cadena de oro que me había dejado Carol.

-¿Estas ya?- Pregunto Carl que aun estaba encerrado en el baño.

-Casi, me faltan los tacones.- Refunfuño.

Me abrocho los tacones dorados y me miro por ultima vez en el espejo para sonreír.

-Olivia nunca he conocido a nadie que tarde tanto com...

-Ya estoy.

Abro la puerta del baño y veo a un Carl con una camisa de cuadros y unos jeans normales. Este se queda mirándome durante un largo rato sin decir absolutamente nada.

-¿Carl?- Intento que mi voz no salga ahogada.

-Estas...-carraspea.- Estas preciosa.

Mis mejillas adquieren un color carmesí y quiero decir algo pero no encuentro mi voz.

-¡Chicos nos vamos ya!- Grita Rick desde el piso de abajo.

-¿Vamos?- Pregunta Carl extendiéndome su mano.

-Vamos.- Me aferro a su mano.





Acabábamos de llegar a la fiesta de bienvenida. Había de todo: latas, aperitivos, pasteles, alcohol... Fui corriendo hacia la mesa al ver una lata de Coca-Cola y la abrí para saborear su liquido gaseoso. Sonreí y me aleje de Carl al ver a Glenn.

-¡Glenn!- Le abrazo mientras la musica resuena por mis oídos.

-¿Qué tal Liv?- Pregunta el coreano mientras me devuelve el abrazo.

-Sinceramente, no lo sé. Es todo muy surrealista.- Mascullo bebiendo un trago de mi coca-cola.

Estuve unos minutos más hablando con Glenn y Maggie.Luego me presentaron a Noah, un chico super encantador y muy gracioso. Me despedí de ellos al ver a Carol con Judith y me acerque corriendo a la pequeña.

-¡Judith! Al final si que te gusto la muñeca que te regale.- Sonrío victoriosa mientras veo a la pequeña jugar con la muñeca que encontré en el coche azul.

-Liv cielo, ¿Puedes coger a Judith?- Pregunta Carol mientras me tiende a la bebe y yo asiento.- Voy a ir a por ya sabes...

Carol va a ir a por las armas, le doy mi aprobación y acto seguido cojo a Judith para llevarla conmigo a por mas comida.





Acabo de volver a por algo más de bebida, hace un rato que deje a Judith con Rick ya que estaba con Carl, Ron y Mikey charlando y la pequeña no dejaba de llorar. Me sentía muy mareada y me dolía mucho la cabeza, había demasiada gente. Cuando desarrolle mis habilidades ya estábamos en el mundo apocalíptico y no era común ver a gente viva, estaba acostumbrada a no escuchar conversaciones de muchas personas a la vez pero debe ser que esto acaba de cambiar.  No dejo de escuchar a gente hablando de distintas cosas en mi cabeza. Que sí cocina, caminantes, construcciones, videojuegos. Me pongo las menos en los oídos y empiezo a dirigirme a la salida hiperventilando, la gente me mira raro pero no me importa. Empujo la puerta con todas mis fuerzas y consigo salir con los ojos llorosos mientras intento coger grandes bocanadas de aire.

-Ey, ya esta.- Susurra una voz mientras me agarra por detrás para evitar que pierda el equilibrio.

Escucho mis latidos del corazón retumbar en mi cabeza y eso hace que me maree aun mas. Pero ahora hay alguien para evitar que caiga.

-¿Podemos sentarnos?- Susurro cerrando los ojos.

-Claro, no te preocupes.- Me dice Carl mientras me carga hacia el pequeño sofá que hay en el porche fuera de la casa.

Respiro hondo intentando recuperar todo el aire que se me había quedado atascado y acto seguido, me dispongo a contarle a Carl lo que me había pasado.

-Creo...-empiezo pero un nudo se me forma en la garganta.- Creo que no estaba acostumbrada a escuchar tantas conversaciones a la vez, de tanta gente.

Carl asiente y únicamente sigue tocándome el pelo.

<<Quiero decir, antes de que el mundo se fuera a la mierda no tenia este tipo de habilidades. Estaba acostumbrada a estar en un entorno rodeado de gente sin ponerme nerviosa por escuchar detalladamente todas sus conversaciones.

-Olivia, no pasa nada. Es normal que no estes acostumbrada, nadie pensaba que hubiera más gente viva aparte de nosotros.

Asiento y me acurruco al lado de Carl.





Habían pasado unos diez minutos aproximadamente. Yo no quería volver a entrar ahí y Carl no quería dejarme sola.

-¿Vamos a casa?- Pregunto.- Rick y Michonne probablemente se queden más tiempo.

-Vámonos.- Afirma Carl.

Entre rapidamente a la estancia solo para despedirme de Glenn, Maggie y Noah. Carl hizo lo mismo pero con Ron y Mikey, me alegraba verlo con más niños de su edad.

-¿Lista?- Pregunta Carl.

Asiento y le agarro de la mano.

Caminábamos por las calles de una Alexandria ya oscurecida, la luz tenue de las farolas iluminaba el camino hacia las casas. Podía notar la mirada de Carl clavada en mi nuca durante todo el trayecto, mis mejillas ya comenzaban a tomar un tono carmesí.

-Carl, deja de mirarme.- Sentencio.

-Es que estas preciosa.

Me giro para mirarle. Tiene los ojos brillosos, llenos de deseo. Nunca imagine que un chico me miraría cómo lo hace Carl. No puedo aguantarme las ganas y me suelto de su agarre para envolver mis labios con los suyos. Es un beso lento pero lleno de intensidad y de deseo, Carl me coge de la cintura para evitar que me caiga al suelo mientras que yo le agarro del pelo.

No sé en qué momento paso, pero se puso a llover.

-¡Corre Grimes!- Grito yo mientras escapo descalza con los tacones en la mano.

-¡Como te pille!- Grita Carl por detrás de mi.

El sordo chapoteo de nuestros pies corriendo por las calles de Alexandria era lo único que se escuchaba. El vestido ya mojado ahora se adhería a mis curvas como si se tratara de látex. Mi pelo empapado por la lluvia se me pegaba a la frente y estaba segura que iba medio sonrojada y mis ojos brillaban dejando ver las pequeñas motas doradas que tenía al rededor del iris.

-¡Te pille!- Grito Carl mientras me levantaba del suelo.

Carl me da otro beso en los labios pero mucho mas intenso que los otros. Las mariposas revolotean en mí estomago de alegría y yo únicamente soy capaz de mirar a los preciosos ojos que tiene este tío.

Llegamos a casa empapados. No me esperaba menos, Carl y yo parábamos en cada rincón para besarnos y decirnos lo mucho que nos queríamos y nos habíamos echado de menos.

A TU LADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora