19 - Una marca maldita

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Agosto de 2015



Seguí con la mirada el suave movimiento de su cabello que se agitaba como una cortina al compás de la brisa marina. El sol de verano resplandecía en el agua turquesa del mar y se reflejaba en su piel morena, volviéndola más dorada y radiante. Más viva y bella de lo que ya era. Sus párpados estaban cerrados, ocultando sus preciosos ojos, mientras disfrutaba del momento tranquilo y relajante de la playa.

Y a pocos metros estaba yo, sin poder despegar mis ojos de la maravillosa imagen que el universo me permitía ver de ella.

El bañador blanco enterizo se pegaba a su cuerpo, haciéndola resaltar muchísimo comparada con todas las personas que la rodeaban. Nadie se comparaba a su belleza. Ninguna de esas personas lograba estar a su altura. La tela ocultaba a la perfección las cicatrices grabadas en su espalda. Un recordatorio del sufrimiento que tuvo que soportar. De la desdicha que le hicieron pasar.

Pero a pesar de todo, la luz empezaba a volver a ella, tan brillante que se asemejaba a una diosa.

Y no dudaba ni un solo segundo que lo fuese.

Una diosa.

Mi diosa.

Solté una carcajada cuando Tsumiki llegó por detrás y a traición le salpicó con agua de la orilla, provocando que un grito saliera de sus labios mientras se alejaba rápidamente del agua.

-¡Está fría! -gritó mi esposa abrazando con sus brazos su cuerpo semidesnudo-. ¡Es verano! ¡Debería de estar templada!

-¡Es agua de mar, mamá! -dijo Megumi acercándose a ella con sus brazos puestos en forma de jarra sobre sus caderas cubiertas por un bañador azul oscuro que hacía juego con el de Tsumiki-. No seas tan exagerada, no está tan fría.

-¡El sol debería de calentarla!

-El sol no puede calentar una extensión de agua tan grande.

-¡Pues debería!

Se veía tan adorable.

Es la persona más friolera que he conocido en mi vida. Jamás se ha metido por su propia voluntad en el agua de la playa, a menos que la lancemos a traición como siempre solemos hacerle los chicos y yo. Según ella, no entraba al agua por que era posible que le diese una hipotermia y morir. Prefería quedarse tumbada en el sol con su protector solar puesto para no quemarse. Ella disfrutaba de los rayos del astro como si ella misma estuviera hecha de fuego y luz.

Y aunque disfruto del tiempo que pasamos juntos en verano, para mi era una tortura los meses de más calor.

Prefiero mil veces el frío a estar pasando un calor insoportable que no puedes quitarte de encima ni quedándote completamente desnudo.

Tal como en este momento, que me encontraba medio derretido tumbado en una hamaca debajo de la sombrilla, sufriendo el calor que hacía. En cualquier momento terminaría convertido en estado líquido y pasaría de estar en la hamaca a la arena, lo único que quedaría de mí serían mis gafas y mi bañador oscuro. Si es que no se derriten también.

-Menuda fresca -dijo alguien que se había acercado a donde me encontraba.

Al levantar la mirada, vi a una mujer delgada que portaba un sombrero bastante ridículo y lo suficientemente grande para ocultarla del sol. Sus ojos oscuros y afilados estaban puestos en mi esposa y la miraban de una forma que no me gusto para nada.

INFINITO | Gojo SatoruDonde viven las historias. Descúbrelo ahora