Souvenir.

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Día 28: Poema.

Continúa: Cuidando de ti.

En algún momento de la noche, Anya se fue a su habitación por el calor abrumador que de pronto sintió. Por lo que cuando Loid se despertó tenía a Yor entre sus brazos, apoyada  completamente en él, su boca ligeramente abierta respirando por este lugar y descubrió que la fuente del calor era Yor.

Estaba ardiendo de fiebre.

—Mi amor —él tocó su hombro sacudiéndola un poco.

Ella se quejó, movió su cuerpo con gemidos suaves cuando cerró la boca pudo escuchar cómo le costaba respirar. Ella se había enfermado de lo que sea que tuviera Anya.

—Yor, estás ardiendo de fiebre. ¿Me dejas irme? Tengo que bajar tu fiebre...

Ella lo abrazó con más fuerza apoyando su cabeza en su pecho, negó con la cabeza.

—No, quédate aquí... —suspiró.
—Volveré, es sábado lo recuerdas... Voy a quedarme aquí a cuidar de ti, vamos —sus dedos acariciaron su cabello oscuro.

Ahora que lo piensa, es la primera vez que ve a Yor tan vulnerable, débil y cansada. Sentía su cuerpo pesado ceder con los movimientos que él hacía, tomando sus brazos y haciendo que lo suelte, acomodando su cabeza en la almohada.

—¿Cómo te encuentras? —preguntó.
—Enferma —respondió.

Con su voz gangosa. Evitó reírse de ella, acercó el rostro al de ella y dejó un suave beso en su frente.

—Quedate acostada, iré a ver cómo está Anya y traeré algo de medicina ¿de acuerdo?

Yor apenas asintió con la cabeza, manteniendo el cuerpo inmóvil y los ojos cerrados, muy débil como para hacer algún otro movimiento. Loid salió de la habitación con cuidado para no incomodar a Yor, aunque sabía que no sería fácil con la fiebre que la aquejaba. Cruzó el pasillo y llegó a la habitación de Anya. Al abrir la puerta, vio a su hija sentada en la cama, visiblemente mejor que la noche anterior.

—Hola, Anya. ¿Cómo te sientes? —preguntó Loid con una sonrisa, aliviado de verla más animada.

Anya le devolvió la sonrisa, aunque con un aspecto cansado.

—Me siento mucho mejor, papá.

Loid se acercó a su hija y le acarició el cabello con ternura.

—Me alegra saber que te sientes mejor. Ahora, tengo que cuidar de tu mamá, que también está enferma. ¿Necesitas algo antes de que regrese a su habitación?

Anya negó con la cabeza.

—No, estoy bien, ¿puedo ayudar a cuidar a mamá contigo? —preguntó.
—Prefiero que te sanes por completo que tengas una recaída, pero puedes ayudarme aquí afuera... ¿quieres prepararle té a mamá? —Loid indagó.
—Sí —asintió.

Ambos se dirigieron a la cocina, Loid puso agua a calentar mientras que en un tazón recibió agua tibia en la cual optó por mojar unas toallas para ayudarla con la fiebre, Anya mientras tanto se ocupó de seleccionar los medicamentos que Yor podría recibir.

Con cuidado, Loid y Anya regresaron a la habitación de Yor. Cuando entraron, encontraron a Yor sonriéndoles débilmente, a pesar de la incomodidad que sentía, Loid se acercó a la cama y tomó las toallas tibias que preparó y con suavidad, comenzó a colocarlas en la frente de Yor. Mientras tanto, Anya se mantuvo en la puerta, observando la escena con detenimiento.

—Lo siento —Anya dijo.

La culpa en su pecho la invadió de un momento al otro al ver a su mamá acostada en la cama, luciendo muy agotada y enferma.

Twiyor Month.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora