Nómadas

11-Notas de un xilofono

"Para la segunda prueba creo que podré escabullirme hasta Hogwarts, mantente alerta por si me ves.

Atte:James"

Cedric iba tarde, se había quedado dormido mientras averiguaba como podría conseguir las Branquialgas, había preguntado en la tienda de pociones por correo, pero resultaron ser asquerosamente costosas, pues según la información del libro que había sacado de la biblioteca, las Branquialgas crecían en ambientes de corriente continúa, con temperaturas calidas y con ciertos nutrientes mucho más comunes en América del sur, eran un ingrediente de exportación que media su valor en cuan pegajoso se encontraba, lo que hacía al rubio estremecer, se suponía que debía comerlas para obtener un cambio morfológico, aletas, manos palmadas y branquias, no necesitaría el casco burbuja si esa cosa funcionaba correctamente.

El problema radicaba en que nunca las había obtenido, Longbottom fue amable en colarse al invernadero acuático, pero le confirmo que en realidad no había nada si quiera similar, hasta allí habían llegado sus esperanzas, no podía pagarlas, y el robo a Snape estaba descartado. Corriendo por el sendero hacía las barcas se dió cuenta que probablemente se vería ridículo con el xilofono de juguete en una mano, la túnica en el cuello y la varita en la otra, brinco a la primera barca disponible pensando que se encontraba solo, para su sopresa compartía el transporte con un muy nervioso Neville.

—¡Oh! ¿Hola?—Hizo un ademan gracioso mientras sentía a la barca avanzar—¿También vas tarde?

El chico se froto las manos con nerviosismo y asintió—¿Aún necesitas las Branquialgas?

Cedric abrió los ojos con sorpresa—¿Las conseguiste?¿Cómo?

El otro saco un pequeño frasco de los bolsillos de su chaqueta y se lo tendió, adentro había un cúmulos pegajoso y verde de lo que ambos reconocían como Branquialgas. De tanto leer y buscar sabía que se encontraban frescas, Cedric incluso vio que habían sido mantenidas con sumo cuidado, pues no había rastros de moho alrededor de la tapa, tampoco en los bordes, y eso le hizo pensar que aquella cantidad venía de un solo lugar, giró la vista hacia el otro y negó con suavidad, era imposible que Neville Longbottom, el chico más tímido y tranquilo de Gryffindor se hubiera atrevido a robarle a Snape, al terror de Hogwarts.

—¿Del almacén?—Dijo solo para confirmar su teoría.

El castaño se sonrojó—Del almacén...

El rubio soltó una carcajada nerviosa—Merlin nos ayude a enfrentar al irá que caerá sobre nosotros si se entera.

Neville apartó la mirada, tenía el ceño ligeramente fruncido—Lo sabrá cuando la uses, sumará las cosas o puede buscar los registros de los libros con información en la biblioteca, somos los únicos que han tomado "Plantas acuáticas, funciones, beneficios, cuidados y abvertancias".

Al llegar a la plataforma central fue directo hacia donde los campeones esperaban, Fleur parecía mucho más nerviosa que cualquiera de ellos, su mirada revoloteando alrededor en búsqueda de algo. No presto mucha atención a las palabras de Ludo Bagman, solo supo que tenía que presentar su método de afrontar la prueba a los jueces para que estos pudieran evaluar si era segura o no, lo realmente cómico del asunto fue que llamaron al profesor Snape para asegurarse que las Branquialgas eran aptas para el consumo, el hombre las examinó en silencio antes de dirigirle una mirada furica, eso definitivamente significaba que se había metido en problemas, esperaba al menos poder salvar a Neville, se sentía un poco en deuda por la valentía del chico.

—Primero tu Diggory—Ludo Bagman le palmeo el hombro con suavidad—Hiciste el mejor tiempo en la primera y es tu recompensa para esta.

Cedric abrió el frasco y trago su contenido, era realmente más asqueroso de los que se podía imaginar, tosiendo sin control cayó al agua, su cuerpo retorcido y en espasmos, sintió los dedos de sus pies unirse y alargarse, igual que las nuevas conexiones entre sus dedos, después de un tiempo incluso fue conciente de que podía respirar tan cómodamente como en la tierra, así que sin poder evitarlo nado hacía la superficie, dió un salto con varias vueltas y volvió a hundirse, era hora de buscar su objeto preciado. Había registrado su habitación la noche anterior en búsqueda de algo perdido, un libro, una prenda, quizás sus amadas tintas de colores o los obsequios de James, todo estaba en orden, nada faltaba, se pregunto si en realidad no era un objeto, quizás una mascota? Pero el no tenía nada similar, quizás Elías contaba, pero estaba más que seguro que ningún profesor pondría en peligro la vida de sus alumnos.