Jamás pensé que podría amar tanto a los hermanos Fushiguro.
Tsumiki era un solecito, tan amable y cariñosa, que me encantaba estar todo el día pegada a ella. Nuestra personalidad es muy parecida, incluso teníamos muchos gustos en común. También se llevaba bien con Satoru, viéndolo como una figura paterna, algo que los dos hermanos han estado faltos por mucho tiempo.
Megumi era muy diferente a ella. Su personalidad me recordaba mucho a Nanami, ya que es más serio y reservado, le gusta la tranquilidad y se pelea con Satoru cada vez que tiene ocasión. Aunque la culpa es del supuesto adulto, ya que le gusta molestarlo y reírse de él cada vez que tiene ocasión. Aunque estaba segura de que Megumi también lo quería al igual que Tsumiki, conmigo era totalmente diferente. Seguía siendo serio, pero me trataba de una forma más cariñosa, incluso me daba abrazos y me contaba todo lo que hacía en el día cada vez que nos veíamos.
Gracias a los padres de Satoru, los chicos se quedan en la casa de los Gojo hasta que terminemos la escuela y podamos responsabilizarnos de ellos.
Satoru fue con los chicos al clan Zen'in junto a un abogado de la familia para quedarse con la custodia de los niños. Con Tsumiki no hubo problemas, ya que el clan no era a ella a la que quería, por eso le costó más trabajo convencerlos para quedarse con Megumi. Aunque lo consiguió haciendo un trato con ellos.
Si a Satoru le pasaba algo y el líder del clan Zen'in moría, Megumi pasaría a ser el líder del clan cuando tuviese edad suficiente.
No me gustaba para nada ese trato, pero bueno, al menos teníamos con nosotros a Megumi y sabíamos que no le iba a pasar nada.
Ya estábamos en cuarto curso, solo nos quedaba unos meses para graduarnos. Estaba deseando que llegase ese momento, al igual que pasasen los dos meses que quedaban para que Satoru fuese nombrado líder de su clan. Si todo salía como habíamos planeado, me libraría de mi clan y también del clan Zen'in. Por lo que no tendría que acudir a las malditas citas con Naoya, que cada vez se hacían más frecuentes.
Ahora mismo, me encontraba en una de esas dichosas citas. Estaba sentada en uno de los porches de la casa de los Zen'in, con mis ojos fijos en el precioso riachuelo que rodeaba gran parte del jardín, adornado de preciosas flores y plantas de colores rosas. No era un jardín tan bonito como el que tenía el clan Gojo, pero aún así también era agradable de ver.
Mire el reloj de mi muñeca y bufé al ver como el asqueroso de Naoya llevaba veinte minutos de retraso. Estaba maquillada tal y como me obligaba mi familia a hacerlo y mi cabello cobrizo estaba recogido en un moño suelto, dejando caer varios mechones ondulados por mi rostro. Vestía un precioso kimono de color amarillo apagado, decorado de arboles con hojas tan rojas como la sangre. Era nuevo, como casi todos los kimonos que portaba cada vez que iba a una cita con Naoya. Mis abuelos mandaban a Hoshi a comprar kimonos nuevos cada vez que tenían ocasión, para dejarles ver a los Zen'in que tenían mucho dinero y que no le molestaban gastarlo en la bastarda del clan.
<<Malditos hipócritas.>> pensé
Ellos solo querían poder y más poder. Yo solo deseaba que se ahogaran en desesperación y dolor cuando todo se acabara. Pero tenía que tener paciencia.
<<Todo tiene su fin y el de ellos será muy pronto.>> me prometí a mí misma.
Un par de minutos más pasaron cuando Naoya llegó. Es un chico bastante alto y delgado, que suele llevar su pelo corto y rubio muy bien peinado, algo peculiar en su cabello es que las puntas de su pelo era de un tono rubio más apagado. Sus ojos oscuros y afilados siempre miran a los demás como si él fuese un ser superior o algo por el estilo.
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INFINITO | Gojo Satoru
Fantasy-Eres el aire que respiro, Satoru -susurré rozando sus labios que formaban una sonrisa dulce. -Y tú... tú eres mi infinito, cariño. Nuestros labios se juntaron, formando una danza al ritmo de una suave melodía. Profesando un amor tan inmenso como el...