2.

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Shea.

En los primeros minutos en los que su presencia asfixiaba cualquier entorno, no hubo miradas raras ni señas discretas por ninguna de ellas, el robot era un fantasma y nunca estuve tan feliz de agradecer por eso.

Quizá si nadie lo tomaba mucho en cuenta, no habría la posibilidad a las preguntas que temo con cada palabra que escucho salir de sus bocas hacia mi dirección, particularmente iban hacía mi pasado, en que escuela iba, si siempre me había interesado esta carrera o fue la de última opción.

Bla, bla, bla, nunca se lo diría a Aidan, pero en momentos extrañaba el silencio que se empeñaba en hacer entre nosotros.

Dándome oportunidad de siempre mantenerme en mis pensamientos y no fuera de ellos.

— ¿Y cuándo haremos ese trabajo que dijo el anciano...?— miré con una sensación extraña el brazo de Ivy enganchándose en el mío para llevar su ritmo, tal cual fuéramos ancianas camino por la calle...

— Tranquila, es hasta el otro mes— Arlie respondió.

— Entonces...

— Así es ese profesor, por lo que me dijo mi hermano: le gusta dejar tiempo de sobra, pero eso sí, debemos entregar un trabajo excelente y que llene sus expectativas.

— ¿Deberíamos hacerlo desde ya?— los trabajos en equipo nunca fueron mi fuerte, por culpa de nuevo del robot, con él hacía los proyectos finales y aunque un par de veces fue el responsable de una calificación limpia, no quitaba que jamás logré encajar al cien por ciento con mis compañeros.

Porque ni siquiera tuve el tiempo para llegar a llamarlos amigos.

Naaaaah... todos usaremos los últimos tres días de la fecha límite para mover las manos, relájate hasta entonces— Liv se encogió de hombros— ¿O eres de las mataditas que se obsesionan por el trabajo?

— No creo que me considere así, honestamente...

— Pues asunto arreglado entonces, porque nosotras tampoco somos así, dejamos todo al final— Ivy sonrió— Si sabes por qué ¿No?

— Eh...— miré de reojo a Aidan, buscando una respuesta que no tendría sentido que él la supiera. Se encogió de un hombro y siguió en lo suyo sin meterse mucho a la plática. Como lo supuse— Porque... ¿Les gusta relajarse...?

— Que graciosa eres, Shea— me soltó un golpe en el brazo con una risa, yo también me reí sin saber mucho que cara exactamente poner, mi intención nunca fue ser «graciosa»— lo hacemos porque nos gusta la adrenalina de sentir que el tiempo se nos acaba.

Que tipas más locas ¿A quién le gusta estar bajo presión, no dormir, estar de malas, odiar a todo el que se cruce en tu camino solo porque te falta tiempo que tuviste de sobra antes?

No cuestioné nada, asentí en silencio y las dejé ser, claramente yo no iba a llegar a ese extremo de quedarme con tres días de todo el mes que nos habían dado de plazo, era preferible dormir dos horas hoy y reponer las ocho esenciales de mi noche a noche.

Un momento ¿Eso me hacía ser una matadita? No quería que las nuevas próximas amigas me creyeran así y se alejaran, quiza y estaba exagerando un poco, si me lo tomaba con calma, podría descansar dos semanas y en las dos que sobran trabajar...

Sonaba mejor eso a matarme por el primer trabajo grande que dejaban.

Pasamos riendo las últimas horas de clase y por muy extraño que fuese, ninguna de las chicas preguntó por el robot, ¡Ninguna! Ni cuando nos sentamos juntas en las clases y él se añadía, o cuando era muy obvia su atención en lo que yo hacía o decía, siempre Arlie, Ivy y Liv se interesaron por mí.

La Creación Perfecta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora