Pilotos《•Showki•》

25. Revancha II

ʜʏᴜɴᴡᴏᴏ's ᴘᴏᴠ

Si Solo quería meterse conmigo, podía hacerlo.

Yo estaba por encima del imbécil narcisista que se enfrentaba a quien quisiera para llegar a la cima, sin importar el costo.
Esta mierda no iba a funcionar conmigo. Ya no.

—Tercera y Sunset —le grité a Solo sobre el ronroneo de nuestros motores, y luego despegué de la base, mi adrenalina bombeando aún más que durante el salto en el aire.

Ahora esa adrenalina se estaba mezclando con la ira y la frustración, convirtiéndolo en una combinación mortal para la que Solo no estaba preparado.

¿Quería una carrera sin reglas?
La conseguiría, joder.

Rodé hasta la intersección de la Tercera y Sunset, prácticamente desierta a esta hora del día, y no tuve que esperar mucho para que Solo se pusiera a mi lado.
Mientras me miraba, aceleró el motor, causando que apretara los dientes. Subí la visera y le señalé a la distancia, a unos treinta kilómetros de distancia.

—El punto final son los Acantilados Black Rock. ¿Los conoces?

Solo asintió.

—En verde —dije, señalando el semáforo, y me bajé la visera y me preparé para volar.
El fuerte golpe de mi corazón fue como una cuenta atrás... cuatro... tres... dos... uno.La luz se puso verde y partimos.

Al atravesar las calles de Mesamir, mi visión pudo haber sido roja, pero mi enfoque era claro.
Solo no ganaría esta vez. Tendría su culo en una bandeja y disfrutaría cada segundo de ello.
Pero primero... Podría ahogarse con mi polvo.

Me adelanté, me desvié a su carril y le corté el paso, una jugada estúpida justo en la calle. En mis espejos, pude verlo moverse a la izquierda, y lo seguí, bloqueándolo una vez más. Luego se fue a la derecha, pero un coche en el carril de al lado le obligó a volver detrás de mí, y yo sonreí.

¿Era lo más inteligente del mundo correr a plena luz del día donde nos podían atrapar? No, claro que no.
Pero no planeé que me atraparan, y mientras adelantábamos al coche de al lado, estaba claro que a Solo no le importaba una mierda tampoco.

Era como si el tipo se hubiera excitado con el peligro, como si el hecho de mostrarle el dedo a alguien con autoridad lo hubiera drogado. Invencible.
No podía entender cómo alguien pasaba por la vida sin un código moral que lo mantuviera a raya, pero este tipo... Este tipo era demasiado, y su ego necesitaba ser devuelto a la tierra.

Más adelante, el camino se convirtió en una serie de curvas cerradas, un lado de acantilados rocosos y el otro nada más que aire libre, el camino con vistas al océano abajo.
Cuando rodeé la primera sección, mi moto estaba tan cerca del suelo que casi rozaba el asfalto, mantuve la velocidad, sin ceder ni un centímetro.

Solo había mantenido el ritmo conmigo hasta ahora, y necesitaba conseguir una ventaja más amplia.
Volé alrededor de la segunda curva con facilidad, pero cuando volví a subir, Solo estaba allí, colándose en el interior del carril, y cuando un coche pasó por el carril opuesto, tuve que romper la posición y ponerme detrás de él.

Mierda. Era despiadado, en el suelo, en el cielo... No parecía importarle mucho dónde estaba. Si había algo que ganar, él lo ganaría. Si había reglas que romper, las rompía.

Eso me dio ganas de darle una paliza.

Mientras el otro carril se despejaba por el momento, aproveché la oportunidad para entrar en él, empujando el motor tan fuerte como me atreví a hacerlo, de modo que me puse a su lado.

Estábamos codo con codo mientras tomábamos las curvas, pero tenía que salir de este carril antes que otro coche...

Mierda.

Tuve que desviarme hacia el carril de Solo, casi chocando con él cuando un camión tocó la bocina al pasar.
Mi corazón se aceleró al final, pero no quería que Solo ganara la carrera.
No hoy.

Solo me miró mientras el camino se enderezaba, y fue bueno que nuestros cascos silenciaran cualquier palabra, porque sólo podía imaginar las maldiciones que lanzaba después de casi embestirlo contra la pared de roca.

Estábamos a mitad de camino de la línea de meta, y yo tenía que subir un poco las cosas. El problema era que al bajar de las colinas tenía que lidiar con el tráfico de la playa al otro lado de Mesamir.

No habría ninguna desaceleración, al menos no para mí, lo que significaba tirar al viento mi lado cauteloso por naturaleza. Ganando terreno, me adelanté a Solo, zigzagueando suavemente entre los coches que ya superaban el límite de velocidad. Los semáforos en rojo eran escasos en este tramo, gracias a Dios, porque incluso canalizando parte de la actitud diabólica de Solo no me permitiría poner en riesgo la vida de los demás.

En el primero, me desvié hacia la acera vacía, evitando los coches parados mientras Solo seguía pasando por ellos. Perdió impulso entonces, y pensé que se detendría en el semáforo, pero luego pasó a toda velocidad, y apenas evitó un coche que intentaba girar.
Se oyó un coro de bocinas detrás de él y miré por encima del hombro para asegurarme que no había matado a nadie.

Hijo de puta imprudente.