Prólogo.

300 25 19
                                    

La noche festiva se desenvolvía con alegría y movimiento en varias partes del país, así como en muchos otros lugares del mundo. Año nuevo había llegado, y si bien muchos de los individuos en aquel país estaban compartiendo exquisitas cenas y fiestas con sus amigos y familia, había otros que se ocupaban de sus trabajos, aunque "trabajo" no es como se le llamaría a lo que estaba ocurriendo en aquel preciso instante para nuestro protagonista.

Un suspiro entrecortado se escapó de entre sus labios, agitado por el forcejeo y la constante lucha de su víctima, Tabi finalmente pudo relajar sus músculos. Soltando el cuello del agonizante hombre que ahora tenía la mirada perdida en el despejado cielo nocturno, con su cuerpo suelto, y aún cálido por la frescura de su muerte.

— Hijo de puta. —Susurró, poniéndose de pie para luego patear el cuerpo del hombre con soberbia.

Jadeando, el extranjero enderezó su postura, procurando recuperar el aliento, ya que en esta oportunidad sí se había llevado unos buenos golpes por la defensa de ese sujeto. La zona de sus costillas le dolían, pero no tanto como para llorar toda la noche. Quitándose los guantes que había utilizado todo ese tiempo, los sacudió antes de sostenerlos bajo el brazo, tomando su teléfono para así tachar el nombre que se encontraba en su lista de objetivos.
Desde hace un tiempo atrás había empezado una especie de ritual o costumbre, y eso era cazar a personas, aunque era alguien cauteloso, no iba a por cualquiera a la ligera, sino que iba a por gente mala, gente que había hecho daño irreparable a personas anteriormente, tal vez el deseo de ser vengado le había impulsado a eso, ya que él jamás pudo recuperarse de lo que pasó con su ex novia. El deseo de justicia había invadido su cuerpo, y como él nunca pudo ser defendido como quería, él ahora sería la mano de la justicia que las víctimas como él realmente merecían, aunque no le gustaba llamarse a él mismo como un "héroe".

Había ido detrás de secuestradores, violadores, delincuentes, e incluso asesinos, irónico si lo veía desde otra perspectiva, pero bueno, la justicia hoy en día no hacía el trabajo completo y... Alguien debía darles una lección a estos sujetos.

Guardando su teléfono, volvió a ponerse sus guantes, encorvándose un momento para acomodar el cuerpo de aquel sujeto muerto, dispuesto a arrastrarlo hasta algún lugar un poco más escondido, si bien no había nadie que pudiera verle a su alrededor, era mejor asegurarse. Lo metió a una bolsa negra, envolviendo su cuerpo por completo y sellándolo con una apretada y firme cinta aislante negra, la cual dio por finalizado el proceso de preparación del cuerpo. Ahora venía la parte difícil. Cargándolo sobre su hombro con dificultad, se dispuso a alejarse de aquel lugar de la forma más disimulada y sigilosa posible, encaminándose hasta aquel punto final donde daría por finalizada su tarea, pero antes de poder continuar, las luces de un foco le permitieron notar el contraste de la sombra de alguien en su presencia, aquello le hizo sentir el cuerpo frío.

"Mierda" detuvo el paso, tratando de mantenerse firme en caso de que se tratara de algún miembro de la policía que había dado con su oscuro secreto. Tragó saliva de forma pesada, pero se confió en que su identidad estaba siendo protegida por la pobre capucha que usaba, y con ello giró en dirección de aquella silueta misteriosa que se sostenía sobre la barra del farol empobrecido que iluminaba de forma casi inútil la calle de aquel barrio bajo.

Entrecerrando sus ojos, la silueta pronto le resultó familiar, pero eso no hacía que las cosas fueran mejores o más fáciles para él.

— ¿Agoti? —Frunció el ceño.

— Oh, carajo... Creí que me estaba ocultando bien. —Se colgó con su cola dejándose ver finalmente con un poco más de claridad, y tras balancearse un poco cayó de pie sobre el suelo, sacudiendose la ropa con molestia al haberse ensuciado.— ¿Qué haces por aquí? Creí que los viejitos como tú se dormían temprano. Además es año nuevo, ¿no dijiste que te quedarías en casa?

— Puedo preguntarte lo mismo. —Se sintió intranquilo, la forma de aquel cuerpo envuelto de bolsas de basura no podía disimularse.— ¿No deberías estar en tu cuna de oro?

— Nah, estaba acompañando a Aldryx por un asunto pendiente que tenía con un amigo suyo en uno de los departamentos cercanos. —Señaló un edificio cercano a la posición de ambos.— En casa pasamos año nuevo con Sol y su pareja. Lo pasamos bien, pero si tú hubieras-

— No deberías estar en la calle tan tarde, menos estando solo, mínimo debiste quedarte con Al, ¿y si te pasa algo? —Se mostró algo a la defensiva.

— Pffft, ¿qué me va a pasar?, ¿cuál es la probabilidad de que me tope con un asesin-? —Hizo una pausa, dándose cuenta en aquel instante de la pesada bolsa que estaba sobre el hombro de su mejor amigo.— Tabi... ¿Puedo preguntar qué es lo que haces tú aquí?

El más bajo quiso fingir una postura tranquila, pero al contrario de su mejor amigo sus dotes de actor no eran los mejores, y su actitud nerviosa no tardó mucho en hacer que el joven digidevil sintiera un escalofrío trepar por su espalda, más porque ahora mil cosas pasaban por su cabeza ante la idea de que tuviera una bolsa de basura enorme sobre el hombro.

Agoti dio un paso atrás, siguiendo la forma de aquella bolsa que definitivamente no llevaba basura, Tabi ni siquiera vivía por ahí, ni siquiera estaba cerca. Su corazón se aceleró, la falta de respuesta de su amigo le hizo sentir inquieto, sabía que su mejor amigo era algo pirómano, pero ¿esto enserio era lo que estaba pensando? Ni siquiera lo negaba.

Dejando caer la bolsa de basura, el más bajo se abalanzó sobre el demonio, quien en un intento fallido de huir quiso darse la vuelta y trepar el farol desde el cual había bajado anteriormente, pero las manos del ruso atraparon sus tobillos, y tras jalarle hasta tirarle al suelo, Agoti sintió como le faltaba el aire, más porque el cuerpo de su amigo se sobreponía en su espalda inmovilizándole las manos en su espalda baja.

— ¡No, espera!, ¡yo no vi nada! —Pataleó, y por primera vez en mucho tiempo sintió como el miedo consumía su cuerpo.— ¡No le diré a nadie! —Su boca fue tapada por la mano de Tabi, la mano de un asesino.

Golpeándole con su cola, Agoti consiguió quitárselo de encima, poniéndose de pie con torpeza en lo que le oía gruñir a sus espaldas, jadeó por el miedo, pero las manos de Tabi no tardaron mucho en volver a atraparle, empujándole contra la pared junto a ellos, sintió su cuerpo presionado contra aquella superficie, y a pesar de querer luchar, sus manos estaban apresadas por las del más bajo, quien invadió el espacio entre sus piernas con su rodilla, estaba completamente inmovilizado.

— Cálmate, no voy a hacerte daño. —Habló el ruso con su seriedad habitual, agarrándole con brusquedad de la mandíbula para obligarle a verle, y con ello notó el lagrimear de su amigo.— Agoti, soy tu amigo, jamás te haría daño. Respira, relájate.

Agoti se veía afligido, respirando de forma agitada, su mirada se desplazó hasta el aparente cuerpo en aquella bolsa, y luego nuevamente a su amigo, quien no había apartado la vista de su rostro, atrapando su mandíbula con firmeza, sin ningún aire de duda.

— Si, maté a ese sujeto, pero si me permites que te explique mis razones estoy seguro de que entenderás. —Finalmente le soltó.— Confía en mí, Agoti.

Su mandíbula tembló, algo impresionado por la fuerza del más bajo, acarició su propia barbilla en lo que asentía algo temeroso, si bien estaba asustado, quería confiar en que Tabi no le lastimaría, eran amigos, ¿no? Aunque... ¿Este siempre había sido el chico el cual le gustó? Era... Impresionante.

— Ven. —Le ofreció tomar su mano.— Acompáñame, terminaré lo que empecé y te lo diré todo, ¿vale?

Algo inquieto, Agoti miró en dirección al edifico donde se debería encontrar su hermano mayor, y luego miró a su mejor amigo, seguía confundido, pero... Confiaba en el, literalmente pondría las manos al fuego por el. Tomando su mano, sintió la firmeza con la que ese hombre apretaba su mano, jalando sutilmente de él para acercarse al cuerpo de ese fallecido hombre que desconocía, pero que pronto si lo haría. Conocería todo de él y... Ahora conocería la verdadera faceta de Tabi.

Un nuevo año, y aparentemente un nuevo comienzo.

Mᴇ Aɴᴅ Tʜᴇ DᴇᴠɪʟDonde viven las historias. Descúbrelo ahora