Refugio.

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Día 17: Compartir cama.

—Loid —llamó Yor suavemente.
—Dime —volteó el rostro del libro hacia ella.

Hacía un rato que Anya se retiró a dormir. Loid estaba sentado en el sillón, inmerso en su lectura, cuando Yor llegó y se sentó a su lado. Tomó la mano de Loid con las suyas y apoyó la cabeza en su hombro. Ella, perdida en sus pensamientos, y él, absorto en su libro.

—Me preguntaba si... ¿Quisieras dormir en la misma habitación que yo? Solo si tú quieres, claro —pidió, mirando las manos entrelazadas.

El rostro de Yor se tornó más rojo que su suéter, su voz temblaba y ella jugueteaba nerviosamente con los dedos.

Loid apartó el libro y sus lentes, tomando el rostro de Yor con dos dedos en su mentón para levantarlo. A pesar de que deseaba aceptar de inmediato la propuesta de dormir juntos, quería que ella estuviera segura de lo que estaba pidiendo.

—Dilo de nuevo, pero esta vez mírame a los ojos —susurró.

Loid buscaba que Yor pudiera sostener su mirada al expresar tal deseo. Para él, ver a los ojos era un indicador de sinceridad y seguridad en lo que se solicitaba.

—¿Quieres dormir conmigo esta noche? —susurró ella apenas.

Loid sonrió ligeramente, asintiendo con la cabeza suavemente. Acercó su rostro al de Yor, dejando un beso tierno en la punta de su nariz y pellizcando suavemente su barbilla.

—Si es lo que realmente deseas, por mí no hay problema.

Yor desvió la mirada al piso, sonriendo tímidamente. Loid ahuecó la mejilla de Yor con la mano, acariciando su pómulo con el pulgar. Ella se rió, una risa temblorosa.

—Sí, es lo que quiero... —pidió ella.

Loid no podía borrar de su memoria lo que escuchó al espiarla. Era su primera relación con un hombre y se sentía culpable de ser su primera vez en muchas cosas. A pesar de que Loid no existía físicamente, sus sentimientos eran muy reales. Yor deseaba que esto pudiera terminar de una buena manera y sacudió la cabeza para apartar esos pensamientos.

—Vamos entonces, está empezando a hacerse tarde. Ven —Loid se puso de pie.

Tomó su mano y la llevó con él por la casa, acomodando algunas cosas, cerrando cortinas y apagando las luces. Al llegar a la puerta de Yor, Loid sujetó a su esposa por ambas manos y la miró directamente a los ojos.

—¿Estás segura? —preguntó.
—Muy segura...

Habían pasado unas semanas desde que ambos admitieron sus sentimientos el uno por el otro. Podía contar con los dedos de una mano cuántas veces se habían besado, cuántas veces la había abrazado o cuántas veces habían estado cerca el uno del otro por más de tres horas.

—Bien, iré por mi pijama. Cámbiate... Ve —soltó sus manos.

Ella ingresó a su habitación, dejando la puerta entreabierta. Mientras tanto, Loid se encaminó a la suya, localizó su ropa y se cambió deliberadamente lento, dando a Yor el tiempo necesario para acomodarse en la cama.

Cuando estimó que había transcurrido suficiente tiempo, regresó a la habitación. Al entrar, descubrió a Yor acostada en la cama, cubierta con las sábanas. La tenue luz de la lámpara lateral proyectaba un poco de luz sobre su rostro.
Cerró la puerta de su habitación, caminó hacia ella y se deslizó por las sábanas en el lado de su cama, hasta que estuvieron acostados cara a cara.
Ella extendió su mano a él, Loid atrapó su mano y la beso en cada falange y dejó su mano en su hombro, tirando de su brazo un poco.

Twiyor Month.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora