El sonido de su alarma le hizo bufar. Había olvidado apagarla, y la verdad es que, después de haber pasado gran parte de la noche despierto, no tenía ánimo ni siquiera para que la personalizada tonalidad de su alarma le hiciera algo de gracia, y eso que al momento de programarla con la peculiar canción "Careless Whisper" el asunto le hacía doler el estómago de la risa, pero ese no era el caso ahora.
Con aquel antifaz para dormir de patito aún puesto, se arrastró de forma perezosa hasta la orilla de la cama, tanteando la mesa de noche en búsqueda de detener aquel maldito saxofón que no le permitía conciliar el sueño que tanto le había costado reunir durante la madrugada. Tras varios intentos fallidos, tuvo que alzar su antifaz para ver por uno de sus ojos, tomando finalmente su celular y con ello apagó la alarma, volviendo a sumergir su rostro en la almohada aún con su teléfono en mano. Gritando de forma ahogada contra aquella cómoda almohada, apretó uno de sus puños para dar un golpe sobre el colchón que de nada tenía la culpa, pero necesitaba desahogarse con algo.
— Maldita sea. —Se quejó, incorporándose en la cama hasta finalmente quedar arrodillado en el centro de esta, subiendo su antifaz hasta su frente, y con ello se frotó los párpados con su mano libre.
Al conseguir apartar el cansancio de sus ojos, usó ambas manos para desbloquear su teléfono ingresando la clave, no era tan temprano en realidad, pero para él sí lo era, ya que generalmente solía dormir hasta mucho más tarde en sus días libres, ojalá haber desactivado la alarma.
"¿Llegaste bien a casa?", decía el mensaje de su mejor amigo, y fue ahí cuando recordó lo sucedido durante la noche. Mierda, por un momento había olvidado todo eso, le había gustado más la idea de que todo hubiera sido producto de su imaginación, pero él mensaje que dejó pendiente para responder estaba ahí, aunque... Tal vez solo había alucinado, ¿quién sabe?, tal vez bebió demasiado por las fiestas de año nuevo.
Si, eso debe ser. "Sí. Lamento no haber respondido, me quedé dormido apenas llegué", respondió, aunque en parte estaba mintiendo, solo se había acobardado en el momento y se negó a responderle.Levantándose de la cama, arrastró sus pies dentro de sus pantuflas de diseño pixeleado de Minecraft, dejando su teléfono sobre la mesa de noche nuevamente, aprovechó de estirarse para así dignarse a iniciar el día. Había empezado un nuevo año después de todo, seguramente podía hacer algo productivo el primer día del año.
Quitándose el antifaz de noche lo tiró sobre la cama, y rascándose el abdomen finalmente abandonó su cuarto, encontrándose directamente con su hermano mayor, quien no tardó mucho en dedicarle un gesto de molestia.— Así que aquí está el príncipe de los sueños que decidió abandonarme en la noche de año nuevo. —Habló, dándole un golpe con su dedo en el centro de la frente para llamar su atención.— ¿Puedo saber quién te dio permiso de irte sin mí en un barrio tan peligroso?
— ¡Bah!, ¿y quién dice que necesito pedir permiso para moverme por la ciudad? —Se sobó la frente, la verdad es que si le había dolido aquel golpecito.— Soy un adulto, tengo 21 años, Aldryx. Ya no soy un bebé que requiere supervisión las 24 horas.
— Ya sé que eres un adulto, pero no tienes la madurez ni las capacidades físicas para cuidarte solo por ahí. —Le siguió escaleras abajo.— Bien sabes que hay un psicópata ahí afuera acechándote, ¿y si te hubiera encontrado solo?
— Le hubiera dado un buen puñetazo. —Dijo simulando una batalla, lanzando puñetazos y cubriéndose como si de una pelea de boxeo se tratara. Volteando a ver a su hermano, le lanzó algunos golpes, aunque solo eran de juego, no lo tocó en ninguna de estas ocasiones.— ¿O qué?, ¿crees que soy una presa fácil?
Alzando una ceja, Aldryx realizó un movimiento rápido, tacleándole las piernas con uno de sus pies, y en cuanto Agoti tropezó y su peso se cargó sobre su espalda amenazando con hacerle caer, el digidevil de piel rojiza le atrapó rápidamente del cuello de la camiseta para evitar que su hermano menor se desplomara, solo quería probarle que si era un objetivo fácil, Agoti era algo torpe cuando se trataba de combates cuerpo a cuerpo, aunque sorpresivamente eso cambiaba cuando cargaba aquellas cuchillas que Solazar le regaló en su cumpleaños número 20. Eran bonitas y grandes, aunque precisas y mortales; decoradas con esas cadenas las cuales el menor de los Andromeda adoraba.
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Mᴇ Aɴᴅ Tʜᴇ Dᴇᴠɪʟ
FanfictionEn las vibrantes luces de la fama y las sombras del sigilo, Agoti, el adorado artista musical, guarda el oscuro y misterioso secreto de su mejor amigo. Entre acordes apasionados y susurros mortales, su amistad se teje en una danza peligrosa donde el...