3-El cáliz de fuego

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Cedric había estado dando vueltas a la profecía en su cabeza durante al menos dos semanas, esa había sido una advertencia demasido concreta para ignorarla, su concepto de adivinación era la perdida de tiempo que Trelawney llamaba clase, pero eso no se acercaba ni por asomó a lo que había pasado con James. Tampoco fue de ayuda que Orión le pidiera amablemente que no volviera por la zona nunca más, incluso le advirtió que cambiaría la ubicación del campamento, parecía asustado, no era la primera vez que veía a su hijo hacer una profecía, pero algo en su forma de actuar le dijo que jamás había hecho una de muerte.

Mientras volvía a Hogsmeade completamente confundido y algo decepcionado de perder contacto con el chico y su padre, una lechuza, blanca como una nevada, dió un par de vueltas alrededor de su cabeza, probablemente un forma de llamar su atención, y procedió a dejar un trozo de pergamino a sus pies, Cedric lo tomo con curiosidad, en realidad sospechaba de quién se trataba, no se equivoco al leer su contenido.

—Volvere por ti el tercer sábado desde hoy, el chico calabaza.

Negó con una suave sonrisa mientras seguia caminando, al menos no estaba todo perdido, quería conservar la extraña amistad que se había desarrollado con James, pues era del tipo de personas divertidas y adorables que solían gustarle. Sin embargo su estado de ansiosa espera se vio interrumpido por la llegada de tres sucesos, primero fue anunciado el torneo de los tres magos, su límite de edad y el muy cuantiosos premió en oro, luego casi de forma instantánea, la aparición de Beaxbatons y Durmstrang. La convivencia con los nuevos estudiantes lo había obligado a ser fingidamente coordinal, todo sonrisas y asentimientos cuando alguno de los nuevos habitantes del castillo se le acercaba para hablar, no le agrada, jamás se había sentido cómodo con la atención que recibía solo por ser atractivo, lo consideraba vacío, hasta cierto punto algo tonto.

—¿Tu…er—El chico de Durmstrang miró hacia su derecha con cierto nerviosismo, era obvio que apenas manejaba lo suficiente del idioma para entenderlo, sin embargo no lo necesario para hablarlo—Agradar…mmm...Männer?

Cedric le tendió un bastón de regaliz y sonrió, si había entendido la pregunta pero no iba a responderla, no tenía problemas en aceptar su bisexualidad consigo mismo, sin embargo hacerlo público era otro asunto, prefería hacerse el descentendido, con los alumnos de Hogwarts tenía la ventaja de que la mayoría creía que de alguna forma estaba saliendo con Cho, la chica le parecía bonita, y en algún punto había sentido interés, pero ahora se encontraba con la cabeza llena de James y los nómadas, tenía que recuperar su contacto con el moreno, era una prioridad en aquel momento.

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           .punto elegante

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Había visto la copa con algo parecido al terror, sus ojos viajaron del objeto a su libreta y viceversa, en el momento en que James pronunció la profecía, y casi como una reacción inconsciente, había anotado cada palabra, luego las repasaba en soledad, pasaba los dedos por la letras y buscaba significado a las frases, cuando vio la copa supo de inmediato que era el comienzó. Agradecía a quien fuera por alejar esa cosa del gran comedor, tener que verlo cada vez que comía le estaba produciendo indigestión, igual que la insistencia de Elías y Hannah para que pusiera su nombre, una acción que era tan improbable como que a los escarbatos le salieran alas.

—¡Podrias ser el ganador! Piénsalo…—El otro le tomo del hombro he hizo un gesto con la mano como si extendiera un título sobre sus cabezas—¡Cedric Diggory, campeón del torneo de los tres magos!

—No me interesa el oro, tampoco la fama, estoy bien siendo un tipo normal—El rubio se apartó con el ceño fruncido—Apuntate tu si tanto lo quieres.

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