Veintiuno -

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Agustín

Dentro del auto se podía sentir el calor que afuera era inexistente por la lluvia.
—felicidades por tu compromiso.  —dijo Mel teniendo en cuenta que lo que dijo había salido de sus labios fue por simple inercia dándose cuenta que a veces las personas solo te felicitan por formalidad o por ser cortes, aunque no siempre sea lo que verdaderamente sienten pero se esfuerzan por hacerte sentir mejor y eso era lo que ella estaba haciendo en ese momento, hacer sentir mejor a Agustín. Pues si bien no había llevado una adecuada relación con la novia de Agustín y por el hecho que eran amigas cuando pequeñas de la nada el trato de la prometida de Agustín había sido de lo más descortés, inmaduro con ella. Aunque sabía que esa decisión no era la más acertada de su "amigo" debía de respetarlo y sentirse feliz por él. Eso era lo que haciendo los amigos. <<Si él es feliz yo también lo soy>> eran palabras que tenia siempre en cuenta con sus amigos y ahora haría uso de esta frase para sentirse feliz por su "amigo". —Gracias por salvarme esas veces también. Aunque, no haya sido tu responsabilidad considero que fuiste muy valiente a esa corta edad.
—No me felicites Mel. No lo entiendes, tú... —me sentía arder en mis palabras y aunque me costaba decirlo debía hacerlo. Ya había esperado mucho tiempo por estar a solas con ella.
—Tú me gustas. —por fin lo había dicho, se lo había dicho a Mel, porque en realidad... mi compromiso no me hace feliz. <<Ella en cambio era mi felicidad. Melania, Mel era mi felicidad>>

—No quiero comprometerte a nada, solo que al felicitarme siento que no te importa y me afecta que no te importe. No sabes como lo hace.

Y dirás que me aferro al cariño que te tengo de pequeños, pero sí, mi amor por ti no se a esfumado incluso podría decirte sin titubear qué mi amor por ti se ha acrecentando mucho más. Aunque, no hayamos hablado, te he cuidado y he tratado de hacerlo lo mejor posible. Te lo prometí y debo cumplirlo. —me acerco un poco a Mel. Su mirada es indescifrable, pero no puedo recistir a darle un beso, pero no quiero que se asuste y salga del coche. Así que sutilmente continuo acercándome y analizando si se aparta de mi o no. No ha apartado su mirada de mi, y ha dejado que coloque mi mano en su rostro, debo acercarme a ella y juntar nuestros labios. —mi corazón late por mil y es el que me ayuda a por fin juntar nuestros labios y veo como ella cierra los ojos y yo hago lo mismo. Es como estar en otro mundo. Solo ella y yo.

—Agustín espera. —dice ella.

Agustín se detuvo al escuchar esas dos palabras de Mel. El silencio entre ellos se hizo palpable mientras esperaba la respuesta de la chica que ocupaba sus pensamientos desde la infancia.

—Agustín, lo siento. No puedo corresponder esos sentimientos de la misma manera. Eres una persona increíble y valoro mucho nuestra amistad, pero no puedo cambiar lo que siento. —Mel rompió el contacto visual, desviando la mirada hacia la lluvia que seguía golpeando el parabrisas.

El corazón de Agustín se contrajo, pero entendió que debía aceptar esa realidad. Aunque, el rechazo le dolía, decidió mantener la compostura.

—Entiendo, Mel. No quiero arruinar nuestra amistad y menos ahora que he podido encontrarte al fin, pero necesitaba ser honesto contigo. —Agustín intentó sonreír, aunque la tristeza se reflejaba en sus ojos.

Mel asintió con empatía y colocó su mano sobre la de Agustín.

—Gracias por ser sincero conmigo. Nuestra amistad significa mucho para mí, por fin puedo recordarte  y espero que podamos superar esto juntos.

Agustín asintió, agradecido por la comprensión de Mel. Aunque el ambiente dentro del auto seguía cargado, la lluvia afuera comenzó a disminuir, como si el cielo también quisiera ofrecer consuelo.

—Sigamos siendo amigos, ¿de acuerdo?conozcamosnos más—propuso Mel, buscando reconciliar la situación.

Agustín asintió nuevamente, agradecido por tener a Mel en su vida de cualquier manera posible. Juntos, decidieron dejar atrás ese momento incómodo y retomar la conversación de manera más ligera, recordando o al menos Agustín tratando de hacerle recordar las anécdotas de su infancia que compartieron.

Agustín, después de la revelación de sus sentimientos a Mel y enfrentar la realidad de su compromiso, decidió llevar a Mel de vuelta a casa. La lluvia había cesado, y el ambiente en el auto ya no estaba tan cargado de emociones.

Al llegar a la casa de Mel, Agustín detuvo el auto y se volteó hacia ella.

—Aprecio mucho que hayas estado dispuesta a escucharme. Si necesitas tiempo o espacio, lo entenderé. Nuestra amistad significa el mundo para mí, Mel, aunque espero que coincidamos más al menos como amigos. —Agustín sonrió con amabilidad.

Mel, agradecida por la honestidad de Agustín, le devolvió la sonrisa.

—Gracias, Agustín. Tomaré un tiempo para procesar todo esto, pero valoro nuestra amistad también. Cuídate.

Agustín asintió y observó cómo Mel se dirigía hacia su casa. Mientras conducía de regreso a casa, reflexionó sobre la complejidad de las emociones, decidido a enfrentar los desafíos que se avecinaban y los cuales algunos ya estaban enfrentado desde muy pequeño y poder por fin construir un futuro basado en la verdad sin importar tener que esperar a Mel, porque cualquier espera valía la pena si era ella. <<Y este caso era ella, era Mel>>.

 

No hay OPCIÓN (Romance Juvenil)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora