12.

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Shea.

— Todo lo que leíste en los diarios, fue cierto... el creador Elijah nos creó con el único propósito de protegerte. Nos estudió, preparó y crió para que fuéramos excepcionales.

Me desperté sudando tras haber tenido el resto de los recuerdos bloqueados en la peor pesadilla de mi vida, sólo había dormido tres horas de la madrugada, pero sabía que no iba a poder conciliar el sueño si lo que recordaba cada que cerraba los ojos era a Aidan contándome la verdad de su pasado y de cómo papá influyó en su infierno.

Me miré al espejo mientras mi cabeza recitaba el sueño entero, y cada vez me era difícil de aceptar que fue eso.

Yo lo viví, estuve ahí, sólo que no recuerdo haberlo estado por completo... lo seguro de esto es que Aidan me mintió, me hizo creer otra cosa para que nunca recordara que sé su historia o que descubrí el monstruo que es papá.

Salí de mi habitación con un propósito distinto al que he tenido cada que lo he hecho, bajé las escaleras asegurandome que ningún hueso de mi cuerpo me delatara al ir pasando justo por enfrente de la puerta de donde dormían ellos.

Mi plan era sencillo, iría al laboratorio casero y sacaría el diario que me memoricé sobre los días que Aidan vivió, era la única forma de comprobar si mi mente no me andaba creando momentos injustificables.

Y donde obtendría las demás verdades que él mismo me ocultó por alguna razón que enfrentaría una vez que yo ya tenga la certeza de que fue real.

Entreabrí mis labios para respirar, dejé de parpadear, pausé todo en mi cuerpo para no delatarme en cuanto tomé la manija de la puerta corrediza del jardín y comencé a deslizarla centímetro a centímetro logrando un gran proceso hasta que el susurro de Aidan a mis espaldas me congeló.

Era él, papá ni mamá se levantarían en la madrugada por un vaso de agua como él lo haría. No me moví durante el minuto entero en el que me esperó a que volteara y responderle, fingí sonambulismo al escuchar sus pasos arrastrarse hasta a mí y tomarme del hombro para girarme.

— ¿Shea?— no pude ver su cara, pero su voz cargaba preocupación— debes volver a la cama...— me guío de vuelta a las escaleras procurando que no me lastimara con nada.

Sentí de nuevo lo blando de mi almohada contra mi perfil, luego el peso rozándome de mis sabanas hasta el hombro y por último la calidez de su respiración cuando dejó un beso en mi sien.

No me cambié de posición hasta después de media hora con miedo de que se diera cuenta de que nunca estuve dormida, a pesar de que sólo estuvo segundos en mi habitación y después desapareció regresando a la suya.

No tenía caso volver abajo, los nervios y miedos me cortaron las intenciones y más cuando vino a mi mente como nos besamos aquí sin sentirse culpable de estarme ocultando algo importante como yo me siento ahora mismo.

Opté por no decirle nada, no hasta que tuviera todo recolectado por mi propia cuenta.

Sé que él no me mentiría si no fuera por estar obligado por alguien, y también sé que papá es quien está moviendo sus hilos como si Aidan fuese una marioneta, lo que empeora mi sentimiento de verlo sufrir más como si todos los vagos recuerdos que tengo del diario suyo no sean suficientes para seguirlo torturando en el mismo infierno de su niñez.

La Creación Perfecta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora