31- EL ALMACEN

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-Déjame ir contigo- me susurra al oido con un toque de insistencia en su voz.

-Carl, voy a estar bien, iré con Glenn.- Recargue mi arma mientras respondía.

Carl volvió a hacer puchero unas cuantas veces más pero al final se rindió. Me dio un casto beso en los labios y me abrazo por la cintura mientras su olor a menta me invadía las fosas nasales.

-¿Alguna vez te he dicho que me encanta como hueles?- aspire su aroma exageradamente.

Los hombros de Carl se sacudieron junto a los míos por su leve risa.

-Ten cuidado, ¿vale?- Puso un mechón de pelo por detrás de mi oreja mientras me dedicaba una de esas sonrisas que tanto me gustan.

Sonreí y asentí para luego volver a darle otro beso en los labios que me supo a poco.

Ibamos a un almacén donde, según Eugene, deberían de tener unos chismes eléctricos para así poder reparar la electricidad de Alexandria.

-Liv, ¿lista?- Me grito Glenn subiéndose a la camioneta.

Levante la mano haciendo señal de que ya iba hacia ya, pero antes de que pudiera comenzar a caminar, alguien me agarro del brazo y me volvió a susurrar.

-Aún estas a tiempo de quedarte.

Intente aguardar la sonrisa pero fue en vano y le dije en todo burlón:

-Cállate Grimes.

Este me sonrío y se despidió de mi agitando la mano mientras me subía a la furgoneta con los demás.

Nicholas y Aiden iban conduciendo la furgoneta, como se creían superiores decían que ellos eran los que mandaban. En cambio, Glenn, Tara, Noah y yo íbamos en la parte de atrás escuchando uno de esos remix insoportables que habían puesto los conductores del coche.

-Dios estoy hasta las narices de esa musica.- Me tape los oídos mientras cerraba los ojos fuertemente.

Glenn subió las cejas como si se hubiera acordado de algo y rebusco en su bolsillo hasta tenderme unos orejeras que estaban hechas a mano con mucha delicadeza.

-Toma, Carl me dijo que te las diera yo porque a él le daba vergüenza.

Mi corazón estallo a latir frenéticamente mientras una sonrisa se formaba en mi rostro, cogí las orejeras para así ponérmelas.

-Dios, así mucho mejor.- Suspire.

No os podéis ni imaginar lo mucho que quería a Carl y lo que le debía por ese regalo.

Estuvimos todo el camino hablando. Hablamos de que nos parecía este lugar, por qué lado se fue cada uno cuando cayo la cárcel y de cómo habían encontrado a Noah. Yo me encontraba al lado de Glenn, con la cabeza apoyada en su hombro, mientras él me acariciaba el pelo.

Nunca lo admitiré en voz alta pero Glenn para mí era como un hermano, lo quería muchísimo.

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-¿Es esto de aquí?- Pregunto Tara.

-Si, esto es el almacén- respondió Aiden mientras bajaba del coche.

El lugar era muy grande, tanto que podrían crear otra civilización. Estaba bastante desgastado, las vallas con alambre ya estaban medio rotas y bastante oxidadas mientras que las ventanas estaban suficientemente sucias y con polvo.

-Antes hay que controlar todas las salidas- empezó Glenn admirando el lugar.- Trazar un plan por si se tuerce.

-Ya tenemos uno, salir por la puerta.-Vacilo Nicholas a Glenn.

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