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El contacto de algo frío contra la piel tras su cuello le hizo abrir los ojos completamente, incorporándose escandalosamente sobre la cama un estremecimiento le sacudió por completo en cuestión de segundos en lo que su piel se erizaba y su cola se enrollaba por el hormigueo que acechaba su cuerpo desde la punta de los pies hasta el cabello, pero fue un intenso dolor de cabeza lo que opacó su atención por completo. No tardó ni un segundo en quejarse, era intenso.
— Ahh, maldita sea. —Expresó el digidevil apoyando una palma sobre su frente, inclinando su rostro sutilmente para evitar la luz del ambiente en aquella habitación.— Que puto dolor de mierda.
— Ufff, ya estás de vuelta. —Habló el ruso con un evidente alivio, levantándose poco después de la cama para así dejar a un lado la lata de gaseosa con la que le había despertado.— Creí que ese idiota te había dado un golpe crítico en la cabeza.
— ¿De qué idiota hablas? —Frunció el ceño.— ¿Qué?, ¿qué ocurrió? —Entrelazó sus dedos en su propio cabello, sentía su cuerpo algo sudado.— N-no recuerdo mucho.
Tabi volvió a la cama, gateando sobre ésta hasta quedar nuevamente a su lado, y a continuación le abrazó con algo de fuerza, manifestando un sutil nerviosismo en el temblar de sus dedos, aunque el demonio no comprendía porque en realidad, estaba completamente perdido. Agoti sentía el cuerpo algo tenso, pero aún así no se quejó por ser recibido de aquella manera, en parte esto le hacía bastante ilusión, ya que Tabi no es especifícame el chico más cariñoso que conocía, incluso se atrevía a decir que era de los peores. Correspondió sin dudarlo, sonriendo momentáneamente antes de que Homskyi le sujetara de los hombros y le hiciera retroceder para que no se le pegara como de costumbre.
— Agoti, voy a tener que prepararte mejor para ese tipo de terrenos si es que quieres continuar acompañándome. —Reposó una de sus palmas en la mejilla del más joven, mimándola con aprecio, consiguiendo de esta manera que el digidevil se ruborizara y le mirara con aquellos ojos de amor que solo le dedicaba a él.— Me tenías muy preocupado, anoche las cosas no salieron exactamente como quería y estuviste en peligro. —Le comentó. Trataba de ponerlo al día, pero habían muchas cosas que mencionar.— Debiste decirme que tenías problemas con un cazarrecompensas, habría tenido más ojo en eso. Incluso quizá habría investigado más.
Los ojos de Agoti borraron cualquier rastro de amor para reemplazarlo por una evidente confusión debido a sus palabras, ¿problemas con un cazarrecompensas?, era imposible, no tenía problemas con nadie, al menos con nadie aparte de la familia Dearest.
— Pero, ¿de quién hablas? —Se rió un tanto nervioso por tanto misterio.— Yo no tengo conflictos con nadie, al menos que yo recuerde... ¿De quién estás hablando?, porque te juro que no recuerdo nada de lo que ocurrió anoche.
Tabi desvió su mirada, recordar el enfrentamiento que tuvo con ese sujeto durante la noche anterior le hacía sentir la piel de gallina, ese desconocido sabía pelear bien, sabía atacar, sabía defenderse. Sabía matar, luchaba para ello. Le había costado bastantes golpes recuperar a Agoti, y solo había conseguido salvarlo de sus garras porque hubo intervención policial entre ellos. Realmente era una historia larga, y pensar en ello le ponía los pelos de punta... Recordar como ese sujeto le sujetaba desde el cuello le hacía sentir... Impotente, pero sin duda, también muy asustado.
Tenía que estar mejor preparado, tenía que ser capaz de proteger a Agoti, tenía que ser... Más fuerte.
— ¿Tabi? —Insistió el más joven ladeando su cabeza para conseguir recuperar su atención.
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Mᴇ Aɴᴅ Tʜᴇ Dᴇᴠɪʟ
Hayran KurguEn las vibrantes luces de la fama y las sombras del sigilo, Agoti, el adorado artista musical, guarda el oscuro y misterioso secreto de su mejor amigo. Entre acordes apasionados y susurros mortales, su amistad se teje en una danza peligrosa donde el...