6 - 𝘊𝘰𝘯𝘵𝘳𝘢𝘥𝘪𝘤𝘤𝘪𝘰𝘯𝘦𝘴

217 26 17
                                    

El rey veía desde su balcón el horizonte, allá donde el sol se ocultaba poco a poco. El aire fresco de la tarde ondeaba su larga cabellera plateada.

Los débiles rayos de tonos naranja iluminaban su piel creando un resplandor digno de una deidad. Las gemas incrustadas en su corona brillaban de forma intermitente.

Sesshomaru experimentaba, por primera vez, una serie de contradicciones que lo fastidiaban de sobremanera. Siendo la mayor autoridad del reino se veía obligado a cumplir con las normas impuestas desde tiempos inmemorables, sin embargo ese motivo se había convertido en un jodido dolor de cabeza puesto que muy en su interior no quería cumplir sus propios mandamientos.

Había cierta verdad en las palabras de Yaken. Si él no hacía pagar a la mujer por su acto imperdonable, el pueblo creería que el rey era un completo blandengue que se dejaba dominar por un par de piernas.

Cuántos osaron alzarle la voz y terminaron en la horca, incluso, el guardia que se había atrevido a enterrar una navaja en el muslo de la mujer, terminó muerto, entonces, qué la hacía diferente a ella. Qué había en ella para impedir que no fuese a la horca.

Sesshomaru tenía la respuesta para tantos cuestionamientos, una sola palabra: atracción. Se sentía perdidamente atraído por esa mujer. La desconocida acaparaba todos sus pensamientos. No había un solo instante en que su rostro no se dibujara en su mente. Cada parte de su cuerpo...

Y es que todo en ella era un completo misterio. Su carácter impetuoso. Su rebeldía, su altivez ¿Quién era realmente Kagome? ¿De dónde provenía? Y lo más importante ¿Por qué había acabado con la tranquilidad del rey?

Con un simple chasquido de dedos la soga estaría rodeandole el cuello pero no había ocurrido ¿Cuánto tiempo postergando lo inminente? Dos semanas ya. Dos semanas de lucha interna. Su mente dice una cosa pero su corazón quiere otra ¿Será así toda la vida? ¿Tantas contradicciones por causa de un ser inferior?

Las emociones son impredecibles e inesperadas. Sabes que están ahí cuando el corazón se acelera, cuando tus manos sudan o cuando deseas ver a esa persona sin explicación o motivo alguno.

Sesshomaru había retosado con muchas mujeres pero jamás había experimentado ese sentir tan profundo. La deseaba de muchas formas. A sus pies, suplicando por su vida y también, sudando bajo su cuerpo, gimiendo su nombre.

Poseerla, quebrarla, consumir su alma, volverla en partículas de polvo. Convirtió su mano en puño, apretó tanto que sus nudillos se volvieron blancos.

La noche cayó en el reino. Yaken se encargó de, como de costumbre, llevarle la cena hasta la habitación a su rey. Sesshomaru aún no se había recuperado lo suficiente para retomar sus actividades.

Rin cenaba en silencio, siendo la compañía de Kagome por disposición del rey. La jovencita de ojos avellanas no había llegado al palacio con las intenciones de retosar en la cama del rey. Como toda mujer, admiraba su belleza pero le era más que suficiente tener un bocado de comida los tres tiempos.

Ser parte del harén, para ella, no era tan mal después de todo. Había escuchado tantas barbaries en bocas de las mujeres del pueblo, que se forjó ideas completamente erróneas. El rey ni siquiera las determinaba. Eran como un adorno más del palacio.

Algunas se dedicaron a aprender a bordar, otras se enfrascaban en la lectura y un par más ayudaban en la cocina. La labor de Rin era ser la compañía indispensable de Kagome ya que por su actual situación no se le permitían tantas libertades.

La mujer permanecía encerrada en la habitación y custodiada por dos guardias reales todo el tiempo. Rin era su conexión con el exterior. La jovencita solía hablar mucho, de todo lo que pasara por su mente y a kagome eso le agradó puesto que solía alejarla de los pensamientos negativos y de su trágica realidad.

 Una Esposa Para El Rey © 👑Donde viven las historias. Descúbrelo ahora