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Jueves 11:35pm.

Bajando las escaleras al subterráneo público que le llevaría al club nocturno que investigó a través de la mujer que ahora se daba por muerta, Tabi se puso la capucha, subiendo de igual forma aquella bandana y mascarilla que cubriría desde su nariz para abajo, quedando únicamente la punta de sus cuernos al aire, todavía no descubría una forma de ocultarlos, aunque muchos tenían cuernos, así que tampoco le descubrirían tan rápido. Aunque no era algo que le preocupara en realidad.

Llegando a la puerta principal de aquel club nocturno, echó un vistazo rápido a aquel lugar, estaba plagado, pero él solo buscaba a una persona. A un tal James, y si la información que había conseguido era cierta, él debía ser quien manejaba todo este tema del tráfico en la ciudad, o al menos en aquella parte. Se acercó a la barra de bebidas, donde al sentarse, aprovechó de echar un nuevo vistazo, tenía una vista completa desde ahí. Habían varios individuos con un peculiar tatuaje de H en cursiva, así que supuso que en su mayoría todos serían aliados de alguna organización oculta o algo así, porque coincidencia no era.

Notando una de las mesas mas apartadas, pudo fijarse como había dos sujetos de un atuendo peculiar, hablando de forma bastante tranquila, aunque algo sospechosa, tal vez demasiado, pero lo que hizo evidente su estatus fue la presencia de dos robustos guardaespaldas que miraban con hostilidad a todos los borrachos que se acercaban en búsqueda de algunas monedas para conseguir otra ronda de bebidas.

— No te recomendaría ir a por ellos. —Habló el anciano barténder mientras pasaba un trapo húmedo por la barra.

— ¿Huh? —Emitió Tabi frunciendo el ceño, aunque por lo tapada que tenía la cara era evidente que no se notaría.— ¿Y usted es...?

— El dueño del local, y puedo decir con total confianza que jamás te había visto por aquí.

Tabi lo analizó. El hombre se veía pasado de unos 60 años, con serios aires de calvicie, cejas pobladas y unos profundos ojos oscuros, o al menos uno de ellos, el otro estaba permanentemente cerrado, y por la cicatriz que recorría su párpado supuso porque. Fuera de eso, estaba un poco pasado de peso, pero no por eso era más débil, los más llenitos a veces eran los más fuertes y hábiles. Además, esos tatuajes en sus gruesos brazos imponían respeto.

— ¿Lo dice por los cuernos? —Preguntó finalmente, tenía que sacarle información de alguna manera, sería amistoso por ahora.

— No. —Dejó el trapo sobre su hombro una vez que limpió la barra.— Veo sujetos con cuernos casi todos los días, no eres nuevo o especial en eso. Lo digo porque eres el único con unos ojos tan puros.

— ¿Puros?

— Si. Y no te ofendas, puede que pretendas ser un chico malo, pero no has visto lo peor del mundo aún. —Maniobró con una botella y un vaso para servir bebida a uno de sus clientes.— Honestamente, espero que siga siendo así, pero para eso lo mejor que puedes hacer es evitar las peleas en este lugar.

— ¿Son peleas sucias? —Pareció interesado.

— Sí. O sea, mira este lugar. —Hizo énfasis a todo su alrededor.— Aquí tienden a realizar contratos nefastos, juegos sucios, y en realidad no puedo pedirles que se vayan, me prometieron protección. Y debo advertirte que algunos aquí mueven cuerdas importantes. Se dedican al tráfico de personas.

— ... Y es por eso que estoy aquí.

— Disculpa. —Interrumpió un sujeto que ahora se sentaba a su lado.— ¿A qué te refieres con "por eso estoy aquí"? Si es que se puede saber.

Mᴇ Aɴᴅ Tʜᴇ DᴇᴠɪʟDonde viven las historias. Descúbrelo ahora