Capítulo 2

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Ming lloraba sin poder contenerse, no le importó nada, necesitaba liberar sus emociones, las cuales acostumbrada siempre a reprimir.

De forma inesperada, encontró calma en el pechos de aquel chico, sus palabras, su aura, todo parecía no ser tan malo. Esta emoción la hizo sentirse rara, por lo que rápidamente se separó.
Ming comenzó a limpiar sus lágrimas.

Ming: — Probablemente reciba un regaño hoy... así que, me iré preparando

Jin: — Bien, nos vemos...

Ming se fue caminando con un paso un tanto acelerado, pues aún no terminaba de entender qué había pasado.

Ming: — ¿Qué fue eso? — en su pecho había una emoción realmente extraña, algo que no entendía — ¿Por qué fue tan fácil llorar frente a él?

Ella no acostumbra a llorar frente a otras personas, prefiere hacerlo en privado, para evitar ser juzgada por otros.
De tanto pensar en lo que había ocurrido, los minutos pasaron sin que ella se diera cuenta. Ya había llegado a su casa.

Ming respiró hondo, preparándose para lo que puede pasar a continuación, ella abrió la puerta y caminó, a un paso un tanto lento, pues realmente se sentía nerviosa.

Ming: — Ya volví... — dijo con la voz temblorosa

Entonces apareció su madre.

Wu: — Ming, volviste, empezaba a preocuparme, tardaste más de lo habitual en regresar

Ming: — Lo siento, me distraje...

Wu: — ¿Con qué? — ella comenzó a analizarla con la mirada

Ming: — Eh, me quedé pensando en lo que dijo la maestra hoy... el tema es algo complicado

Wu: — Bien, ¿Todo está bien verdad?

Ming: — Todo está bien — respondió con una sonrisa algo falsa

Wu: — Ok, ve a dejar tus cosas y prepárate para almorzar, la comida estará lista pronto

Ming: — Sí, mamá — ella había comenzado a caminar

Wu: — Ming, espera, se me olvidada...

Ming se asustó al escuchar eso, ¿Le iba a preguntar por las notas de los exámenes?

Ming: — ¿Sí? ¿qué pasa?

Wu: — Vamos, debemos rezar a Sun Yee — dijo mientras comenzaba a caminar hacia el templo

Ming: — Ah, Sun Yee... sí, claro, ahora voy... — casi le da un paro cardíaco de los nervios

Ming siguió a su mamá, sin embargo, seguía preocupada por las notas que estaba teniendo, ella se las iba a pedir en cualquier momento.

Ming se sentó junto a su mamá para comenzar a rezar, se arrodilló frente al altar, intentó concentrarse, pero por más que lo intentaba, era imposible, el temor de que le pidiera los resultados de sus notas era cada vez mayor, se podía notar en la forma en que movía sus piernas, estaba inquieta.

Esto fue algo que su madre notó.

Wu: — Ming, ¿Segura de que estás bien? — ella comenzaba a preocuparse.

— Es solo que... tengo mucha hambre — mencionó Ming con una sonrisa forzada.

Wu solo se rió para si misma.
— Tranquila, la comida ya está preparada, terminemos aquí y vamos a comer — dijo ella mientras seguía.

Ming solo siguió rezando, intentando pedirle a Sun Yee que su madre no fuera tan dura cuando se entera de las notas, pues sabe que eso puede resultar en algo explosivo y sumamente doloroso, lo cual quiere evitar a toda costa.

Fue en ese momento cuando Wu le habló a Ming — Bien, ya terminamos, vamos, seguramente debes estar hambrienta para este punto.

En el almuerzo, estaba Helen esperando a su hermana, pudo notar que en su rostro había preocupación, por lo que intentó investigar

Helen — ¿Pasa algo, Ming? — preguntó mientras la observaba con atención

Ming: — Estoy bien, perfectamente — respondió forzando una sonrisa.

Wu comía con sus hijas mientras hablaban de temas variados, la escuela, la comida, el templo, el trabajo, ella es una madre que quiere saber muy bien todo acerca de sus hijas, aunque al mismo tiempo es ella misma quien provoca que no le cuenten cosas personales.

Ming tenía la mirada perdida, casi no habló durante el almuerzo, los nervios que sentía provocaron que su mente se fuera a otro mundo.

Helen: — ¿Tú tuviste suerte, Ming?

Ming: — ¿Ah? ¿qué?

Wu: — ¿No estabas escuchando? — preguntó sintiéndose extrañada

Ming: — Perdón, me distraje...

Helen: — Te preguntamos si has logrado hacer amigos hasta el momento

Ming: — Ah, bueno, no realmente, solo he hablado con algunos chicos pero nada relevante... — ella aún no quería hablar sobre Jin

Ella entonces se levantó y llevó sus platos al fregadero y los limpió.
Ming se dirigió hacia su cuarto, tenía que terminar sus tareas de matemáticas y ciencias, además de leer un libro para la clase de literatura.

Ella por un momento se quedó observando la ventana de su cuarto, el brillo del sol iluminó sus ojos marrones, sintiendo la calidez en su piel.

Nuevamente, Jin, aquel chico que conoció ese día, llegó a su mente,

Ming: — Así que se llama Jin, ¿No?

Mientras avanzaba el día, Ming estaba cada vez más intranquila, su madre por alguna razón no había preguntado sobre sus notas en todo el día, la noche había llegado y parecía no recordar el tema.

Aquello era algo que tranqulidaba a Ming, aunque al mismo tiempo la hacía sentir mal.

Ella estaba en su cuarto, mientras veía las notas de sus exámenes, que en comparación a otras estaban muy mal — No puedo seguir así, estas notas son pésimas...

Pero para la mala suerte de Ming, justo en ese momento, Wu tocó la puerta de su cuarto, esto de inmediato puso sumamente nerviosa a Ming.

— Hija, ¿Puedo entrar? — preguntó Wu.

Ming sintiéndose muy alterada respondió.
— Eh... sí, pasa por favor...

Wu entró al cuarto y con una expresión calmada, se sentó en la cama mientras la miraba con atención.

Wu: — No tuve tiempo de centrarme en ti hoy, estuve muy ocupada, pero, ya que estoy aquí — dijo ella mientras miraba a su hija.

Ming mantenía su mirada en otro lado.

Wu: — ¿Como estuvo la escuela? — preguntó ella con una expresión tranquila

Ming la vio y frunció el ceño en señal de tristeza y preocupación, esto lo intentó esconder por unos segundos, pero de nada le serviría, pues al final ella se terminaría enterando.

Ming sacó sus exámenes de su bolso y miró a su madre con una expresión de tristeza total casi como si fuese a llorar.

La mirada de Wu se tornó en una de preocupación al instante, dándose cuenta de que algo andaba mal.

Wu: — Hija, ¿Pasó algo malo? — preguntó ella.

Ming sin poder contener sus emociones empezó a derramar lágrimas desde sus ojitos mientras le entregaba los exámenes a su madre.

— Mamá... perdóname...

Turning Red: La Adolescencia de MingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora