16.

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Aidan.

Esto era algo que estaba tratando de solucionar dentro de mi mente con más profundidad, mi sangre no podía ser algo mágico, era imposible que pudiera curarme y curar las lesiones de Shea que no fueran a causa de su enfermedad. Nunca lo había visto suceder...

Tal vez porque nunca dejabas que ella se lastimara.

Podría ser, pero seguía siendo tan extraño como tranquilizador saber ahora que mi sangre la protegería de los daños que estuvieran fueran de mi alcance, con todas esas recaídas que ha tenido ya debería tener suficiente de mí para poder ocupar lo que necesitase su cuerpo y tener reservas para el futuro.

Aunque lo de curarla cuando su cuerpo decida que ya es hora de atacarla por novena vez es en lo que no he dejado de pensar desde que llevaba metido en ese oscuro sueño.

Necesito pensar que hacer en esos casos, como abastecerla sin todas esas máquinas necesarias que tenía Elijah.

Seguía siendo raro llamarlo así y no como toda mi vida lo he hecho... es como si en cualquier momento regresara de donde esté ahora y me castigue por no llamarlo como él ordenó.

Shea se veía más aliviada que yo, no era que no hubiera sentido ninguna especie de aligeramiento en mis hombros darme cuenta de que su tobillo estaba en perfectas condiciones y yo muy lejos de la línea roja en la que temí cruzar más veces de las que me gustaría admitir.

Esto era por otra cosa aparte de lo de mi sangre... no me gustaba que ella estuviera contándoles a ellos como un libro abierto lo que acabábamos de descubrir ni mucho menos los próximos planes que ella había pensado en un determinado tiempo donde yo seguramente estaba dormido.

Me afirmó que podíamos confiar en ellos, que fueron víctimas de distinta forma, pero igual se encontraron manipulados por Elijah y Verena, aún así no me bastaba para yo poder confiar en Enzo que no paraba de mirarme los brazos descubiertos ni en Vivian que echaba miradas de reojo a mi mano entrelazándola con la mano de Shea.

Aproveché el momento que tuvimos a solas cuando Vivian fue a traer más pedazos de pan y Enzo a por más leña para el fogón— no creo que deban saberlo todo, robot— susurré vigilando que ninguno de los ancianos viniera.

Robot, no debes preocuparte por ahora— me tomó de la mejilla con una sonrisa y una mirada que brillaba con la misma intensidad como lo hizo anoche— te dije que son de confiar, no nos harán nada.

Anoche... Un escalofrío me recorrió la nuca de solo recordar cómo me besaba todo el cuerpo hasta que me dejó en claro que mi apariencia sin filtros nunca iba a ser la responsable de que ella se alejara de mí.

Ni tampoco algo que deba odiar por el simple hecho de que me hace ver como un experimento y no como el Aidan que quiero ser para ella.

Me enfoqué en la realidad o las riendas de mi interior las tomaría de nuevo ese lado que hasta ayer percaté lo peligroso que puedo convertirme por no tener ningún control alguno en mi mente ni mucho menos en mi cuerpo.

Se sintió como si no tuviera una conciencia que me alertara cuando debo parar por el bien de ella...

— No lo sé, Shea, he aprendido a ver más allá de las miradas para saber si ocultan algo como tú a veces hacías— le causo gracia mi seriedad— y hay algo que no termina aquí de convencerme...

— Escucha, Aidan— suspiró— quizá te sientas así por mi abuelo, yo también he sentido como te mira y pensaría como tú, qué hay algo de intermedio que no podría ser bueno, pero si nos ponemos en su contra... ya no tendremos a nadie ni mucho menos en donde refugiarnos, no tengo terminado mi plan una vez que debamos cruzar de nuevo esa puerta y seguir por nuestra cuenta.

La Creación Perfecta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora