Con bastante pereza, el joven digidevil abrió sus ojos al oír un tecleo constante a la distancia. La luz del exterior se filtraba entre las cortinas, por ende, un pequeño rayito de luz solar dio contra su rostro cuando se escurrió fuera de las cobijas. Sentía su cuerpo acalambrado, quizá por una mala posición al dormir, o quizá por haberse estado exigiendo demasiado durante el último tiempo. Sea como sea, ya había pasado de largo, ¿no había sonado su alarma?
— Mmm. —Emitió frotándose una mano en el rostro, volteando a ver hacia el escritorio, donde Tabi se encontraba concentrado como era común en los últimos días.— ¿Sigues aquí?, vete a tu casa, hombre. —Expresó de mala gana, cubriendo su cabeza con la almohada que estuvo a su alcance.
— Tu diseñaste esto para mí, ¿ahora te molesta que lo use? —Bajó a través del panel de información que llevaba revisando desde hace un rato.
— Asshole. —Murmuró, incorporándose en su cama con bastante flojera.
Arrastrando el peso de su cuerpo hasta la orilla del colchón, sus pies rebuscaron aquellas pantuflas que siempre dejaba junto a su cama, le costó trabajo encontrarlas con aquella somnolencia, pero finalmente lo consiguió. Por otro lado, una de sus manos frotaba su rostro mientras que la otra alcanzaba su teléfono sobre el velador, comprobando así que su alarma había sido apagada. ¿La había apagado él de forma inconsciente? Quizá sus deseos de dormir eran superiores después de todo.
— Yo la apagué. —Habló Tabi, cerrando las pestañas de la página de la policía de investigaciones.
— ¿Disculpa?
— Yo apagué tu alarma. —Giró con el asiento.— Últimamente te ves cansado, viejo. Es necesario que descanses.
Agoti estuvo a punto de contradecir aquello, pero ver el botiquín de primeros auxilios a un lado de su escritorio le hizo caer de cuenta en que Tabi había pasado la noche expuesto al peligro mientras que él dormía, saber que había salido lastimado mientras él roncaba y babeaba como imbécil no le hizo sentir mejor, y el extranjero lo notó, por lo tanto intentó esconder el botiquín empujándolo con su pie, pero Agoti ya lo había visto lo suficiente.
— Saliste sin mi. —Dijo, más que ofendido estaba decepcionado.
— Venía a buscarte, pero te veías tan cansado últimamente y tan relajado durmiendo que decidí no despertarte. —Explicó, viéndole ponerse de pie y acercarse a él.— Te prometo que la próxima vez no iré solo-
Un empujón a la silla gamer le hizo chocar el respaldo contra el escritorio, Tabi apenas tuvo unos segundos para asimilar lo que acababa de pasar antes de que ambos brazos del digidevil estuvieran a los costados de su cuerpo, apresándole contra aquel asiento que había ocupado gran parte de la mañana. En parte, aquella brusquedad le hizo sentir un poco cachondo, pero no era el momento para esas estupideces.
— ¿Sabes por qué carajos llevo entrenando todas estas putas últimas semanas? —Cuestionó el Andromeda, agarrándole de la mandíbula con soberbia.
"дерьмо" pensó, notando como un calor se apoderaba de su rostro y parte de su pelvis, ¿dónde quedó el cantante mimado que no se atrevía a enfrentarse a él?
— No lo sé, ¿me lo quieres recordar? —Enfatizó con un tono juguetón, pero aquello solo consiguió hacer que Agoti se mostrara aún más irritado al no ser tomado enserio.
— Porque no quiero que te lastimen. —Habló con firmeza.— Me esfuerzo cada jodido día para ser mi mejor versión y poder cuidar tu maldito culo, soviético egoísta. Déjame hacer esto por ti. Llévame la próxima vez, detesto ver a mi chico lastimado.
"Mi chico" eso definitivamente le agarró por sorpresa en medio de toda esa palabrería, no pudo evitar sonrojarse un poco por su preocupación, era algo adorable de ver y vivir, ¿era como un novio ahora? Nunca hablaron de eso, pero le gustaba el misterio de su relación actual, aunque algún día seguramente deban aclararlo en algún momento. Así se ahorraban malentendidos.
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Mᴇ Aɴᴅ Tʜᴇ Dᴇᴠɪʟ
FanfictionEn las vibrantes luces de la fama y las sombras del sigilo, Agoti, el adorado artista musical, guarda el oscuro y misterioso secreto de su mejor amigo. Entre acordes apasionados y susurros mortales, su amistad se teje en una danza peligrosa donde el...