13 - 𝘌𝘯 𝘦𝘭 𝘱𝘳𝘪𝘯𝘤𝘪𝘱𝘪𝘰

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Existía cierto misterio en aquel lugar.  Los seres humanos le huían, le temían.  Se decían muchas cosas, tantas versiones.  No se sabía a ciencia cierta cuál de todas era realidad.

Hasta que un día un hombre, no cualquiera, el mismísimo rey del Oeste se atrevió a pasar aquéllos muros que la misma naturaleza construyó para evitar el acceso a cualquiera que osara entrar. 

Solo llevaba la capa con el escudo impreso de su reino en la fina tela. Una luna menguante púrpura entre las fauces de un gigante perro demonio.  Escaló las gruesas raíces con espinas que se enterraban en su piel. Logró llegar hasta la copa de uno de los gigantes árboles y observó atónito lo que había frente a sus ojos.

El lugar era un paraíso de árboles frutales, aguas cristalinas , animales exóticos y humanos o eso pensó. Las mujeres deambulaban completamente desnudas, sin vergüenza alguna se mostraban ante los ojos masculinos los cuales eran pocos. En ese sitio predominaba el sexo femenino.

Intrigado por averiguar mas de ese lugar comenzó a descender con el mismo cuidado con el que llegó arriba. Su mejilla izquierda sangraba ya que la punta filosa de una espina lo alcanzó. Sus brazos arañados, su traje roto al igual que la capa. Entonces, al poner un pie en aquel suelo, de una forma inexplicable las raíces del árbol cobraron vida. Una de ellas lo tomó del piel y lo elevó por los aires. El grito de el hombre alertó a todos en el bosque.

Los animales buscaron refugio para esconderse. Las mujeres corrian de un lado para otro mientras que los hombres tomaron lanzas para atacar y defenderse. El líder apareció frente a todos y con seguridad comenzó a caminar hasta donde el árbol sostenía al intruso.

Lo miró con extrañesa. Ese hombre no parecía ser como todos los demás que habían muerto y sus cuerpos sirvieron como abonos para el árbol sabio.

Acercó un dedo al rostro del intruso para tomar un poco de su sangre y saborearla. Si, no había duda; era descendiente de la deidad de la luna. De aquella hermosa mujer que una vez bajó del cielo y cohabitó con un youkai. Aquellos demonios que podían adquirir la apariencia de un humano e hipnotizar a las mujeres con su belleza para luego devorarlas.

Angel y demonio habitando en un mismo ser. Le pidió al árbol que lo soltara. Dos hombres lo agarraron y lo llevaron hasta el medio del bosque. Lo lanzaron a los pies de una bella mujer que yacía sentada en un trono hecho por ramas y flores.

— Tu curiosidad es mucho más grande que tu miedo.

La voz de aquella mujer era tan suave, como recibir la caricia del viento más apacible. Sus miradas conectaron. El dorado con el azul se fundieron. Frunció el cejo porque escuchó la voz de la mujer nuevamente pero en su mente.

— Toga Taisho, mi señora — contestó haciendo una reverencia.

— ¿Qué te ha traído hasta aquí? Además de tu curiosidad.

— He oído tantas historias sobre este lugar que creí que todo era producto de la imaginación de los aldeanos. Tuve que arriesgar mi vida para averiguar la verdad.

— Prosigue.

— Mi esposa está sufriendo, su embarazo es de alto riesgo.

— Ambos son desendientes de la luna. La bestia que crece en el vientre de tu mujer absorbió ambos poderes. Su despertar conllevará al final de los tiempos.

— No si usted me ayuda, mi señora.

La mujer notó esa desesperación en la mirada del hombre y también la sinceridad en sus palabras. Al oráculo no se le podía mentir. Había pasado milenios esperando ese momento.

 Una Esposa Para El Rey © 👑Donde viven las historias. Descúbrelo ahora