Vivieron felices para siempre.

692 53 3
                                    

Día 14: Cuento de hadas.

Continuación: Complicado...

Tres años después.

Anya tenía ahora tres años, la primogénita de los Forger, una pequeña con cabello negro y ojos azules como los de su padre, tan curiosa como él, tierna como su madre. Esta prácticamente había logrado que sus dos padres se ablandaran por ella, al punto de que le dieron un perro y aceptaron a una mascota en el palacio.

—Cuéntame un cuento —pidió Anya, aferrándose a la pierna de Yor.
—Claro, mi niña, vamos —murmuró ella.

Intentó agacharse para tomar a su hija en brazos, pero Loid llegó por detrás y le puso una mano en la espalda.

—No puedes cargarla, yo lo haré. Tú ve a buscar un cuento más —dijo él, llevando a Anya en sus brazos.
—Solo estoy embarazada, no incapacitada de por vida —protestó.

Yor tenía cuatro meses de embarazo; después de dos años con Anya, decidieron que querían otro.

—No debes cargar nada, yo puedo llevarla —dijo él suavemente.

No quería hacer enojar a su esposa embarazada.

Aunque discutieran, Anya sentía que solo estaban hablando así por el bien del otro. Lo sabía y no había ningún problema con eso.

La pareja caminó por los pasillos hasta llegar a la habitación de la princesa, que estaba a unos metros de la suya. Yor no quería dejar a su hija pequeña sola todavía, así que optaron por tener habitaciones contiguas, solo por si acaso. Al llegar, Yor se acomodó primero en la cama, acostándose de lado. Loid llegó y acomodó a Anya en el medio, ya vestida con su pijama, luego tomó un lugar junto a sus chicas en la cama.

—Bueno, ¿qué historia quieres escuchar hoy, princesa? —preguntó Loid con una sonrisa.

Anya, con ojos llenos de expectación, respondió:
—¡Quiero saber cómo conociste a mamá!

Yor se rió y puso una mano sobre su vientre pequeño aún; Loid conectó la mirada con Anya.

—Bueno, sabes que tú eres una princesa y que tu mamá es reina... Pero antes de serlo, ella era princesa como tú —empezó y Anya abrió los ojos ampliamente.

Yor frunció el ceño y volteó a verlo. No técnicamente era como fue. Su familia solo era adinerada por el puesto de su padre y el apellido de su madre.

—Tu mamá me conoció un mes antes de que nos casáramos, nos presentaron como a dos personas normales...

Yor arrugó la nariz al escuchar eso. Recordaba perfectamente el día en que ella lo conoció y la forma en que lo golpeó la primera vez que él abrió su boca.

—Tu mamá me golpeó —dijo, como si se estuviera quejando.
—Tu papá se lo buscó. Era un tarado... —dijo mirando directamente a su esposo a los ojos.

Anya se rió a carcajadas.

—Cierto, tu mamá y yo no comenzamos con el pie derecho. Cuando nos presentaron, yo... bueno, dije algo un poco inapropiado. Algo así como que 'una princesa como tú debería aprender a divertirse más'.

Anya levantó una ceja con interés, esperando escuchar más.

—Tu mamá no se quedó callada, claro está. Me dio una mirada furiosa y, en lugar de ignorarme, decidió que la mejor manera de enseñarme una lección era darme un pequeño golpe. Y vaya que lo hizo —agregó Loid con una risa.

Yor asintió, recordando la escena con una mezcla de diversión y cariño.

—Luego de eso, ella se mudó conmigo aquí a vivir, mientras nos dieron unas cuantas semanas para que ella y yo nos conociéramos un poco mejor. Teníamos citas cada día —agregó Loid, conectando la mirada con Anya.
—¿De verdad? —los ojos de Anya brillaron.

No era realmente lo que Anya se estuviera imaginando, pero debía admitir que incluso llamó la atención de Yor escuchar la forma en que él le contaría su historia a su hija.

—Sí, hicimos competencias con todos los deportes en el campus, carreras, tiro con arco, carreras en caballos...
—Le gané en todo, Anya, en todo —interrumpió Yor.
—Solo porque te dejé ganar en todo.

Yor lo golpeó suavemente con la mano en su brazo. Loid se rió, intentando escapar de ella pero no lo logró.

Loid notó que la chispa de interés en los ojos de Anya empezaba a desvanecerse, así que decidió volverla un poco más interesante para una niña de su edad y para mantenerla cautiva.

—Pero aquí viene la parte más emocionante, princesa. Resulta que tu madre, en uno de esos desafíos, fue envenenada por una malvada bruja. Solo había una forma de salvarla: un beso de amor verdadero.

Yor abrió la boca como indignación, sus ojos se encontraron con los de Loid, pero él estaba concentrado en su hija. Anya volvió a brillar de emoción, sus ojos se agrandaron.

—Así que, en una carrera contrarreloj, corrí hacia ella. No sabía si yo fuera quien la despertaría, no estaba seguro de qué es lo que sentía por ella, pero no podía dejarla así. Me acerqué a ella y la besé... fue cuando ella despertó. Confirmamos que ambos ya nos amábamos.

Anya estaba completamente absorta en la historia, sus ojos brillaban con la magia de los cuentos de hadas.

—Y desde ese día, tu madre y yo supimos que estábamos destinados a estar juntos. Nos casamos y, como resultado de ese amor verdadero, naciste tú, nuestra preciosa princesa Anya —concluyó Loid con una sonrisa radiante.

Anya se acurrucó en la cama, con una sonrisa iluminando su rostro. La historia de cómo sus padres se conocieron la llenó de alegría y emoción. Miró a su madre y luego a su padre con admiración.

—Esa es la historia más hermosa que he escuchado, papi. Mami, ¿es cierto? ¿Fuiste envenenada por una bruja y papá te salvó con un beso de amor verdadero?

Yor asintió con una sonrisa tierna, jugando con un mechón de cabello de su hija.

—Bueno, cariño, no fue exactamente así, pero la versión de papá hace que suene mucho más emocionante. Lo importante es que nos amamos mucho y que también te amamos a ti.

Ambos padres dejaron un beso en la mejilla de su hija.

Anya suspiró de felicidad y se acomodó en la cama, lista para quedarse dormida. Se acurrucó, Yor comenzó a acariciar la cabeza de Anya suavemente con sus dedos, relajándola hasta que cayera rendida en un sueño profundo. Mientras que Loid se quedó mirando a Yor, con una mano en su vientre acariciando a su hijo por nacer y la otra en la cabeza de Anya.

No podía estar más enamorado de ella. O tal vez sí. Se veía tan feliz ahora, ojos brillantes y sonrisa genuina.

—A la siguiente me tocará a mí contarle un cuento, y esta vez tú vas a ser el hechizado —dijo ella después de que su hija se durmió.

Loid sonrió suavemente, tomó la mano de Yor de la cabeza de Anya y le dejó un beso en la palma.

—Puedes hacerlo. Si quieres te doy ideas, puedo ser congelado, puedo perder la memoria...
—Cállate mejor —interrumpió ella mientras se reía.

Loid también se rió, pero ambos se callaron abruptamente cuando su hija se movió en sueños, pero se quedó dormida aún.

—Vámonos antes de que tengas que arrullarla nuevamente.

Loid se levantó de la cama suavemente, dejando a Anya a cuidado de Bond, y él tomó a su esposa en brazos llevándola a su habitación compartida.

Twiyor Month.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora