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El ruso arqueó su espalda al sentir los brazos del digidevil envolver su cintura a medida que se desenvolvía el beso. Sus articulaciones cedieron hasta que sus rodillas se doblaron, por inercia terminó acomodando sus piernas a ambos costados del cuerpo de su amigo sobre el sofá y finalmente reposó su peso en el regazo ajeno. Correspondió a aquel acalorado beso; ladeando su cabeza en búsqueda de más comodidad y mayor ajuste entre sus salvajes labios en unión; cerró sus ojos, apresando entre sus manos las mejillas del muchacho en su compañía para no dejarle ir, aunque era evidente que Agoti no planeaba hacer eso. Su corazón latió a gran velocidad a medida que el Andromeda tomaba dominio de la situación, comenzaba a faltarle el aire, pero la pasión de la situación era adictiva, no quería que pare. Sentía que desbordaba adrenalina, y no solo por el hecho de haber asesinado a ese cerdo anteriormente, sino porque un beso así era lo que había deseado hace mucho, pero... No era correcto.

— Agoti. —Susurró en un jadeo cuando pudo separarse de los labios ajenos.— Agoti, no. Para. —Le cubrió los labios con sus manos, empujándole hacia atrás como podía, aunque no pretendía hacerle daño.

— Ooww, ¿por qué? —Torció sus cejas, apretando un poco más el cuerpo entre sus brazos, el temblar de sus dedos era más evidente ahora.— A mi me estaba gustando mucho~

— A mi también, pero no puedo usarte de esta manera. —Le empujó nuevamente, pero esta vez desde los hombros.— Anda, ya. Suéltame, recuerda que tenemos trabajo que hacer.

— Pero-

— Agoti. —Sostuvo nuevamente ambas mejillas del muchacho, rozando sus labios en una reiterada oportunidad con los del extasiado chico que jadeaba frente a él. Era impresionante el deseo que emanaba solo con su mirada.— Si te portas bien, quizá cuando estés consciente te dé un premio que te gustará mucho. —Susurró, deslizando sus pulgares por los pómulos del chiquillo, bajando uno de ellos al labio inferior del demonio, quien aún con su carencia de pupilas dejaba claro que deseaba de su boca. Carajo, debían salir de ahí antes de que terminara cediendo.— Ahora debes comportarte, ¿entendido? —Le dio unas palmadas en la mejilla.— Sé un buen chico y no me hagas enojar.

La cola del demonio se movió de un lado a otro en respuesta a sus tentadoras acciones y palabras, sus mejillas estaban en llamas y su mirada no transmitía otra cosa más que lujuria; podía sentirle respirando de forma agitada y fogosa ante la cercanía de sus labios, y le apenaba un poco, ya que en parte aquella droga le haría sentir así de caliente por unas buenas horas, pero no abusaría de su vulnerabilidad. No era un violador, lo amaba, y lo protegería a pesar de que ese idiota se le pegue como perro en celo. Resistiría a la tentación, solo esperaba que esta droga no fuera tan fantástica y dramática como para contagiarse a través de la saliva.

Se levantó en cuanto los brazos del Andromeda le liberaron de aquella cárcel de besos. Y tras tomar la mano del chico que se levantaba del sillón, lo primero que hizo fue mirar y recoger el maletín sobre el suelo. Joder, era cierto, debían conseguir una muestra del Love Poison, pero, ¿dónde lo conseguirían ahora? Había matado al que la traía y escondía, conseguir respuestas ahora sería imposible, y si Agoti había llegado a ver u oír algo que les sirviera, dudaba que lo recordara con la claridad que necesitaban, al menos no en el estado actual en el que se encontraba.

— Espera. —Interrumpió Agoti abruptamente antes de que pudiera arrastrarle fuera del cuarto.— No podemos irnos, tenemos que ayudarla. —Señaló detrás del sofá.

Su mirada se dirigió en aquella dirección que señalaba, y a los pocos segundos pudo apreciar la figura de una mujer joven con sus muñecas y tobillos encadenados, las cadenas no llegaban a ningún lado, pero aún así la imagen era alarmante. Soltando la mano de Agoti, se aproximó a ella a paso rápido, evitando ver su desnudes con morbo, y al contrario, buscó pistas superficiales que manifestaran algún abuso sexual; a simple vista no había nada, incluso su pulso se mantenía dentro de lo normal y eso lo alivió, pero aún así sintió una enorme repulsión, ¿qué monstruo era capaz de hacerle eso a una mujer inocente? Pobre chica.

Mᴇ Aɴᴅ Tʜᴇ DᴇᴠɪʟDonde viven las historias. Descúbrelo ahora