7.

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Aidan.

Shea ya estaba cansada de todas las veces que le repetí que esto era una pésima idea, incluso podría estar fuera de mis manos si algo sale fuera de lo planeado. De por si estaba por arrepentirme cuando aproveché en cubrir las cámaras de la casa en la misma madrugada que se fueron sus padres para que no pudieran ver nada durante las horas que Arlie, Ivy y Liv iban a estar aquí con ella.

Mentalizándome de esa manera era como disminuía mi preocupación. Sólo serían horas...

Shea tampoco estaba tan tranquila como aparentaba, quizá por eso el cosquilleo incontrolable por mi cuerpo se debía no sólo por mis sensaciones, sino también las de ella. Empeorando más las cosas de lo que ya estaban cuando el timbre se escuchó consecutivamente y unas risas detrás de la puerta delataron su llegada (como si no hubiera sido muy difícil de adivinar).

Corrió de un lado a otro por toda la casa, alisó su cabello, lo pasó detrás de sus hombros, planchó su ropa y cacheteó suavemente su cara con una sonrisa como la que siempre les daba a ellas al llegar a la escuela. Yo me mantuve en la esquina de las escaleras, me crucé de brazos y con los músculos relajados hice todo mi esfuerzo por parecer despreocupado, a petición de ella.

Visualicé todo desde mi lugar, sus mochilas no sólo traían sus cosas de la escuela, como suponía que lo harían, la boca de una botella sobresalía por el cierre de la mochila de Arlie, que me saludó cuando pasó por enfrente de mí para sentarse en el sofá, justo como lo hicieron las otras dos que no se habían percatado de mi presencia hasta que su otra amiga les dijo.

— ¿En serio fuiste el primero en llegar? — Ivy... preguntó sacando la botella de alcohol.

— Viven a unas cuantas casas, era obvio— Liv le respondió con un golpe en la cabeza. Si no hubiera visto aquella botella me asombraría por haber mejorado en lograr identificarlas, pero no era el caso hoy.

— Iré por los diarios y...— todas callaron a Shea.

— El trabajo puede esperar, tendremos toda la noche para hacerlo— Liv la jaló para que se sentara a su lado— relájate un poco con lo que trajimos, Shea.

— Tú también deberías— Ivy me miró— es nuestro truco para poder dar el cien por ciento a todo, ya saben a que me refiero— no, no lo sé y tampoco quiero ser parte de esto.

Miré a Shea, debió de saber lo que mis ojos le estaban diciendo porque me esquivó y aceptó divertirse antes de lo que ella me aseguró que harían solo por unas pocas horas de la tarde noche. La seguí cuando les dijo que traería los vasos para comenzar a servir la bebida, no me importó el hecho de que me miraran ir tras ella, necesitábamos hablar seriamente de esto y a solas.

— Me mentiste, nunca me dijste que este también iba a ser tu plan— ataqué.

— Yo tampoco lo sabía, me sorprendieron— me dio la espalda buscando los dichosos vasos— ya no puedo hacer nada, a lo mejor y si debamos divertirnos como dijeron...

— No, Shea— me estiré para pasarle el último de la alacena que estaba lejos de su alcance y con el que estaba batallando— debes convencerlas de hacer el trabajo y después irse en cuanto ya tengan lo necesario— luego me arrepentí de habérselo dado.

— Si por mi fuera, lo haría— sujetó los vasos contra su pecho para no tirarlos.

— Entonces, hazlo.

— Te dije que ya no puedo, ellas...— escuchamos la puerta de la cocina abrirse con el típico rechinado de las películas— ¿Necesitan... algo? — Shea mostró sus dientes con la sonrisa más falsa que pude ver en ella. Así que de esta forma eran.... anotado.

La Creación Perfecta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora